Boletin dominical - 26/02/11
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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¿Quiénes están matando a tanta gente que se está muriendo de cáncer? ¡Es un implacable “cuarteto” compuesto por Monsanto (semilla transgénica), la Industria Farmacéutica, la Comunidad Médica (alópata) tal como la conocemos y las Compañías de Seguros!
¡Oh, si tan sólo nos detuviéramos por un momento a pensar en estos cuatro sembradores de la muerte!
Casi nadie sabe que el Dr. Otto Warburg fue galardonado en 1931 con el Premio Nobel de Ciencia y Medicina, por su descubrimiento sobre la causa del cáncer. Aunque pueden haber muchas otras causas secundarias, tales como contaminantes, envenenamiento con metales pesados, autointoxicación, exceso de grasa en el cuerpo, traumas, deficiencia nutricional, stress, ansiedad, etc., sin embargo el Dr. Warburg descubrió que la causa primaria del cáncer es la hipoxia, una deficiencia de oxígeno a nivel celular. Pero… ¿Cuántos conocen al Dr. Warburg y su descubrimiento hace ya tantos años? ¿Se usan sus descubrimientos en las facultades de medicina en algún lugar del mundo? Y si no ocurre esto... ¿Por qué?
El oscuro “cuarteto” ya mencionado, con todo su engaño, logró convencer a la mayoría de nosotros que los métodos que se usan hoy para supuestamente combatir el cáncer, son aceptados como dogma.
Otro médico, el Dr. Sorge dice: «El nombre del Dr. Warburg y su trabajo que le mereció el premio Nobel no son mencionados en ningún texto de medicina debido a que él no estaba de acuerdo con la quimioterapia, exactamente lo que el establecimiento Médico-Farmacéutico no desea oír». En los últimos 100 años la tesis del Dr. Warburg nunca ha sido refutada. ¿Por qué? Así es, usted ya tiene la respuesta: La “marcha fúnebre” del “cuarteto” mencionado, no lo permite. Monsanto se encarga de aplicar veneno en las semillas para que todo cuanto comamos ayude a provocar el cáncer. La soya, el sorgo, el trigo, etc... poco a poco va minando el mundo entero. Hasta la fecha en la Unión Europea están prohibidos los transgénicos y los únicos países que los cultivan son España y Rumania. Últimamente USA y Argentina ¡demandaron a la Unión Europea por negarse a recibir productos que estén libres de veneno!
Con esto no estoy afirmando que todos los médicos son criminales y participan de este genocidio. Existen médicos cuya meta es realmente ayudar al paciente a recuperar su salud, especialmente cuando de cáncer se trata.
Descubrí últimamente que el número de médicos que practicaron la medicina por muchos años, abandonaron su profesión y optaron por la Naturopática.
La firma Monsanto envenena el producto y así, el consumidor contrae cáncer y otros males, porque cree que lo que consume no lo daña. El farmacéutico luego provee veneno en cápsulas que la farmacología se encarga de proveer. El médico prescribe esa “medicina”. El Seguro de Vida (mejor dicho de muerte) cobra a cuantos encuentra para luego “pagar” los gastos de una nueva víctima. Así las cosas, el “templo” hacia donde se dirige el bien atendido por los primeros, va a la mortuoria. Allí termina su odisea, sus sufrimientos, que le ha costado mucho dinero. Pero nadie se lamenta, excepto los familiares, porque quienes están trabajando en la “INDUSTRIA DE LA MUERTE”, saben muy bien que su clientela, lejos de mermar, aumentará.
¿QUÉ HACER ENTONCES?
Un médico llamado Agolli dice: «¡Hay esperanza para los pacientes con cáncer cuando ayudan a fortalecer su sistema inmunológico para que combata el cáncer!». Él mismo también dice que los Centros Médicos Progressive ayudan a restaurar el sistema inmunológico al administrar un régimen desintoxicante seguido por la infusión de oxígeno hiperbárico para tratar la hipoxia con seguridad. La cámara hiperbárica administra 100% de oxígeno puro presurizado a cuatro libras por pie cuadrado con un concentrador de oxígeno a 10 litros por minuto. Además se administran otras terapias naturales para restaurar las células y tejidos que fueron dañados previamente por la quimio y la radiación. Los médicos del Centro Médico Progressive han dado ya pasos importantes para cambiar el cáncer sin la transfusión masiva de dinero en efectivo que ha inundado la medicina “ortodoxa”. Creen que la intención de Dios es que el cuerpo se sane por sí mismo cuando se le administra las condiciones y el alimento apropiados. Ellos a menudo ofrecen comenzar la sesión de un paciente con una oración por sanidad. También creen que el tratamiento más efectivo contra el cáncer es la prevención, un cambio en el estilo de vida que involucra usar un agresivo programa de bienestar de alto nivel.
Pero... ¿De qué nos alimentaremos si todo cuanto podamos comprar para hacerlo, ya sea frutas, harina, carne, leche, etc., está contaminado transgénicamente?
A mi juicio son muchos los que, aun sin ser cristianos declarados, por lo visto desean ayudar a la humanidad, valiéndose del peligro que corremos y de la capacidad que el Señor les dio para realizar la purificación del agua, a fin de evitar que después de comer lo contaminado, mediante la purificación del agua, el cuerpo quede libre de tanto veneno.
Recuerde: No piense que porque el médico le prescribe unas “pastillitas” y que luego al ingerirlas usted se siente bien, no se estará matando paulatinamente. Lea con cuidado lo que en cada frasco dice sobre los «posibles efectos colaterales negativos». El médico le dirá que usted debe tomar esas pastillas prolijamente. Si le hacen bien (lo que ocurre con frecuencia), él aumentará la dosis y el farmacéutico estará muy contento en venderle, sabiendo que su caso irá empeorando.
Cuando hablamos de «agua purificada» no nos referimos a cualquier purificador. ¡Cuán maravilloso y madrugador es el Señor! Él ha dotado a ciertos hombres quienes supieron fabricar purificadores nunca antes vistos. ¿El resultado? Esto lo veremos en otra oportunidad.
Con todo lo expuesto, no digo que algún día tal vez tenga que verme obligado a someterme a una cirugía. Esto se debería a que por muchos años yo mismo ignoraba lo que hoy me es claro. Quiera el Señor que nuestros hijos y nietos desde ya puedan alimentarse y no envenenarse.