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Boletin dominical - 29-01-12

  • Fecha de publicación: Domingo, 04 Marzo 2012, 08:39 horas

Desde hace ya algunos domingos usted recibe mensajes que le permiten ver la abismal diferencia entre el cristianismo y el romanismo.

     Un católico cree que el bautismo de agua le imparte vida divina, como dice en el parágrafo 694 del Catecismo Católico:

«...Así el agua bautismal significa realmente nuestro nacimiento a la vida divina...»

     Esta es una de las herejías mayores del romanismo, pero son muchos los que no son partes de esa religión, quienes también creen que el bautismo es indispensable para la salvación.

     “La regeneración por el bautismo” es un vestigio del catolicismo herético del cual Martín Lutero y otros reformadores nunca pudieron librarse y del cual dependen todavía algunos grupos protestantes.  La Iglesia Unida Pentecostal, declara por ejemplo: «El agua del bautismo es una parte esencial de la salvación del Nuevo Testamento... Sin un bautismo apropiado es imposible entrar en el Reino de Dios».

     Sin embargo, lejos de enseñar tal doctrina, la Biblia señala que Cristo, el Salvador de los pecadores, nunca bautizó a nadie: “Aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos” (Jn. 4:2).  Y que Pablo sólo bautizó a unos pocos, incluso no estaba seguro respecto a cuántos había bautizado: “Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo, para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre.  También bauticé a la familia de Estéfanas; de los demás, no sé si he bautizado a algún otro” (1 Co. 1:14-16).  Como ha comprobado, estos pasajes de la Escritura contradicen la enseñanza de que el bautismo es esencial para la salvación.

     Es claro que alguien más bautizó a los cristianos en Corinto.  Pese a todo, Pablo se llama a sí mismo su “padre” y explica, “Pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” (1 Co. 4:15).  Pablo había sido el medio para la salvación de ellos, sin haberlos bautizado.  Si el bautismo fuera esencial, de hecho si fuera uno de los medios para experimentar el nuevo nacimiento, entonces Pablo no se habría llamado a sí mismo padre que los había engendrado en Cristo Jesús.

     Lejos de ser salvos mediante el bautismo, los corintios, tal como Pablo les recordó, fueron salvos por creer en el evangelio: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.  Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Co. 15:1-4).

     Pablo en ningún momento sugiere siquiera que el bautismo salva, en lugar de eso enseña en forma consistente que la salvación sólo proviene de creer en el evangelio.  El apóstol afirma esto en forma repetida.  Note por ejemplo lo que dice Romanos 1:16: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree...”  En esta declaración de Pablo no hay una sola palabra respecto al bautismo.  De hecho, Pablo va más allá al declarar: “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio...” (1 Co. 1:17).

     Pero entonces... ¿Qué con respecto a Marcos 16:16 que dice: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”?  Bueno, esta Escritura no dice que el bautismo salva, sino que debe acompañar la salvación.  Son los salvos los que se bautizan, por eso dice el resto del versículo “mas el que no creyere, será condenado”.  La Biblia no dice en ningún lugar que el que no se bautiza será condenado.  Tampoco declara que creer no es suficiente, en ninguna parte leemos una declaración como esta: «Si sólo cree pero no se bautiza está condenado».

     Pero sí encontramos porciones que dicen: “El que creyere será salvo” y una sola vez leemos: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo...”  Hay decenas de versículos que declaran que si no creemos en el evangelio o no creemos en Cristo somos condenados, pero no hay uno solo que diga que si no nos bautizamos somos condenados.  Si la falta del bautismo condenara el alma irremediablemente por la eternidad, la Biblia no excluiría una advertencia tan importante.

            El bautismo es una declaración pública de que uno ha creído en Cristo y al hacer esto ha aceptado su muerte, entierro y resurrección para poder ser salvo.  Es un acto de obediencia a una ordenanza del Señor, como tal, todo cristiano debe ser bautizado, pero no es esencial para la salvación.  El ladrón que estaba en la cruz nunca fue bautizado: “Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.  Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23:42, 43).

             J. Holowaty, Pastor

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