Boletin dominical - 17/10/10
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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¿Es usted cristiano? Esta pregunta puede parecer carente de importancia, sin embargo cada uno de cuantos habitamos este planeta, si no resolvemos nuestra situación espiritual, no solamente viviremos una vida miserable aquí y ahora, sino que nos espera una espantosa eternidad.
Algunas personas, respondiendo a la pregunta planteada dicen: «Bueno yo creo que sí. Soy una persona buena, no tengo enemigos, hago todo el bien que puedo, concurro a mi iglesia, doy limosnas, oro y rezo, suelo ayunar; soy una persona trabajadora, veraz y honrada. Confieso mis pecados y cumplo con la penitencia que se me impone».
Si estas son sus respuestas, entonces puede usted estar seguro de que no es cristiano.
Sepa, mi estimado amigo/a que usted va camino a la condenación eterna y su destino (también eterno) es el mismo infierno. No, no lo digo para darle un susto y atraparlo para tal o cual religión o iglesia. La Biblia, que es la Palabra de Dios habla más del infierno que del mismo cielo. ¿Por qué? Porque el Señor no quiere que ninguno se pierda y vaya a ese lugar.
A los escribas y fariseos, muy religiosos por cierto y que creían en Dios, nuestro Señor los enfrentó con esta pregunta: “¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?” (Mt. 23:33).
Nadie le ama tanto a usted como Dios mismo y es Él quien desea que usted sea salvo y jamás sea echado al infierno. Esto es tan cierto que el mismo infierno fue preparado para el diablo y sus ángeles (demonios). Los demonios no tienen oportunidad de salvación, pero nosotros, los descendientes de Adán y Eva sí podemos ser salvos y tener la completa seguridad de que a la hora de nuestra muerte, cuando abandonemos el cuerpo, iremos a la presencia del Señor.
Si queremos ser salvos, en primer lugar debemos saber que la salvación no es por las buenas obras que hagamos. Usted puede ir a su iglesia, con la Biblia bastante usada y aún no ser salvo. La Palabra de Dios dice que para ser salvo, el pecador debe recibir a Cristo Jesús como su Salvador. Recibirle significa creer en Él como único Salvador. Refiriéndose a Jesucristo, leemos: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12). Un pecador bien puede bautizarse tal como la Biblia enseña, puede ser miembro de la mejor y la más bíblica de las iglesias, y sin embargo no ser salvo. Jesús fue claro cuando dijo que las obras buenas tampoco salvan: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Jn. 5:24). Es por la gracia divina que somos salvos y esta gracia está disponible para todos cuantos quieren obtener el perdón de sus pecados. Hay dos palabras que solemos usar mucho los cristianos, ellas son: Misericordia y Gracia de Dios. «Gracia divina» significa «don inmerecido». Es decir, un regalo de Dios para el pecador arrepentido, regalo que no merece. La palabra «misericordia» significa «Dios no me da lo que sí merezco». Por un lado, me da lo que no merezco y luego no me da lo que sí merezco.
Usted no necesita hacer penitencias ni sacrificio alguno para ser salvo, porque el Salvador, Cristo Jesús, ya lo hizo todo por usted y por mí. Antes de expirar, clavado de una cruz, Él dijo: “Consumado es” (Jn. 19:30). ¿Qué significa esto? Significa que Él pagó (mediante su propia muerte), derramó su sangre y entregó su cuerpo en el altar de la cruz por nosotros. Dios el Padre aceptó la ofrenda que Su unigénito Hijo ofreció, no por sus pecados, pues no los tenía, sino por los pecados nuestros, ya que usted y yo somos pecadores. Cuando depositamos nuestra fe en Él, recibiéndole así por Salvador, es como que le decimos: «Señor, yo acepto que tu pagaste con tu muerte en esa cruz por todos mis pecados. Yo te recibo por Salvador eterno, creyendo en tus promesas cuando dices que me das el derecho de llamarme hijo/a tuyo».
Jesús dice que él es “El CAMINO” para la salvación o si prefiere, para llegar al cielo. Dice que él es “LA VERDAD Y LA VIDA” y que... nadie puede llegar a Dios el Padre sino por Su medio (Jn. 14:6).
El Señor desea tenerlo a usted consigo en el cielo, pero Él no le obliga a ser salvo. Él le dejó una... Guía; un volumen con 66 libros llamado La Biblia. Leyendo este libro de Dios, usted entenderá muchas cosas demasiado importantes como para ignorarlas. Sabrá cómo surgió el universo. De dónde proviene el hombre, el resto de los animales, la vegetación, todo nuestro planeta, incluso el cosmos (el sol, la luna, las estrellas, las galaxias). Su dilema sin saber a quién creer, si la creación o la evolución, una vez leída la Biblia, desaparecerá.
Sin duda más de una vez se habrá preguntado por qué nos enfermamos, por qué hay tanta desigualdad e injusticia social. Y como si todo esto fuera poco, el dolor, y hasta la muerte. Leyendo el libro de Dios, entérese de primera mano de todos estos... «porqué».
Tal vez usted ya ha intentado leer la Biblia alguna vez, pero le resultó aburrida la lectura porque simplemente no la entendía. ¿Sabe por qué no la entendía? Porque el Autor de la Biblia no es un ser humano. Es el Espíritu Santo. El apóstol Pedro dice que la profecía (la Palabra de Dios) no “fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P. 1:21). También Pablo se refiere a lo mismo cuando dice que humanamente no es posible gozar de la lectura bíblica porque no se la entiende. Él dice: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Co. 2:14).
¿Qué hago, entonces, para ser salvo?
1. Arrepentido delante de Dios reconozca que es pecador y dígale en una sencilla oración que le perdone.
2. Tenga por seguro que Él oirá su oración y le perdonará todos sus pecados.
3. No espere “sentir” nada emocional para estar seguro de que su oración le ha sido contestada favorablemente y que usted en ese momento comienza una vida nueva.
4. La única manera para saber que es salvo y que todos sus pecados le han sido perdonados, es creyendo en las promesas y afirmaciones de Dios en la Biblia, Su palabra.
Si lo hace, mis felicitaciones para usted por haber hecho la decisión más importante que todo ser humano puede hacer.
J. A. Holowaty, Pastor