Boletin dominical - 11/09/11
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Al dar un vistazo al avance de la electrónica y todo cuanto tiene que ver con el sistema de comunicación y la rapidez con que podemos movilizarnos. Pero… ¿pensó usted alguna vez en lo que el Creador ha hecho en la creación?
Tomemos el caso del hombre y nos quedaremos asombrados ante la grandeza de Dios. Por ejemplo:
• Una máquina del tamaño del edificio de Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York.
• Un sistema de refrigeración, con una potencia de enfriamiento igual a la de las cataratas del Niágara.
• Y una fuente de energía que produzca tanta electricidad como la que se utiliza en las casas e industria del entero estado de California.
El corazón es una maravilla que realiza un trabajo bien difícil. Puede mantenerse latiendo automáticamente aunque otros de sus nervios estuvieran cortados. ¡Y qué latidos!
Late un promedio de 75 veces por minuto, 40 millones de veces en un año, unos 2.000 millones o 2.500 millones de veces en una vida de 70 años. Con cada latido, el corazón adulto promedio descarga cerca de cuatro onzas de sangre. Esto suma unos 3.000 galones al día ó 650 mil galones por año, suficiente para llenar más de 81 carros tanques de 8.000 galones cada uno.
La labor que realiza el corazón en una hora es suficiente para levantar a una persona de 100 kilos, hasta el tope de un edificio de tres pisos. En doce horas produce suficiente energía para levantar a un carro tanque de 65 toneladas, a unos 30 centímetros del suelo y en 70 años puede originar suficiente energía para mantener elevada fuera del agua al barco de batalla más grande.
Además, según un cálculo que se ha hecho, nuestros vasos sanguíneos podrían rodear dos veces la Tierra si se extendieran el uno a continuación del otro.
La piel resulta extraordinaria como cubierta protectora, es impermeable, ayuda a regular la temperatura del cuerpo, detiene y destruye las bacterias patógenas, hace crecer el pelo, excreta líquidos y sales, y por medio del sentido del tacto nos permite relacionarnos con el mundo que nos rodea.
Pero eso no es todo, la piel también absorbe los rayos ultravioleta de la luz del sol y los convierte en ciertas sustancias químicas, tal como la vitamina D, que el organismo necesita para poder utilizar adecuadamente el calcio.
Este vestido natural que nos cubre pesa entre tres a cinco kilos. Si lo extendiéramos sobre una superficie, cubriría un área de un metro de ancho por dos de largo.
Cada día aspiramos y exhalamos unos 19.000 litros de aire. Al hacerlo cumplimos dos propósitos. Primero, le suministramos al organismo el oxígeno que necesita para la combustión de los alimentos, proceso del que las células obtienen su energía. Segundo, eliminamos el bióxido de carbono, que es el producto de desecho de las funciones vitales. Cuando aspiramos introducimos a los pulmones oxígeno, un gas que constituye aproximadamente el 20% del aire puro. Al exhalar el aire eliminamos el exceso de bióxido de carbono.
Si usted es un adulto con un peso promedio, esto es lo que su cuerpo realiza en 24 horas.
• Su corazón late 103 mil 689 veces.
• Su sangre realiza un recorrido de 270 millones, 362 mil, 400 kilómetros.
• Respira 23.040 veces.
• Inhala doce metros, 476 centímetros cúbicos de aire.
• Come dos kilos y un cuarto de alimento.
• Bebe dos litros de líquido.
• Habla cuatro mil 800 palabras, incluyendo algunas innecesarias.
• Mueve 750 músculos.
• Sus uñas crecen once mil 684, cien millonésimas de centímetros.
• Su cabello crece 435 mil 356, diez millonésimas de centímetros, y
• Ejercita siete millones de células cerebrales.
J. Holowaty, Pastor
¿Qué lugar le concede usted a los asuntos espirituales en su Iglesia?
Cierto evangelista estaba dirigiendo una campaña en determinada Iglesia. El lunes por la noche, tres jóvenes pasaron al frente confesando su fe en Cristo; el martes lo hicieron dos más, y el miércoles ya eran seis los que habían confesado que Jesús era su Salvador personal. EI evangelista se preguntaba cuál era el secreto de esta manifestación del Espíritu; pero hasta el fin de la semana no se enteró del secreto: En la Iglesia había una hermosa señorita quien gozaba de gran simpatía; era líder de un grupo en su Unión de Preparación, y quería presentar un buen programa el domingo por la noche; por consiguiente repartió las partes y trabajó mucho durante la semana en la preparación del programa.
El sábado por la tarde una de sus amistades la llamó y la invitó para que se uniera a un grupo de jóvenes que pasarían el fin de semana en la playa.
Ella quería ir, pero sabía que su deber estaba en su Iglesia y con el grupo que lideraba, de ahí que rehusó la invitación. Sus amigos le dijeron cuan tonta era, al fin y al cabo nadie estaría en la reunión, puesto que seis de los alumnos de su clase iban a estar ausentes.
Pero el domingo por la noche se sorprendió cuando al llegar al templo encontró que allí estaban los que habían ido a la playa. Esto fue lo que le dijeron:
Virginia, tuvimos un mal viaje, no gozamos de la playa ayer y esta mañana decidimos regresar a fin de llegar a tiempo para la Unión de Preparación y para el servicio de Predicación.
No es extraño que estos seis jóvenes fueran los primeros en aceptar a Cristo en el culto de aquella noche y las siguientes.
Pero he aquí una importante pregunta: ¿Qué hubiera ocurrido si Virginia hubiera abandonado su lugar de deber para participar en el recreo? Los demás jóvenes no hubieran sido impresionados por su fe, ni hubieran sentido la importancia de asistir a la Iglesia.
Los placeres del mundo son pasajeros, el entusiasmo pronto fenece; pero el placer supremo se encuentra en el servicio fiel al Señor.
J. Holowaty, Pastor