Boletin dominical - 10/06/12
- Fecha de publicación: Sábado, 26 Mayo 2012, 18:46 horas
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Desde que comenzara el año 2011, la serie de desastres, tanto naturales, como esos productos del hombre, parecen no detenerse. Primero fue el estallido de las revoluciones a todo lo ancho del Medio Oriente. Luego vino el gigantesco terremoto en Japón, el subsecuente tsunami, la terrible situación de sus reactores nucleares, y finalmente una serie de tornados asesinos en el territorio de Estados Unidos.
Muchos me han preguntado ya a través de Respuesta Bíblica, cuáles son las implicaciones proféticas de estos eventos, y les he dicho que no hay necesidad de hablar mucho de esto, porque ya lo he hecho por años, advirtiendo que la Biblia indica claramente que en los últimos días habrá guerras entre las naciones, rebelión en medio de ellas y señales de varias clases. Tal como declaró el Señor Jesucristo en Mateo 24:7: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mt. 24:7 y 8).
Estamos siendo testigos del cumplimiento de la profecía ante nuestros propios ojos. El Señor está próximo a regresar y Dios Padre está proclamando ese hecho por medio de señales de los tiempos que están profetizadas en su Palabra. Fue el propio Jesús quien dijo: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mt. 24:42-44).
Por esta razón, muchos creen que no hay nada que podamos hacer para tener una idea respecto al tiempo de su retorno, pero Pablo dejó bien claro en 1 Tesalonicenses 5:1-6, que esto no concierne a los cristianos.
Pablo se estaba refiriendo a la luz del Espíritu Santo que mora en los creyentes verdaderos y quienes son iluminados por medio del estudio de las Escrituras a fin de conocer los tiempos y las ocasiones del Señor. Como dice 1 Juan 2:27: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”.
De hecho, el propio carácter de Dios lo obliga a advertirle a su pueblo del retorno inminente de su Hijo, porque tal como dice Apocalipsis 19:11-16, Jesús regresará airado para juzgar a las naciones, y Dios nunca derrama su ira sobre la humanidad sin una advertencia. Además, no quiere “… que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”(2 P. 3:9b).
Por consiguiente, Él siempre da advertencias antes de ejecutar su ira. Lo hizo con el mundo prediluviano por medio de Noé durante 120 años. Y advirtió a los habitantes de Sodoma y Gomorra por medio de Abraham.
Envió a Jonás para alertar a la ciudad pagana de Nínive y a Nahum a la misma ciudad 150 años después.
El Creador asimismo está advirtiéndole a la humanidad en estos últimos días, que su Hijo está próximo a regresar y está instándola al arrepentimiento. El mensaje de esta hora para los no regenerados podríamos resumirlo con estas palabras: «Huyan de la ira que se avecina y refúgiense de inmediato en los brazos amantes de Jesús». El Señor Jesucristo vino la primera vez como una expresión del amor de Dios. Llegó para morir por los pecados de la humanidad, pero cuando regrese, vendrá a derramar su ira divina sobre esos que rechazaron el amor y la gracia del Padre.
El pronto retorno de Jesús también porta un mensaje para los creyentes, para que los cristianos tibios y carnales sometan sus vidas en santidad, tal como dijo Pablo: “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Ro. 13:12-14).
La Biblia nos advierte que el fin de la vida tal como la conocemos terminará abruptamente. La gran mayoría de los 700 mil millones de habitantes del planeta quedarán sorprendidos, pero a nosotros se nos dice: “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas” (1.Ts. 5:1-5).
J. Holowaty, Pastor