Boletin dominical - 20/03/11
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Después de un “sacudón” tan grande en Japón, acompañado de la furia del mar (tsunami), es natural que los cristianos nos preguntemos si no será todo esto un preaviso de la proximidad del Señor.
Después de un “sacudón” tan grande en Japón, acompañado de la furia del mar (tsunami), es natural que los cristianos nos preguntemos si no será todo esto un preaviso de la proximidad del Señor. Si usted piensa así, ciertamente debe estar en lo correcto. No es necesario leer mucho la Biblia para darnos cuenta del lugar que ocupan los terremotos entre los desastres que precederían el arrebatamiento de la Iglesia, ya que luego, los azotes de todo orden continuarán aumentando en número y empeorando en destrucciones.
Tomemos las palabras de nuestro Señor en Mateo 24:3-8: “Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores”. Un estudio muy breve de estas declaraciones del Señor nos muestra un cuadro inequívoco del poco tiempo que nos queda aquí como IGLESIA MILITANTE. Muy pronto todos haremos parte de la TRIUNFANTE. He aquí un breve bosquejo:
1. La gran apostasía (vs. 4, 5). No es necesario hablar mucho para darnos cuenta de la apostasía de nuestros días. No hay denominación que se haya librado casi de la noche a la mañana de extrañas enseñanzas y manifestaciones que en el pasado eran vistas como brujería y paganismo. Pero no pierda de vista que es la primera manifestación entre las que el Señor enumera. Este fenómeno (la apostasía), ya tuvo su aparición en los días de los apóstoles: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Ti. 4:1). Hace ya algunas décadas que el clamor de muchos cristianos es: «¡No puedo encontrar una sóla iglesia Bíblica en mi ciudad!».
2. Luego tenemos: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras” (v. 6a). Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, los políticos de todo el mundo se reunieron en lo que entonces se conocía como «La Liga de Naciones» y declararon: «Nunca más guerra». ¿Se cumplió esta predicción y deseo de esos gobernantes? Todo lo contrario, pues las guerras aumentaron. ¿Qué dijo el Señor a los cristianos? “Mirad que no os turbéis”. ¿No será que el Señor está clasificando a los cristianos para que los impíos sean aún más impíos y los salvos busquemos la santidad?: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía” (Ap. 22:11).
¿Qué está ocurriendo hoy entre las naciones? Escuchamos que hay peligro debido a las bombas que tienen algunos países, cuya condición de hambre podría llevarlos a la aventura de una guerra cuyas consecuencias es difícil imaginar. ¿Qué pasa entre India y Paquistán? ¿Qué pasa entre Corea del Norte y del Sur? ¿Qué pretenden los gobernantes de Irán y de Siria para con Israel?
3. El tercer acontecimiento o la tercera señal, es lo que dijo el Señor en el versículo 7: “Y habrá pestes”. Como si faltaran las pestes, ahora tenemos algo que abarca la mayor parte del mundo y para alimentarnos, tendremos que recurrir a los transgénicos de Mr. Monsanto. ¡Dios nos libre de semejante peligro! A pesar del gran adelanto científico, los antibióticos, los sorprendentes transplantes y el conocimiento en cuanto a la alimentación y el agua que bebemos, el mayor peligro actualmente no es necesariamente el hambre, sino el alimento que se nos ofrece mediante la semilla transgénica, la cual impera en prácticamente todo el mundo.
4. “Hambres” (v. 7). Siempre hubo hambre en algunos lugares del mundo, pero como la población ha aumentado casi exponencialmente, pareciera que los esfuerzos de tantas organizaciones por alimentar a los hambrientos en África y en algunos países de Asia, han fracasado.
5. Finalmente, dijo el Señor: “Terremotos en diferentes lugares” (v. 7). Podemos ver que el Señor no solamente habló del rostro del planeta tierra para cuando estaríamos para ser arrebatados, sino que siguió la secuencia cronológica de cada una de esas manifestaciones. Vuelva a leer el versículo 7 de Mateo 24.
El Señor termina diciendo: “Y todo esto será principio de dolores” (v. 8).
Pero esto no es todo, porque el Señor dijo otras cosas las cuales podemos encontrar registradas por Lucas.
Las “…señales en el sol, en la luna y en las estrellas…” ¿Qué hará la gente? Lucas nos dice: “…Y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas” (Lc. 21:25).
No será para menos. Apenas falta un poco para que el Señor haya usado la palabra «tsunami» cuando habla de “bramido del mar y de las olas”. ¿Qué cree usted cuando dice: “Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra...” (Lc. 21:26a)?
No se engañe, porque esas cosas “sobrevendrán en la tierra”, serán el resultado de manifestaciones cósmicas. Literalmente dice: “…Porque las potencias de los cielos serán conmovidas” (Lc. 21:26b).
El espacio no me permite continuar, pero permítame decirle que, después de leer los textos indicados aquí, pase a Apocalipsis 6:1-8.
¿Algún japonés pensó que esa noche vendría el desastre, la muerte a miles de hombres, mujeres y niños?
Cuando usted se acuesta a dormir, ¿piensa que, tal vez mañana ya no esté aquí en este planeta porque habrá sido llevado, no a la tumba, sino a la presencia del Salvador?
¡Quiera el Señor hacernos ver que la vida no la tenemos comprada, y que únicamente mientras estamos en nuestro cuerpo podemos ser salvos! Si aún no le pertenece al Autor de la vida, Cristo Jesús, arrepiéntase y deposite su fe en él, porque las cosas que sobrevendrán con la Gran Tribulación, se manifestarán en toda su fuerza una vez que el Señor recoja a los suyos.
J. A. Holowaty, Pastor