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Boletin dominical - 15/04/12

  • Fecha de publicación: Jueves, 12 Abril 2012, 01:31 horas

Muchos hermanos nos preguntan por qué la versión Reina-Valera 1960 es la preferida de los cristianos bíblicos fundamentales y por qué rechazamos las otras.  Estaremos informando sobre el por qué.

Es evidente que estamos viviendo en los días finales de la dispensación de la gracia, y que la venida del Señor está muy cerca.  La apostasía se está manifestando en todo el mundo y en todas las esferas de las denominaciones llamadas cristianas.  Nos encontramos en presencia de dos puntos de vista, dos criterios, dos frente de batalla.  Por un lado están los llamados liberales,  que de un modo consciente o inconsciente, tratan de socavar los fundamentos de nuestra fe en las Sagradas Escrituras.  Dicen que la Biblia contiene errores e interpolaciones, aseguran que simplemente le provee a los lectores modernos mitos y ficciones literarias del mundo antiguo.  Basándose en esto, niegan las verdades que hay en ella y rechazan la necesidad de una fe personal.  Pretenden modificar el criterio que ha prevalecido en la esfera de los hombres de fe por espacio de 3.500 años, afirmando que la mayoría de los libros del Antiguo Testamento no fueron escritos por los hombres cuyos nombres aparecen encabezando los libros en cuestión.  Tampoco en las fechas que tradicionalmente se ha creído.

Por otro lado nos encontramos los que creemos en la inspiración de las Sagradas Escrituras. Quienes afirmamos que la Biblia no contiene errores.  Los que mantenemos el criterio de que Moisés escribió Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, y que el libro de Isaías lo escribió Isaías, y el de Daniel, Daniel.
La Biblia Reina-Valera 1960 debe su nombre a la suma de esfuerzos de Casiodoro de Reina, su autor principal, quien la tradujo al español y de Cipriano de Valera, su primer revisor.  Ambos eran monjes católicos jerónimos del Monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, Sevilla.  Se habían exiliado de España después de ser perseguidos por la Inquisición debido a sus abiertas simpatías con las ideas de los reformadores protestantes Lutero y Calvino.

Como tantos otros cristianos en busca de libertad en aquellas lejanas fechas, los dos emprendieron un camino sin retorno al corazón de Europa, dejando huellas de su fe, protesta, sacrificio, valor, amor y trabajo a su paso por Francia, Suiza, Alemania, Bélgica, Holanda e Inglaterra.  Se separaron finalmente en Londres, donde Valera permaneció, mucho más sedentario, mientras Reina, continuó el éxodo de los protestantes perseguidos desde Sevilla, Ginebra, Londres o Amberes.

Mientras, Felipe II y los inquisidores no repararon en métodos y gasto para calumniarlos, secuestrarlos o, como ocurriera con otros, asesinarlos, ellos pudieron experimentar la oportuna protección de Dios y de sus hermanos en la fe, aunque esto último no impidió que el tribunal de la Inquisición los quemara simbólicamente el 28 de abril de 1562 en Sevilla, y colocara su obra en los índices de libros prohibidos.
Los dos se casaron en Londres y, curiosamente, ambas esposas se llamaban Ana.  Ellas les dieron hijos y sufrieron junto a toda la familia, privaciones, persecución y todo tipo de polémicas, por su fe en Cristo y en su Palabra inspirada.

Tanto Reina, como Valera, son más conocidos por su condición de traductores bíblicos que por sus otras obras.  Casiodoro de Reina, murió en 1582, y como ya dijera fue un religioso jerónimo español converso al protestantismo, famoso por realizar la muy reconocida traducción castellana de la Biblia llamada la Biblia del Oso, que es la primera traducción al castellano del texto sagrado, de la Vulgata.  Mientras Cipriano de Valera, refugiado en Ginebra, fue su primer revisor.

Gracias a la cuidada y económica edición facsímil que en 1992 hiciera la Sociedad Bíblica de España, hoy podemos disfrutar con mayor acceso al primer texto de Reina, y conocer las pocas modificaciones introducidas por Valera.

La Versión Reina-Valera 1960

     Con el paso de los días se va acentuando la división en la esfera del cristianismo entre “liberales” y “conservadores”, entre apóstatas y ortodoxos.  Los primeros, se aprestan para el ataque, los segundos, para la defensa.  Ahora nos vemos confrontados con una conspiración en contra de la versión Reina-Valera 1960.  Parece que uno de los objetivos de Satanás, es la eliminación de la mencionada versión que, por ser la Palabra de Dios, constituye el bastión de la fe entre los evangélicos hispano hablantes.

La revisión Reina-Valera 1960, ha sido buena por más de 50 años; pero ahora, de la noche a la mañana, los “liberales” dicen que es mala, indigna de confianza, y que debe ser sustituida por otra versión que se ajuste mejor a las creencias y doctrinas personales de ellos.

Y como si esto fuera poco, individuos que acaban de aprender el idioma español, sin haber siquiera superado el a, b, c ahora son los “expertos”, siendo los primeros en hallar faltas en una traducción tan maravillosa.  Es como si yo tratara de corregir la Biblia en guaraní, usando mi “profundo conocimiento” y dominando no más de diez palabras.

Para el año 1946 la Sociedad Bíblica Americana y la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera informaron, que se habían recibido numerosas sugerencias sobre la necesidad de una revisión de la Biblia.  Muchos consideraban que la gramática y su estilo del vocabulario eran anticuados. Aunque la Biblia Reina-Valera 1960 había experimentado varias revisiones menores, todavía retenía mucho de la gramática y las expresiones anticuadas de la traducción Casiodoro de Reina de 1569.  La idea era producir una versión que conservara la belleza de la Valera, pero que exhibiera el idioma y la ortografía prescrita por la Real Academia Española que era la autoridad primaria en materia del idioma.

NOTEMOS EL CALIBRE DE HOMBRES QUE INTERVINIERON EN LA ACTUALUZACIÓN DE LA REINA-VALERA 1960 QUE USAMOS NOSOTROS HOY

     Se escogieron a hombres competentes en exégesis bíblica, con un profundo conocimiento del español y de buena reputación entre los evangélicos.  Esta lista incluyó los siguientes criterios para seleccionar los miembros del comité de revisión.

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