El guardó la fe
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Él guardó la fe
El doctor Rowland Taylor fue el rector anglicano de Hadleigh, Inglaterra alrededor de los años 1500, un ministro, que a diferencia de muchos en su día, de hecho vivía entre las personas a quienes pastoreaba. Estudió fielmente las Escrituras, deseando cumplir con el mandamiento que le diera el Señor Jesús a Pedro cuando le dijo: “... Apacienta mis corderos... Pastorea mis ovejas”. Cada domingo predicaba la salvación mediante la fe en Cristo, y frecuentemente advirtió a su gente de la corrupción papal. Cuidaba de los pobres, de los enfermos y de los que estaban solos. Era un esposo amante y entrenó a sus nueve hijos en las Escrituras.
Cuando el joven rey protestante Eduardo Cuarto murió, la reina María, una católico romana ascendió al trono, y un poco después de eso, dos de los enemigos de Taylor contrataron a un sacerdote católico romano para que oficiara una misa en la iglesia del ministro anglicano. Justo antes que comenzara la misa, Taylor penetró en la iglesia y protestó alegando que el servicio era tanto ilegal como idólatra. Debido a esto, fue removido por la fuerza de la iglesia y el incidente fue reportado al canciller de Inglaterra. Fue convocado a Londres por el canciller y arrestado. Le pusieron en prisión y luego fue sentenciado a morir en la hoguera por rehusarse a someterse al papa.
El 5 de febrero de 1555, le entregó a su hijo un libro en el cual había escrito así su legado: “Le digo a mi esposa y a mis hijos: El Señor me los dio a ustedes, y Él me los ha quitado: ¡Bendito sea el nombre del Señor! Creo que son bienaventurados los que mueren en su nombre. Dios cuida de los pajarillos, y cuenta los cabellos de nuestras cabezas. Le he encontrado a Él más fiel y favorable que lo que puede ser un padre o esposo. Por ello, confíen en Él por medio de los méritos de nuestro amado Salvador Cristo; crean en Él, aménle, temánle y obedezcánle. Oren a Él, porque ha prometido ayudarnos. No me consideren muerto, porque ciertamente viviré y nunca moriré. Voy delante, y ustedes me seguirán después, a nuestro hogar eterno. Yo los he legado a ustedes al único Omnipotente’.
“Le digo a mis queridos amigos... y a todos los otros que me han escuchado predicar, que parto de aquí con una conciencia tranquila, tan conmovedora como mi doctrina, por lo cual oro para que ustedes le den gracias a Dios por mí. Porque con mi pequeño talento, le he declarado a otros esas lecciones que recolecté del Libro de Dios, la bendita Biblia. ‘Mas si yo, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que han recibido’, ¡Dios maldiga al predicador!’.
“Tengan cuidado, por amor a Dios, de que no lo nieguen, ni que tampoco rechacen la palabra de fe, para que el Señor no se aparte de ustedes, y de esta forma perezcan eternamente. Por amor a Dios, tengan cuidado del papado, porque aunque parece tener en él unidad, no obstante lo mismo es vanidad y anti-cristianismo, y no la fe de Cristo en verdad’.
“Tengan cuidado del pecado en contra del Espíritu Santo, ahora que tal luz brilló tan plena, simple, verdadera, completa y generalmente a toda Inglaterra’.
“El Señor le otorgue a todos los hombres su bueno y Santo Espíritu, condene al mundo inicuo, aumente el deseo sincero de estar con Él y la compañía celestial, por medio del Señor Jesucristo, nuestro único Mediador, Abogado, Justicia, Vida, Santificación y Esperanza. Amén’.
“Por lo tanto, Rowland Taylor parte de este mundo, en esperanza segura, sin ninguna duda de su salvación eterna. Doy gracias a Dios, mi Padre celestial, por medio de Jesucristo, mi seguro Salvador. Amén. 5 de febrero, del año 1555".
Cinco días después, el doctor Rowland Taylor, padre de nueve hijos, esposo de una sola mujer, y pastor de muchos, fue llevado a la hoguera. Al final encendieron el fuego, y el doctor Taylor, levantando ambas manos al cielo, y clamando a Dios dijo: “¡Misericordioso Padre del cielo! ¡Por causa de Jesucristo, mi Salvador, recibe mi alma en tus manos!”.
Reflexión
Si usted hubiera sido Rowland Taylor, ¿habría intervenido para impedir que se celebrara la misa en su iglesia? ¿Habría preferido ser quemado en la hoguera en lugar de someterse al papa? ¿Por qué lo habría hecho, o por qué no lo haría?
“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos” (2 Timoteo 3:2).