Thomas Woodrow Wilson
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El hijo de un pastor como Presidente
Descendiente de pastores presbiterianos por ambos lados de su familia, Thomas Woodrow Wilson nació en Virginia en diciembre de 1856. Su padre, el doctor Joseph Ruggles Wilson, era pastor y profesor del seminario, y él junto con su esposa se dedicaron completamente a la educación de su hijo, proveyéndole instrucción escolar en el hogar, entrenándolo en la lectura diaria de la Biblia, y criándolo para que viera al mundo desde una perspectiva cristiana. La guerra civil dominó su infancia, influenciando indudablemente su larga búsqueda por la paz. Durante el invierno de 1872 a 1873, Wilson experimentó una dramática conversión.
El concepto integral que aprendió de sus padres fue el pacto de Dios con la humanidad: Que el Creador nos dio los mandamientos para que viviéramos por ellos, y que también otorgó promesas para quienes confían en Él. Para Wilson la estructura del pacto significaba que no sólo estaba allí el llamado por una obediencia enérgica de parte de los individuos, sino también un vínculo entre la iglesia y la sociedad. Admiraba a John Calvino a quien consideraba como “el más grande estadista y reformador cristiano”.
Después de graduarse en la Universidad de Princeton, Wilson practicó la abogacía, motivado por su pasión por ver la justicia servida. Pero como abogado se encontró a sí mismo más interesado en ideas que en adquirir clientes. Fue así como regresó la Universidad Johns Hopkins en donde recibió un doctorado en historia en 1886. Se destacó por su intelecto en esta esfera académica, terminando como profesor de historia en Princeton en 1890.
Se distinguió tanto durante la siguiente década, que en 1902 Princeton lo nombró como su presidente, la primera persona laica en asumir este cargo. Todas sus actividades estaban caracterizadas por gran energía y celo.
Central al pensamiento de Wilson estaba la creencia que Dios gobernaba al mundo y que las personas terminarían por llegar a ser siervas de su voluntad. Esta convicción fue la motivación a lo largo de su vida.
Durante su presidencia en Princeton, sufrió el primero de una serie de pequeños ataques que comenzaron a endurecer su personalidad que ya era fuerte. Se distinguió como líder, y sólo fue criticado por esas personas cuya visión o ambición estaban en oposición con las suyas.
En 1910 Wilson aceptó la nominación del partido demócrata para gobernador de New Jersey, ganando fácilmente. Su éxito al reformar los sistemas políticos y sociales del estado le ayudaron a triunfar en las elecciones como presidente de Estados Unidos, sólo dos años después. Con una mayoría en el congreso de personas con mentes progresistas, logró a llevar a cabo rápidamente una reforma: creó el Sistema de Reserva Federal, redujo los derechos arancelarios, y estableció las primeras leyes laborales para menores en toda la nación.
Mantuvo a Estados Unidos fuera de la guerra que estalló en Europa en 1914 y fue elegido para un segundo término en 1916. Sin embargo, perdió su mayoría en el congreso y se vio cada vez más frustrado por no poder legislar. En abril de 1917, cuando la agresión alemana en los mares, amenazaba los intereses de Estados Unidos, Wilson, el hombre que reverenciaba la paz por encima de todo, con poca disposición guió el país hacia la primera guerra mundial.
Un año y medio más tarde, la conclusión de la guerra le dio la oportunidad de dejar su marca en la historia del mundo. Propuso la creación de la Liga de las Naciones para promover estándares más altos de justicia en una escala internacional. Muchos países abrazaron esta idea, pero en casa, el congreso se opuso firmemente al ingreso de Estados Unidos en la Liga de las Naciones. Sin inmutarse, Wilson se dedicó con celo a tratar de convencer al pueblo norteamericano, de la justicia de su causa. Sin embargo, su diligencia acabó abruptamente cuando sufrió un ataque que lo debilitó en 1919.
Aunque su fe y convicciones permanecieron fuertes, desilusionado consigo mismo y con la política, murió el 3 de febrero de 1924. No obstante, tanto amigos como enemigos coincidieron en que fue un hombre de gran integridad personal.
Reflexión
Cualquiera hayan sido las faltas de Wilson, sus ideales estaban basados en la fe y educación cristiana que caracterizó su vida. ¿Le sorprendió enterarse que el presidente Wilson era cristiano? Como la gran mayoría de las escuelas enseñan sólo el lado secular de la historia, casi siempre nos enteramos de las cosas a medias.
“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia” (Proverbios 9:10).