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Boletin dominical - 08/01/12

  • Fecha de publicación: Lunes, 09 Enero 2012, 22:26 horas

Examinemos a continuación algunas de las herejías del falso cristianismo a la luz de la Palabra de Dios, la Biblia.  Después de analizar algunas de estas falsas enseñanzas, es fácil darnos cuenta de que la persona que adopta tanta invención de los hombres, desconoce totalmente las enseñanzas de la Biblia.

      Comencemos con el… «Sagrado Corazón».

     El popular dogma católico del Sagrado Corazón de Jesús o el Corazón Inmaculado de María, no tiene ninguna base bíblica, sino que proviene del reino del ocultismo.  El “Sagrado Corazón” es descrito como un objeto visible y radiante dentro del pecho de Jesús o en ocasiones es María quien lo sostiene en su mano.  ¡Verdaderamente un corazón bien extraño!  Aquí tenemos una fuente mágica de poder y protección, con una extraña identidad propia.  La devoción está dirigida a este objeto místico el cual llega a convertirse en un reemplazo sutil de una relación personal con Cristo y devoción a Él.

     El corazón del Señor Jesucristo, indudablemente es inmaculado, perfecto, sin pecado.  Aunque es 100% hombre, también es Dios.  Ninguna otra persona ha estado jamás sin pecado, “...porque no hay hombre que no peque...” (1 R. 8:46).  “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Ec. 7:20).

     Si alguien argumenta que estas Escrituras fueron dadas antes del nacimiento de María, entonces permítame citarle estas otras que fueron registradas después de su muerte: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23).  “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Jn. 1:10).  Estas declaraciones no hacen excepción alguna, ni Pablo ni Juan en ningún momento hacen un caso especial de María.

     “El Inmaculado Corazón de María”, no sólo demanda devoción igual, sino mayor que la que se le da a Cristo.  Durante las apariciones de Fátima, los niños dijeron que para traer la paz en la tierra había que tener devoción, no por el Corazón de Jesús, sino por “El Inmaculado Corazón de María”.

 

La Inmaculada Concepción

 

     Atribuirle un “Corazón Inmaculado” a María es negar su pecaminosidad humana.  De hecho, esto es confirmado por otro dogma relacionado: el de la Inmaculada Concepción.  Esta herejía fue primero popularizada por medio de los esfuerzos de Eadmer, un monje británico del siglo XII, y fue finalmente declarado como un dogma por el papa Pío XI en 1854.  Enseña que María «desde el primer momento de su concepción, por una gracia singular y privilegio del Dios Todopoderoso, en vista de los méritos de Cristo Jesús el Salvador de la humanidad, fue preservada libre de toda mancha de pecado original y permaneció sin pecado toda su vida».

     Se arguye que esta gracia extraordinaria fue extendida a María para guardarla sin pecado.  Este reclamo contradice la entera lógica de la Biblia.  Si era posible guardar a María sin pecado entonces, ¿por qué Dios no hizo lo mismo con Adán y Eva impidiendo así en primer lugar que el pecado entrara en el mundo?  Adán y Eva no fueron concebidos inmaculadamente por padres pecadores, fueron creados por Dios sin pecado y colocados en un medio perfecto sin pecado; pese a todo pecaron.  Cualquiera criatura con el poder para decidir, con excepción del propio Dios, pecaría inevitablemente.  Si este no fuera el caso, entonces Dios nunca habría permitido el pecado.

     La única forma de impedir que la humanidad peque, es quitándole el libre albedrío.  Pero eso nos convertiría en robots, haciendo imposible que amáramos a Dios o a nuestros semejantes, porque el ingrediente esencial del amor es el libre albedrío.  Vence el poder del pecado sin destruir el poder de elección, sólo por el plan de redención de Dios, es decir mediante la muerte de Cristo como expiación del pecado.  El amor en el corazón de los redimidos brota como agradecimiento por todo lo que Dios ha hecho por ellos.

     Es Cristo morando por fe en el corazón, y la esperanza de que un día estaremos eternamente con Él y en la presencia de Dios, lo que hace del creyente cristiano una nueva criatura, sin las propiedades sensuales que contribuyen al pecado.  Esta redención completa que es el mensaje entero de la Escritura sería superflua si la exención de pecado pudiera lograrse simplemente por la extensión de una gracia particular, tal como en el caso de María.  Esa herejía socava toda la Biblia.

     Finalmente, la negación del lugar de María como una «pecadora salvada por gracia» tiene su efecto, ya que la coloca en el lugar de una diosa.  Aunque el catolicismo niega esta acusación, eso es exactamente lo que ocurre en la práctica.

     Por ahora dejaremos aquí el estudio del paganismo “cristiano”.  Pero es bueno incluir lo que el apóstol escribió a Timoteo: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.  Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Ti. 4:1-4).

            Nadie ni nada ha corrompido más el cristianismo bíblico que el sistema Católico Romano.  Con razón Juan nos dice que se trata de “un misterio”: “Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA” (Ap. 17:4, 5).

 

            J. Holowaty, Pastor

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