Menu

Escuche Radio América

Boletin dominical - 05/08/12

  • Fecha de publicación: Sábado, 30 Junio 2012, 12:30 horas

Continuamos con el tema: «El cristiano y los deportes» (II).

Pablo aclara que al decir: “No os juntéis”, habla específicamente de cristianos que dicen ser nuestros hermanos, pero que andan desordenadamente, practicando pecados tales como: la inmoralidad sexual, la idolatría, la borrachera y cosas parecidas, en ese mismo contexto. Vemos entonces que, en muchos aspectos, aunque no nos guste nos parecemos demasiado a los demás.

Muchas de las cosas que hacen los no salvos, no son malas; se visten como corresponde, estudian, asisten a encuentros deportivos, etc.  Debemos comprender esto antes de fijar pautas en lo que a deporte se refiere por ejemplo.  Y aunque en América Latina, sin duda lo más popular es el fútbol, deseo tocar aquí todo cuanto tiene que ver o gran parte de lo que tiene que ver con los deportes.

Pero… ¿Habla la Biblia acerca del deporte?  Al leer lo que dice el apóstol sobre los deportes de sus propios días, tengo la impresión que Pablo era algo así como un aficionado a los deportes.  Sería difícil que a un hombre al que no le gustara para nada el deporte, usara tantos detalles sobre sus variadas disciplinas para esclarecer su mensaje.  Tomemos como ejemplo estas palabras de Pablo:¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio?  Corred de tal manera que lo obtengáis.  Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible (1 Co. 9:24, 25).

La carrera era muy conocida para Pablo, lo mismo que la lucha.  No sé si usted alguna vez ha visto lo que es la lucha grecorromana profesional, donde lo que vale no es necesariamente la fuerza, sino el arte, la habilidad de hacer que el rival caiga y con ello pierda puntos.  Este deporte rara vez puede verse por televisión, pero es realmente un deporte.  Lo que Pablo destaca es, cómo los atletas se preparan para una competencia, porque la meta de cada uno es ganar, ¿no le parece?

Hacen muchos ejercicios, realmente ejercicios agotadores y a veces dolorosos.  Llevan hasta el mismo límite la resistencia de sus cuerpos.  Se abstienen de muchos alimentos para no aumentar de peso, y para darle al organismo solo los nutrientes adecuados.

Lo notable es que los griegos a quienes Pablo escribe en la ciudad de Corinto eran muy conocidos por su espíritu deportivo.  De hecho, los «Juegos Olímpicos» o, si usted quiere «Olimpiadas» se originaron en Grecia.

Pero veamos lo que dice al respecto el Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado: «Juegos olímpicos: Juegos que se hacía cada cuatro años en Olimpia.  Las olimpiadas de Grecia antigua celebradas cada cuatro años en honor al dios Zeus.  Se iniciaron según la tradición en el año 776 A.C».

Ahora note que Pablo de ninguna manera les dice que ahora que se han convertido ya no tienen nada que ver con los deportes.  ¡No!  Por el contrario usa este ejemplo porque sabe que está escribiendo a unos hermanos fanáticos de varios deportes allá en Corinto.

Solo piense por un momento, si Pablo hubiera estado convencido de que los deportes eran pecaminosos, ¿cree usted que se habría servido de estos ejemplos para explicar verdades fundamentales de la fe cristiana del aspecto espiritual?

En la Biblia de Estudio de Ryrie en español hablando sobre este mismo pasaje, Ryrie dice: «Pablo deduce una ilustración de los juegos atléticos bien conocidos de sus lectores que eran celebrados cada dos años en Corinto.  Para ser ganador es mejor entrenarse diligentemente.  En los juegos del istmo de Corinto el premio era… ¡Una corona de ramas de pino!».

Ahora, no me extrañaría que algunos hermanos en Corinto participasen en estos juegos, y que incluso algunos de ellos fueran hasta entrenadores.  En este mismo capítulo, Pablo amplía lo espiritual y termina diciendo: “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Co. 9:26, 27).

Pablo de ninguna manera está sugiriendo que podría perder la salvación, sino que usa la analogía para aclarar que él al igual que los entrenadores de juegos deportivos era un entrenador, pero de la causa del evangelio.  Su trabajo evangelístico era establecer una iglesia, enseñar y cimentarla en la sana doctrina (entrenarlos).  Claro que si enseñaba una herejía de inmediato quedaría descalificado como maestro, como entrenador.

Pero… ¿Quiere decir que por todo esto podemos marcharnos a las canchas y patear con toda la fuerza el balón?  Total si todo está bien, qué problema hay.  Bueno, en cierto modo la respuesta es sí.  Pero debo aclarar que existen circunstancias en que el deporte, cualquiera de ellos es malo, y el cristiano debe evitarlo.

El deporte en sí no tiene nada de malo, como tampoco es pecado comer carne por ejemplo, salvo que a uno le haga mal por su salud.  El deporte ni es pagano ni es cristiano, es solo deporte.  Usted no es mejor ni peor cristiano porque coma o deje de comer aquello o lo otro.  Pablo dijo: “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.  Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres.  El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido” (Ro. 14:1-3).  Si Dios le ha recibido… hermanos, tenemos que hacer lo mismo.

Si parafraseamos estas palabras, y en lugar de comida colocamos juegos o deportes, que da igual, diría así: «Recibid al débil en la fe, pero no para discutir sobre deportes.  Porque uno cree que se puede participar del fútbol y de otros deportes, otro que es débil lo rechaza todo.  El que es fanático de un cuadro deportivo o le gusta jugar, no menosprecie al que se opone a este y a otros juegos parecidos.  Y el que no juega ni asiste a los estadios, no juzgue al fanático de los deportes; porque Dios ha recibido a ambos».

            J. Holowaty, Pastor

volver arriba