La Escalera de Jacob: Una Semblanza del Señor Jesucristo
- Fecha de publicación: Sábado, 19 Septiembre 2020, 13:43 horas
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La vida de Jacob está colmada con vicisitudes altamente simbólicas de Cristo y de la verdad cristiana. Tal pareciera como si nuestro Señor tuviera la increíble visión de la escalera de Jacob ascendiendo de la tierra al cielo, cuando le dijo a Natanael: “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Jn. 1:51).
La huida de Jacob de su hogar debido al favoritismo de su madre, y su experiencia durante su jornada a Padam-aram, se encuentra registrada en el libro de Génesis. El capítulo 28 narra su partida para buscar una esposa. Es imposible estudiar el carácter y conducta de Jacob sin ver la forma tan misericordiosa como Dios anula la necedad y debilidad humana.
Mientras Jacob cosechó lo que había sembrado, Dios aprovechó la ocasión para enseñarle al patriarca lecciones más profundas de su ternura, gracia y sabiduría perfecta. Lo que examinaremos es la maravillosa e inolvidable visión que tuvo mientras se encontraba cerca de la antigua ciudad de Luz
Jacob se vio obligado a abandonar el hogar de su padre debido al engaño que cometió del que fue también partícipe su madre. Mientras permaneció en su casa, nunca experimentó cuál era el verdadero significado de Bet-el, «la casa de Dios». Fue fuera del hogar de su padre Isaac, que percibió en cierto grado las bendiciones y solemnidad de la casa de Dios. Cansado por su larga jornada, Jacob recostó su cabeza sobre una piedra y se quedó dormido. Encontrándose en esta situación, débil y cansado, Dios se dispuso a revelar su propósito divino para él y su descendencia: “Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho”(Gn. 28:11-15).
En este pasaje de la Escritura, notamos que cuatro veces aparece la expresión “he aquí”. El teólogo Andrew Fuller dijo: «Cada declaración es presentada por el escritor sagrado con la expresión ‘he aquí’». Jacob recibió su visión con asombro, porque estaba siendo testigo de “cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles” (1 P. 1:12).
El sueño de Jacob estaba colmado de su Dios. Cuando Jacob se despertó, el suburbio contaminado de la ciudad pagana le pareció como “la puerta del cielo”.
Lo que de hecho nos interesa respecto al sueño de Jacob es el simbolismo y significado espiritual de la “escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo”. Esta escalera que cubría la sima entre el cielo y la tierra y que viera el patriarca, era un cuadro profético de la Cruz de Cristo, la cual es el puente eterno entre el abismo de nuestra condición perdida y sin esperanzas hacia el compañerismo eterno con Dios que mora en las alturas.
El registro bíblico dice que la “escalera estaba apoyada en tierra”, indicando con esto que se encontraba sobre la ciudad pagana canaanita de Luz, en donde estaba Jacob. Primero que todo, la escalera simbolizaba, que el camino hacia el cielo es ascendente. Cuando una escalera está puesta perpendicularmente es para que el usuario suba por ella. El camino hacia el templo de Jerusalén también era ascendente, lo cual fue mostrado proféticamente en los Salmos Graduales 120 al 134, en donde prevalece el pensamiento de un ascenso gradual. Los grados pueden ser considerados como si representaran los peldaños o escalones de la escalera, por medio de los cuales los peregrinos subían para adorar.
En ocasiones una escalera no es lo suficientemente larga para alcanzar la parte de un edificio que necesita atención, sin embargo, la que viera Jacob se extendía todo el camino desde la tierra hasta el cielo. Es una bendición saber que hay un sólo camino al cielo desde cualquier lugar de la tierra, y todo gracias a que fue en la tierra que el Señor Jesucristo llevó a cabo su maravilloso sacrificio aceptado por Dios. Jacob atemorizado al advertirse de que nuestro mundo estaba en contacto con el mundo espiritual, “... Tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo” (Gn. 28:17). En todo momento y todo lugar el cielo está abierto a la tierra.
La escalera comenzó en la tierra, cuando el Señor Jesucristo estaba aquí vivo, trabajó, murió, resucitó y ascendió al cielo. Por medio de su obra consumada en el Calvario, todos los obstáculos para el cumplimiento de las bendiciones divinas al hombre fueron removidos, por eso ahora podemos ascender al cielo por medio de la escalera de la fe.
El extremo superior “tocaba en el cielo”. La escalera constituía el medio de comunicación entre dos puntos bien distantes, cuya separación fue causada por la iniquidad del hombre. El hombre rico que estaba en el Hades, no vio ninguna escalera desde el infierno hasta el cielo, sino “una gran sima” (Lc. 16:26).
Los poetas tal vez puedan llamarle a la tierra “El vestíbulo del cielo”, pero con toda la corrupción y rechazo hacia los valores celestiales, realmente no tiene nada de antesala. Jacob, sin embargo, pudo decir del lugar en donde tuvo su visión: “¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo”. A través de esa puerta y descendiendo la escalera, la gloria de Dios brillaba desde arriba. Si sus pies están posados sobre la Escalera de la Gracia, entonces posicionalmente ya está sentado con Cristo en los lugares celestiales.
La escalera tenía peldaños celestiales. Los ángeles que subían y descendían por ella, tal vez indican que el camino hacia Dios está custodiado. Robert Dudley, primer duque de Leicester, favorito de la reina Isabel I, al verla asomada a una ventana desde un piso superior, le dijo: «Subiría hasta donde usted, pero temo caerme».
Ésta tal vez sea una razón de por qué tantos no se arriesgan a ascender al cielo. La subida parece muy empinada y tienen temor de caer. Olvidan que todas las huestes celestiales están listas para ayudarlos, que los ángeles son enviados para ministrar a los herederos de la salvación: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (He. 1:14).
Es muy interesante observar el movimiento de los ángeles, Jacob no los vio descendiendo y ascendiendo, tal como podríamos pensar porque la morada de ellos está en el cielo, sino en el orden inverso, subiendo y bajando. Los ángeles estaban alrededor de Jacob en la tierra y subían y bajaban. Jesús les enseñó a sus discípulos acerca de los ángeles guardianes de los niños aquí en la tierra con todos sus peligros: “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mt.18:10).
La interpretación verdadera de la escalera está dada por el mismo Señor Jesucristo, quien en una predicción de sí mismo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6). “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:12).
El Señor Jesucristo no es las tres cuartas partes del camino, sino todo el camino. Es el cumplimiento de lo que viera Jacob en su sueño. Ahora los ángeles ascienden y descienden, no sobre una escalera, sino sobre el Hombre, el Señor Jesucristo. Cuando Jesús nació de María, inició la comunicación entre la tierra y el cielo. La actividad constante de los ángeles fue evidente en su vida mientras estuvo en la tierra.
Estos mensajeros celestiales lo ministraron durante su tentación, agonía, muerte y resurrección. El Señor Jesucristo dijo de sí mismo: “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Jn. 1:51). Esta profecía tendrá un cumplimiento literal “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria” (Mt. 25:31).
En cuanto a los peldaños de la escalera, ellos son la convicción de pecado, la salvación por fe, la seguridad bendita, la santificación por el Espíritu, la lectura y meditación de la Escritura y la comunión constante con el cielo.
La escalera de Jacob es entonces, una impactante semblanza del Señor Jesucristo, por medio de quien Dios descendió hasta lo más profundo de la necesidad humana y por medio de quien lleva al pecador arrepentido hacía sí mismo, para tenerlo en su presencia para siempre.
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:12).