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Boletin dominical - 21/11/10

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

Son muy pocos los cristianos que creen lo que la Biblia dice sobre el infierno.  Los hay también aquellos que creen que tienen una vida moralmente intachable,

   Hoy tratemos de captar un flash infernal.  Es fácil imaginar...

UN  VISTAZO  AL  INFIERNO
¿Qué veríamos y oiríamos si pudiéramos darnos una vuelta por el infierno?

Son muy pocos los cristianos que creen lo que la Biblia dice sobre el infierno.  Los hay también aquellos que creen que tienen una vida moralmente intachable, una buena reputación en su entorno (comenzando con su propia familia), que son muy caritativos y siempre socorren a cuantos necesitan de ayuda y que cumplen con todo cuanto su religión exige.

Pero... ¡Cuidado, porque el camino al infierno está pavimentado de buenas obras!  Para quienes estamos acostumbrados a la evangelización es muy claro que hablar del perdón de Dios y de la vida eterna por medio de la fe en Cristo Jesús, es mucho menos costoso con una piltrafa moral y espiritual que tratar de conducir al Salvador a quien “cumple fielmente con lo que su religión le prescribe”.  Que confiesa sus pecados a un hombre tan pecador como el penitente o peor, que reza, que se persigna, que repite sus mantras tales como: «Dios te salve», «Santa María», «Padre nuestro», etc.  ¿Probó evangelizar alguna vez a un pecador que parece “casi salvo”, el cual termina muriendo “casi creyendo”, por lo cual, como dice un conocido himno, «completamente perdido es»?

Si usted pudiera llegar al infierno solamente como curioso, permítame usar un poco de mi imaginación para decirle qué encontraría allí.  Y basándome en la Palabra de Dios, es probable que se encontraría con una solemne “reunión de oración”, ¡pero tardía!  Allí estarían de rodillas muchos jerarcas religiosos, grandes “evangelistas”, quienes brillaron en la televisión por las herejías que predicaron y enseñaron.

¿Qué estarán pidiendo?  Mejor dicho, ¿qué ESTÁN pidiendo? pues ahora mismo esto ocurre según lo relata nuestro Señor.  Incluso aquellos que se dejaron lavar el pobre cerebro para que creyeran el engaño de algunos “cristianos” que cuando uno muere sin ser salvo, se duerme, tal como ocurre con el sueño profundo que nos permite descansar, sólo para despertar al día siguiente; así también, dicen, es la muerte, con la diferencia que esa “noche” durará hasta el día de la resurrección cuando el Señor los llame para el juicio que se describe en Apocalipsis 20:11-15.  Incluso, dicen estos antiinfierno, que los perdidos resucitados volverán a morir y nunca más despertarán.

Nuestro Señor, en muy pocas palabras explicó a su generación y el Espíritu Santo inspiró a Lucas para que incluyera el relato del rico y Lázaro que encontramos en Lucas 16:19-31.  Resumiendo sus palabras lo que Él nos enseña es como sigue:

1. Muere Lázaro, quien representa al cristiano.  Al expirar, fue llevado por los ángeles al mismo lugar donde estaba Abraham, al cielo.  ¿Se imagina usted ver a unos cuantos ángeles rodeando su cama justo antes de partir al cielo?
2. Del que murió no siendo salvo, solamente se dice que su cuerpo fue sepultado.  Esto, porque más adelante se habla mucho del paradero de su alma.
3. Dice que este que nunca quería saber nada de la fe de Lázaro, ahora, ni bien llegó al infierno comenzó a orar también.  «¡Padre Abraham!», dijo, ya que Abraham es la semblanza de Cristo mismo.  ¿Sabe qué le piden los que ya están en el infierno?  ¡Le piden misericordia!  No olvide que la palabra «GRACIA» significa que el Señor nos da lo que no merecemos.  «MISERICORDIA» significa que Dios no nos da lo que sí merecemos.  Por lo visto el perdido en el infierno pedía que no le diera lo que merecía.  ¡Qué pena que tantos otros como él, hacen buenas y fervientes oraciones, pero demasiado tarde!
4. Este caballero desde el infierno le dice a Abraham... con la punta de su dedo húmedo, si toca mi lengua, me bastará, “porque estoy atormentado en esta llama”.
5. Su oración sí fue oída, pero la respuesta fue siempre negativa.

Si usted muere hoy sin Cristo, sin ser salvo, recuerde, usted verá a este caballero.  Pregunte por “Mr. El Rico...”

¿A quiénes verá usted en el infierno?  Le sorprenderá ver a muchísimos “cristianos”.  Habrá católicos romanos, ortodoxos, incontables carismáticos, protestantes de todos los gustos y filosofías; bautizados por inmersión y por aspersión; destacados predicadores que actuaron siempre disfrazados de grandes “reverendos”.

Si usted pudiera ir al infierno para luego regresar, tal como El Rico propuso que alguien fuera de entre los muertos, esto es lo que usted diría: «¡Por favor abandonen la vida sin Cristo y depositen su fe en Él!  ¡Allá en el infierno no encontré a una sola persona salva por la fe en Cristo!

   Le pregunté a algunos de mis conocidos a quienes había hablado de Cristo y me dijeron que no han visto a uno solo de los salvos.

   Les pregunté al grupo de oración si tenían respuesta a sus plegarias y me dijeron que sí, exactamente como aparece en Lucas 16:23-31.  Pero no tenemos ni la menor esperanza.  Ya sabemos que es inútil orar, pero de todos modos, en lugar de retorcernos en estas llamas, preferimos ocuparnos de algo.  Mientras hablaba con un grupo de condenados, apareció todo un reverendo y me dijo: ‘No me creerás, yo he leído la Biblia, pero me burlé del infierno’.  ‘¿Por qué?, le pregunté.  ‘Me parecía que eso era para asustar a los ignorantes’, respondió.

   Ahora recuerdo las palabras de Jesús: ‘Quedará expuesto al infierno de fuego’ (Mt. 5:22b).  Luego, ‘que todo su cuerpo sea echado al infierno’ (Mt. 5:30).  En Mateo 18:9 repite, ‘echado en el infierno de fuego’.  Luego, hablando Jesús con esos hipócritas, les dijo: ‘Recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijos del infierno que vosotros’ (Mt. 23:15).  A los mismos hipócritas el Señor les preguntó: ‘¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?’ (Mt. 23:23)».

Supongamos que alguien del “grupo de oración en el infierno” le pregunta a nuestro enviado imaginario: «¿De dónde viene usted?».  Él respondería: «El Señor me permitió venir para que vea de qué me salvó».
Luego el visitante pregunta a esos miserables infernales: «¿Ya vieron a Satanás?».  «No, porque leímos en la Biblia que él vendrá recién cuando nos trasladen del infierno al lago de fuego.  Allí, según recordamos, estarán ¡los tres!: Satanás, el Anticristo y el Falso Profeta.  ¡Qué horror con sólo pensar en lo que todavía nos espera!  Ahora sabemos todos que resucitaremos para comparecer ante el Gran Trono Blanco donde el Señor Jesús será el juez y para nosotros la condenación no tendrá alternativa alguna.  Esta tortura es eterna.  ¡Oh, qué terrible!».

      J. A. Holowaty, Pastor
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