Boletin dominical - 31/10/10
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Hay quienes, siendo cristianos evangélicos, cuestionan el guardar el día domingo como día de descanso. Suelen decir que es un invento de los Papas y de la Iglesia Católica. Nada más lejos de la verdad, porque al leer el libro de Los Hechos notamos que se menciona muchas veces... “el primer día de la semana”, no el séptimo, los cristianos se reunían. Pablo daba por entendido que los corintios también lo hacían (1 Co. 16:1, 2). Es probable que ellos no llevaban sus ofrendas a la iglesia, pero era el día que debían apartar determinada cantidad “según haya prosperado”. Es notable que nada dice del diezmo, tal vez para evitar cualquier confusión judaizante.
Pasaron los años y los siglos y nosotros nos encontramos con que el 31 de octubre se celebra el HALLOWEEN. Se trata de un día consagrado a Satanás y los demonios. No vamos a detenernos en el... «por qué el 31 de octubre», porque da igual que sea cualquier otro día. Nuestra actitud debe ser firme en contra, no ya de un día por año, sino nada para Satán y todo para el Señor.
Pero... aquí viene la gran pregunta: Si en los días de los albores de la iglesia los paganos del imperio romano celebraban alguna fiesta a tal o cual “dios” pagano y consideraban un “día no laboral”, ¿qué debían hacer los cristianos?
¡Simplemente encontraron que no había mejor argumento para guardar el primer día de la semana en conmemoración de la resurrección de Cristo! Es probable que a esto se refirió Pablo en Romanos 14:5.
¿Qué salida tenemos nosotros hoy para “celebrar” de alguna manera el 31 de octubre también? No necesitamos pedirle al Diablo ningún argumento para hacerlo, ya que tenemos la REFORMA CRISTIANA. Los cristianos bíblicos haríamos bien en recordar las famosas 95 tesis que Lutero clavó sobre la puerta de la Catedral de Wittenburg el 31 de octubre del año 1517.
Así que no necesitamos pedirle prestado nada al Diablo y de paso tenemos un argumento inspirador, sagrado y que nos recuerda un acontecimiento tan importante como lo es la REFORMA CRISTIANA.
¿Quién era Lutero? Martín Lutero, el iniciador de la Reforma en Alemania, nació en Eisleben Turingia, el 10 de noviembre de 1483. Era hijo de Hans y Margarethe Lutero y fue criado en un hogar donde imperaba la religión profunda y la pobreza. Asistió a la escuela en Mansfield, Watterburgo y Eisenach. Luego se matriculó en la Universidad de Erfurt donde obtuvo los grados de canciller y maestro de artes. En 1507 fue ordenado sacerdote. Durante esos años, antes de obtener su doctorado en teología, estuvo luchando con el problema de su salvación personal. Mientras se encontraba en el monasterio como fraile en Wittenberg, realizaba las tareas y oficios de rigor, se confesaba frecuentemente y cumplía las penitencias que le imponían. Existe mucho debate respecto al momento exacto en que Lutero tuvo la plena comprensión del significado de la justificación sólo por gracia. Algunos dicen que fue en 1514 y otros en 1518.
Una de las principales diferencias teológicas que planteó Lutero es que la gracia proviene directamente del amor de Dios, y que sólo la fe es instrumento de salvación, no las obras humanas. Esto incidía directamente en contra de la práctica de las indulgencias, cuya adquisición supuestamente permitía, y permite todavía entre los católicos, la remisión de los pecados por parte de la iglesia romana, la cual se considera como la única administradora de la redención. Las indulgencias eran una especie de certificados que otorgaban el perdón de los pecados. También se aplicaban y se aplican a los difuntos, contribuyendo a acortar su permanencia en el purgatorio.
En 1517 tuvo lugar un notorio escándalo a causa de la promulgación de un jubileo en Alemania, con una venta general de indulgencias a cargo del agustino Johann von Staupitz, según se decía para sufragar los gastos de la reconstrucción de la iglesia de San Pedro en Roma. Fue entonces cuando Lutero se opuso a tales prácticas y clavó sus 95 tesis sobre las indulgencias en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos en Wittenburg, Alemania el 31 de octubre de 1517. Estas tesis escritas originalmente en latín fueron traducidas al alemán y repartidas por toda Alemania, lo que generó gran indignación contra Roma, y gran popularidad para Lutero.
Como en ellas prácticamente se desafiaba la autoridad Papal, surgió una peligrosa controversia en aquellos tiempos de intolerancia. En 1518, durante su entrevista con el cardenal Cayetano, Lutero se negó a retractarse. En 1519 sostuvo un debate con el teólogo católico John Eck, cuyo resultado fue que el Papa publicó una bula de excomunión en su contra. Él le respondió con una serie de escritos teológicos en los que denunciaba cuatro de los siete sacramentos por considerar que ni eran bíblicos, ni mucho menos lo practicaron los padres de la Iglesia Primitiva.
Lutero defendió la doctrina del sacerdocio universal de todos los creyentes, la que implica una relación personal y directa del individuo con Dios sin ninguna institución de por medio, tal como afirma el apóstol Pablo: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Ti. 2:5).
Aseguró que la interpretación de las Sagradas Escrituras no tenía por qué ser exclusiva del clero, sino que cualquier creyente podía leer y examinar libremente la Biblia, para lo cual ésta debía ser traducida a idiomas que todos pudieran entender.
También negó otras ideas creadas por el romanismo, como la existencia del purgatorio y la obligación del celibato a los sacerdotes romanos. Él mismo contrajo matrimonio más tarde con una antigua monja convertida al luteranismo.
De los sacramentos católico romanos, sólo consideró sacramentos el bautismo y la santa cena, rechazando los que sigue manteniendo la iglesia Papal, que son la confirmación, confesión, matrimonio, extremaunción y el orden sacerdotal.
Con el tiempo la iglesia verdaderamente cristiana, no Papal, dejó a un lado como «sacramentos» el bautismo y la cena del Señor. A pesar de lo incompleta que fue la Reforma encabezada por Lutero, debemos recordar que fue él a quien Dios usó para mostrar que los cristianos que siempre permanecieron en silencio, eran dignos de las Sagradas Escrituras. Necesitaban leer la Biblia y la obtuvieron primero en alemán, aparte del hebreo, griego y latín que ya existía, para desde entonces pasar a cuantos idiomas la tenemos hoy. Se estima que en el mundo se habla cerca de 6.800 lenguas, entre idiomas y dialectos, aunque los expertos aseguran que esta cifra no se puede determinar con exactitud. Los etnólogos estiman que sólo en Asia se habla 2.200, en África 2.060, 1.300 en el área del Pacífico, 1.000 en las Américas y 230 en Europa.
Lejos de los disfraces satánicos, aproveche el día que los satanistas dedican cada año para su amo, a agradecer a Dios por los hombres como lo fueron los reformadores y tuvieron valor para enfrentar incluso la misma muerte por una causa que consideraban digna del mayor sacrificio.
¿Es posible que un cristiano caiga en el demonismo? Lea 1 Corintios 10:20. Por otra parte, recordemos quién es el maestro de los disfrazados (2 Co. 11:13-15).
Las familias cristianas NO deben participar en ninguna forma de estos “festivales” paganos. Los niños no entienden lo serio que es esto. Creen que el disfraz es divertido. Y ciertamente en parte Satanás también es un personaje bastante divertido. Es penoso admitir que son muchas las iglesias y pastores famosos que también se disfrazan con el mismo fin y procuran ser lo más demoníacos posible, por lo menos para el 31 de octubre de cada año. Son los que cuestionan la Navidad el 25 de diciembre, pero difícilmente tengan problemas para ofrecer culto a Satanás y los demonios.
J. A. Holowaty, Pastor