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Boletin dominical - 01/08/10

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
     Es interesante cómo existen jóvenes que desde su muy temprana edad desean ser misioneros.  Son aquellos que no intentan pastorado.  Mientras tanto hay otros que comienzan con las inquietudes pastorales. 

     Es interesante cómo existen jóvenes que desde su muy temprana edad desean ser misioneros.  Son aquellos que no intentan pastorado.  Mientras tanto hay otros que comienzan con las inquietudes pastorales.  Y en tercer lugar, hay quienes comienzan como misioneros y luego se dedican al pastorado, cuidando, alimentando y acompañando a cuantos el Señor les haya dado mientras se desempeñaban como misioneros.

Veamos ahora el perfil de un verdadero misionero.  Creo que Pablo es el mejor ejemplo para darnos una idea del misionero llamado por el Señor, no por los señores.  ¿Cuál es su comportamiento, su forma de ser, su dedicación, sus aspiraciones, sus exigencias, sus metas y finalmente el resultado de su ministerio?  Enumeremos algunas de las características que se exigen de quien ha de dedicarse al Señor en esta capacidad.  Dicho en otras palabras, cómo reconocer al misionero llamado por el Señor en contraste con el... autollamado.

1. En este caso estamos hablando de un varón, porque también una hermana puede muy bien dedicarse a este ministerio.  Pero la gran mayoría de quienes lo hacen son varones.
2. Si no puede resistir este deseo, es porque el Señor realmente lo está llamando.
3. Se trata de un joven (puede ser mayor también) que ha nacido de nuevo, que no hay duda de su salvación y que es estrictamente bíblico.
4. El trabajo del misionero es comenzar con una persona llevándola al Señor, luego su familia, luego otras personas y familias, hasta contar con un grupo.  Dependiendo del crecimiento numérico, ese grupo que comenzó con una sola persona, habrá crecido bastante y entonces se organiza la iglesia, tal como se nos enseña en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9.  También es necesario ver que haya siquiera uno o dos diáconos.  Estos tienen prácticamente los mismos requisitos que el pastor, con la diferencia que se ocupan más bien en los asuntos materiales, logísticos, administrativos, etc., en contraste con el pastor cuya misión es predicar la sana doctrina y edificar espiritualmente a la flamante iglesia.  La labor de los diáconos y los requisitos para ellos los encontramos en Hechos 6:1-6 y 1 Timoteo 3:8-13.  Una vez organizada la iglesia, y si hay algún hermano capacitado para asumir el pastorado o la dirección de la iglesia, el misionero se siente libre para ir a otro lugar y abrir otro campo, comenzando de nuevo con esa primera persona para levantar otra iglesia.
5. ¿Qué del salario del misionero?  Si éste ha sido llamado por el Señor, nunca tendrá quejas en cuanto al salario.  Pero su mejor opción será, en la mayoría de los casos depender del Señor y de sus dos manos para el trabajo.  Pablo el apóstol es el mejor ejemplo en esta parte también.  Es necesario recordar que el Señor proveyó a unos “gemelos” para cada misionero, para que le provean de los recursos económicos (dinero).  Se llaman brazos-manos y con diez dedos en total, cada uno.  Pablo dependió de ellos cuando dijo lo que leemos en Hechos 20:34, 35;  18:1-4.  Es verdad que los que se dedican a la obra del Señor, sean misioneros o pastores, lo ideal es que reciban un salario como para dedicarse de lleno al ministerio, pero esto no siempre es posible.  ¿Sería suficiente que un verdadero misionero dejara a un lado el llamamiento porque nadie le ayuda?  Pablo admite que es legítimo que un hombre dedicado enteramente al Señor, reciba un salario adecuado, pero élmismo dice que nunca aceptó este privilegio, aunque tenía todo el derecho para hacerlo (1 Co. 9:9-18).  En Hechos 18:1-4 él se dedicó al trabajo manual, pero todos los sábados cuando la sinagoga de Corinto se llenaba de judíos y griegos, él hacía entonces su labor misionera.  ¡Qué ejemplo el de este hombre!  Esta es una de las pruebas cuando el misionero no ha sido autollamado, sino que el Señor tomó la iniciativa.

Una de las características de un misionero o un pastor, es que se trata de un caballero abocado al servicio.  El mismo Señor dijo que su labor era servir, no ser servido (Mt. 20:26-28).
Un misionero, y con frecuencia un pastor, es bueno que, aparte de sus conocimientos teológicos, sepa algo de plomería, electricidad (instalación), carpintería, construcción, etc.  ¡Es increíble la cantidad de oportunidades que se presentan para servir a los nuevos hermanos en este campo!  Cuando los nuevos hermanos ven a su misionero, maestro de la Palabra de Dios, que no es un perezoso esperando ser servido, sino que se pone a trabajar como si se tratara de un peón más.

De manera que, en lugar de dedicar años de estudios en una Institución Teológica, sería mucho mejor concurrir a una escuela vocacional y aprender algún oficio.  Saber siquiera algo de carpintería, de construcción, de mecánica, de reparación de electrodomésticos, de equipos electrónicosque se usan en la obra, algo de plomería, etc.  Realmente debe ser un “hombre orquesta”. ¿Y por qué no algo de primeros auxilios?  De hacerlo así, ¿qué de la teología?  La respuesta no podría ser más simple.  Las escuelas vocacionales, en lugar de empeorar, siguen mejorando, gracias a los nuevos descubrimientos, nuevos recursos, herramientas electrónicas que nuestros abuelos ni soñaron.  Por el contrario, el campo teológico se ha deteriorado.  ¿Sabía usted que en muchas instituciones teológicas existen materias para los alumnos, tales como “danzas cristianas de alabanzas”; “cómo usar y sacar provecho del poder de la palabra”; cómo mover a las masas hacia la unidad tan amplia para que formen parte de ella, igual que los brujos y chamanes, astrólogos, adivinos e idólatras?  Son muchos los que van a estudiar a un Seminario para saber cómo entender que Jesús de ninguna manera vino como Dios en forma humana.  Se enseña ahora que Él era como Moisés, Buda, Mahoma y muchos otros, quienes lograron descubrir que eran, cada uno, “dios”.

Si quiere tener éxito como misionero, ¿le parece que estas “herramientas” le servirán para alcanzar a los perdidos para Cristo?  Sin embargo, si les muestra cómo servir a sus semejantes y lo poco que sepa acerca de la salvación, le será más que suficiente para levantar una iglesia sana doctrinalmente, siempre pujante en su influencia en medio de un mundo saturado de satanismo con su “evangelio de la codicia”, predicando el dinero y fomentando así esa misma codicia del... 400 X 100 en lo que tal vez nunca caerían en semejante trampa.
Si es misionero y se presenta la oportunidad de arreglar algo en el templo, en algún otro edificio de la iglesia, el automóvil, o incluso si su campo de trabajo está muy lejos de cualquier servicio médico, ¿por qué no aplicar sus conocimientos y auxiliar a algún necesitado de ayuda?

Pero... si usted es un misionero “livianito”, sufriendo de “peresitis crónica” y piensa que es demasiado “personaje” como para rebajarse tanto y esperar siempre que otros le sirvan, entonces mejor deje de enseñar, porque lo poco que logre enseñar, usted mismo lo va destruyendo con esa supuesta “dignidad intelectual e investidura eclesiástica”.
¿Sabe usted cuál es el secreto de un verdadero misionero?  Son tres pasos: 1. Trabajar,  2. Trabajar y 3.Trabajar.  De lo contrario, usted pertenece al grupo que el profeta de Dios describe en Isaías 56:10-12, con la diferencia que en lugar de tomar vino y sidra y embriagarse para pasarse dormido como el perro que no ladra, usted tal vez estaría tomando, mate o tereré con otros igualmente perezosos y sufrirá la “embriaguez”, alejado de sus obligaciones.

Cuando los pecadores lo vean dedicado al trabajo manual, si éste resulta visiblemente necesario, usted descubrirá que este es trabajo misionero también.

J.A.Holowaty, Pastor

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