Buscando, encontraron
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Buscando, encontraron
Isabel Alison creció en Perth, Escocia, donde escuchaba ansiosamente la predicación de Donald Cargill, el líder de los presbiterianos perseguidos, conocidos como “los firmantes del pacto”. Ella amaba a Jesús y defendía su Evangelio, en un día cuando el rey Carlos Segundo de Inglaterra estaba tratando de destruir a la iglesia presbiteriana de Escocia.
En 1680, después de hablar en contra de los castigos severos infligidos sobre esos que no se conformaban a la iglesia anglicana, Isabel fue arrestada en Perth y enviada a Edimburgo para ser juzgada.
Aproximadamente en el mismo tiempo, cerca de Borrowstounness, Escocia, los soldados pusieron una trampa para atrapar a Donald Cargill. A cambio capturaron a Marion Harvie, una empleada del servicio doméstico de 20 años, que se había convertido por la predicación de Richard Cameron. Marion también fue enviada a Edimburgo para ser juzgada, acusada de ser “una firmante del pacto”.
Después de dos meses de ser investigadas bajo amenaza de tortura, Isabel y Marion fueron llevadas desde sus celdas hasta el despacho del obispo de Edimburgo para su audiencia final. Él le dijo a Marion, que aunque ella había insistido en que nunca escucharía orar a un clérigo anglicano, él iba ahora a obligarla a escucharlo. Pero la joven fue más astuta que él, y le dijo a su compañera de prisión: “Ven, Isabel, cantemos el Salmo 23", y su canto apagó la oración del predicador.
Mientras las voces todavía resonaban en el despacho, el obispo leyó una sola acusación condenando tanto a Isabel como a Marion a morir en la horca. Marion regresó a su celda y escribió: “Deseo bendecir al Señor por mi suerte... Era muy poco lo que sabía de Él antes de llegar a la prisión; pero ahora me ha dicho, que como Él vive, yo viviré también... Ha sido bondadoso para conmigo desde que me trajo para que testificara en su nombre. A partir del momento que me pusieron presa, no le he pedido nada, excepto eso que lo glorifique, y me otorgó mi deseo. Lo he encontrado en todo lo que ha llegado a mi camino ordenado por Él, para su propia gloria. Y como lo bendigo, esos pensamientos de muerte no me parecen tan terribles. Me ha dado tal disposición para poner mi vida por Él, tanto como estaba dispuesta para vivir en este mundo”.
En su celda separada, Isabel escribió: “Pongo mi vida por poseer y ser leal a Jesucristo. Pero... ¿Qué puedo decir para alabar a Cristo y su Cruz? Bendigo al Señor, alabo su santo nombre que ha convertido la prisión en un palacio para mí... ¡Oh, cuán grande es su amor que me ha traído para testificar en contra de las abominaciones de los tiempos, y guardarme de desfallecer hasta ahora, haciendo que me regocije en Él!”.
Isabel Alison y Marion Harvie, fueron ejecutadas juntas en el patíbulo de Grassmarket el 26 de enero de 1681.
Cuando Isabel ascendía por la escalera, dijo: “Oh, sus enemigos, ¿qué harán, a dónde irán en ese día? Porque hay un día tenebroso que vendrá para todos los enemigos de Jesucristo”.
Mientras que las palabras de Marion Harvie en el patíbulo fueron: “He llegado aquí hoy, por reconocer a Cristo como cabeza de su Iglesia y rey de Sion. ¡Oh!, búsquenlo señores, búsquenlo y lo encontrarán. Yo lo hice y lo hallé, lo tengo conmigo y no permitiré que me abandone”.
Reflexión
¿Puede usted pensar de un tiempo en que buscó a Dios? ¿Lo encontró? Si no fue así, continué haciéndolo que lo hallará. Una vez lo encuentre, trate de conocerlo mejor.
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7 y 8).