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Boletin dominical - 11/08/12

  • Fecha de publicación: Domingo, 12 Agosto 2012, 12:30 horas

¿Cuán importante es el vestir, los aretes, la cabellera, los brazaletes y quien sabe cuántas otras cosas que suelen ser parte del vestir de las damas? Ni la cabellera ni el vestir es tan grave como la lengua.

Por otro lado, el joven que goza de los deportes no debe argumentar con esos hermanos que no comparten su punto de vista.  Para ellos esto es incorrecto y el joven debe respetar su opinión.  Pero el hermano mayor, sea anciano o líder de la iglesia, de igual manera debe asumir la misma posición y respetar al joven que ama los deportes.

Si una de las partes insiste en que la otra no debe existir, entonces el deporte es malo.  No porque sea malo en sí, sino que el espíritu que está dividiendo a los hermanos es dañino y es malo, y hay que evitarlo.  Pero… ¿Quién debe ceder?  ¡De nada vale esta pregunta!  Porque en estas cosas cederá siempre el más maduro.

Si el antideporte es maduro dirá: «Bueno, no estaré cuestionando algo que a mí no me gusta como persona y que la Palabra de Dios no prohíbe.  No me gusta, pero no quiero que los jóvenes de mi iglesia se sientan culpables innecesariamente o que dejen la congregación y se vayan a una iglesia liberal por causa de este pedazo de cuero con viento».

Pero si el antideporte no es de este tipo de gente, no quiere ceder, entonces el deportista… por mucho que le guste esto cederá y no hará aquello que podría servir de escándalo para otros.  En el mismo pasaje de Romanos, Pablo termina diciendo: “Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es.  Pero si por causa de la comida (o por causa del deporte, diríamos aquí) tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor.  No hagas que por la comida tuya (o por tu deporte preferido o favorito) se pierda aquel por quien Cristo murió… Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres.  Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.  No destruyas la obra de Dios por causa de la comida (agregue: por causa de los deportes)...  Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.  Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Ro. 14:14, 15, 18-20, 22, 23).
El fútbol al igual que la mayoría de los deportes, no constituye pecado alguno, tampoco el hecho que uno tenga que jugar con inconversos, porque lo mismo hacemos cuando tratamos con ellos en el banco, supermercado, escuela, estación de servicios, etc.  Pero si usted me dice que esta comparación no cabe aquí, porque lo uno es indispensable y lo otro no, permítame decirle que cuando Pablo escribió no había bancos ni estaciones de servicios hasta donde yo sé; ni tampoco había automóviles, ni supermercados.  Por eso no podía usarlos para comparación.

La discusión de qué comer y qué no comer es muy parecida a la de los deportes.  Jesús hablando de los alimentos dijo: “No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre… Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemia” (Mt. 15:11, 19).  Entonces qué... ¿Podemos ir a la cancha a darle una buena patada a ese pedazo de cuero con viento?  En principio sí, pero consideremos a continuación cuándo no debemos hacerlo:

1. Cuando practicar el futbol, por ejemplo, puede provocar disgusto en la iglesia, hay que limar esto primero.
2. Cuando la práctica entorpece su horario de actividades en la iglesia.
3. Cuando el joven cristiano no puede mantener en alto su testimonio, porque claro se altera o se violenta cada vez que le atribuyen una falta que cometió otro.
4. Cuando debido al deporte la vida espiritual es desplazada a un nivel secundario.
5. Cuando debido al papel tan destacado del joven cristiano en el deporte, éste se convierte en un orgulloso y ególatra.
6. Cuando hay que sacrificar la armonía y buen funcionamiento de la familia, por causa de ese pedazo de cuero con viento.

Pero… ¿Tiene ventajas para el cristiano participar en deportes?  La respuesta es sí.  Por ejemplo, el cristiano puede alcanzar a otros deportistas para Cristo, mediante su buen desempeño en el mismo, por su disciplina, conducta sobria, su humildad.  Además de poder hablarles directamente a sus compañeros, orar con ellos y por ellos.  Nadie puede hacerlo mejor que él.
Además el deporte mantiene el cuerpo del cristiano cansado y ocupado, lo cual le evita muchos pensamientos morbosos y destructivos, ayudándole así a canalizar sanamente las energías propias de la edad.

Además como viajo con tanta frecuencia y me hospedo en tantos hogares, he visto algo que me ha ayudado a entender mejor este punto.  En hogares donde las familias cuentan con… por lo menos un joven entre los 14 y 25 años de edad, si el joven es dado al deporte, al entrar en su dormitorio uno puede ver las paredes parchadas con fotografías de jugadores famosos, equipos completos, banderines, etc.  Todo cuanto tiene que ver con su cuadro favorito allí está.

Otra escena completamente diferente se ve en el dormitorio del joven poco dado a los deportes, tal vez porque se le prohibió.  Usted podría pensar: «Bueno, allí seguramente las paredes están parchadas de textos bíblicos».  Eso quisiera yo.  Pero muchas veces son fotografías de mujeres semidesnudas y no las hay más desnudas porque los padres no quieren.  Esto ocurre justamente por la falta de interés en aquello que requiere ejercicio corporal.  ¡Cuánto beneficia a la juventud el cansancio físico para evitar inclinaciones pecaminosas propias de la edad!

Sin embargo hay algunos juegos a los que se les da el nombre de «deporte», pero que en realidad no lo son.  Es necesario que aclaremos muy bien este asunto, ya que los mismos traen consigo violencia y la propia destrucción del cuerpo.  Por ejemplo, el boxeo no es deporte, es salvajismo.  La tan conocida lucha libre, tampoco es deporte, ni las corridas de toros, ni las peleas de gallos, o las carreras automovilísticas.  Pero el futbol, el ciclismo, las carreras (digamos el correr), el basquetbol, el tenis y otros juegos parecidos, no dañan al cristiano para nada.  Pero qué en cuanto a asistir a los juegos.

Bueno, en muchas de nuestras ciudades, si no tenemos equipos profesionales o ligas mayores, sí tenemos algún equipo aficionado.  ¿Pueden los jóvenes cristianos de nuestras iglesias asistir a las canchas como hinchas de tal o cual equipo.  Bueno, no existe ninguna cláusula bíblica en contra, pero es necesario aclarar en qué circunstancias los jóvenes no deben asistir:

1. Cuando hay posibilidad de borracheras y peleas, hay que averiguar bien esto.
2. Cuando no hay seguridad absoluta para los espectadores.
3. Cuando debemos sacrificar el dinero que tanto necesitamos para pagar la entrada y no usarlo para lo más necesario.
4. Cuando debido a nuestro temperamento no podemos aceptar la derrota del equipo preferido.
5.    Cuando el juego coincide con alguna actividad de la iglesia, ya que la mayoría de los juegos tienen lugar los días domingo, y esto hay que verlo de cerca.

       J. Holowaty, Pastor

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