Las siete mentiras de Satanás (III)
- Fecha de publicación: Sábado, 20 Febrero 2021, 17:50 horas
- Visitado 1609 veces /
- Tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente /
- Imprimir /
V. “Yo no soy tan malo”
Así somos los humanos. Mientras unos se consideran demasiado pecadores, otros piensan que son demasiado buenos, santos, piadosos y que en realidad no necesitan de Dios, ni del perdón de sus pecados, ni del sacrificio de Cristo, ni nada de eso. Satanás es el dueño de ambas mentiras. No todos son muy malos, ni todos muy buenos. Él tiene argumentos suficientes para ambos grupos. Hay quienes dicen: «Siempre voy a la iglesia». «Siempre doy limosnas y ayudo a los pobres». «No insulto, ni critico a nadie, no busco pleitos...» «Hago penitencia, cumplo con mis promesas, rezo todos los días y ando bien con todos». Pero la Biblia dice que todos somos malos y pecadores: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23).
Aunque tenga buen carácter, ayude a otros y no hable mal de nadie, a pesar de todo es pecador. Es probable que se sienta mejor que los demás, que crea que su vida agrada a Dios. Le recomiendo que lea todo el capítulo 10 del libro de Hechos de los Apóstoles, allí verá una figura insuperable en cuanto a la conducta, pero que no era salvo. La cuestión no es si uno es bueno o es malo. La cuestión es si la persona es salva o no, tal como dijera el Señor Jesucristo: “A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lc. 18:9-14).
VI. “No entiendo la Biblia”
Satanás suele meter en la cabeza de las personas la mentira de que la Biblia no se puede entender. Ciertamente hay algo de verdad en esto, porque tampoco los ciegos pueden distinguir los colores. Las personas no pueden entender la Biblia porque no son salvas. Pero usted no tiene que comprender la Biblia para ser salvo, porque después la entenderá. Lo importante es que la Biblia sí le entiende a usted y lo describe con detalles sorprendentes. Mientras no sea salvo no va a comprenderla: “Porque el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Co. 2:14-16).
El Espíritu Santo que asiste al creyente regenerado, no lo hace con el pecador no regenerado: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Jn. 16:13).
En otro lugar leemos: “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Co. 2:12, 13). Sería extraño que una persona no regenerada pudiera entender bien las Escrituras e interpretarlas correctamente. Sería como si un ciego de nacimiento, en su condición de invidente, distinguiera los colores. Si el inconverso no entiende la Biblia, ¡es simplemente natural, es bíblico, así debe ser!
VII. “Temo ‘el qué dirán’”
Hay innumerables personas que no aceptan a Cristo, no porque no sientan el deseo o la necesidad. Lo que ocurre es que tienen vergüenza de hacerlo porque saben que sus familiares y amigos se burlarán de ellos. El mundo presente está bajo el dominio de las tinieblas, predomina el mal, la confusión, el pecado. Por lo cual, todo intento de escapar de semejante vida, es visto como fuera de lo común.
Jesús hablando de esto en cierta ocasión dijo: “Porque el que se avergonzare de mí y mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Mr. 8:38).
En la actualidad no es nada popular ser cristiano. En algunos círculos es realmente motivo de vergüenza declarar que uno es cristiano. Pero los papeles cambiarán, llegará el día que el Salvador vendrá con sus santos ángeles y destacará a unos y rechazará a otros.