Dando gracias a Dios por todo
- Fecha de publicación: Sábado, 27 Noviembre 2021, 20:11 horas
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¿Quiénes son los mejores cristianos? No son los que oran o ayunan más, tampoco los que dan más limosnas o son más eminentes por su templanza, castidad o justicia; sino esos que siempre están agradecidos con Dios. Quienes quieren lo Él quiere, y reciben todo como una dádiva Divina, con un corazón siempre dispuesto a alabarlo y glorificarlo por ello. Por lo tanto, si pudiéramos realizar milagros, no podríamos hacer más por nosotros mismos, que lo que llevamos a cabo con un espíritu agradecido, que convierte todo lo que toca en felicidad.
Muchos pasan por alto las grandes y maravillosas bendiciones que recibimos día a día. El Señor no prometió hacernos ricos para que pudiéramos tener casas más grandes y mejores autos. Sus bendiciones no son para aumentar nuestro nivel de vida, sino para acrecentar nuestra generosidad. Como cristianos debemos ser un centro de distribución de las bendiciones Divinas, no un almacén, porque la prosperidad que recibimos debe fluir hacia los demás, no quedarse únicamente en nosotros mismos. Las riquezas que almacenamos son para el Cielo, no para la Tierra, eso es lo más maravilloso, porque aquí duran poco, pero allá perduran para siempre: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Mt. 6:19, 20).
Nos encontramos en el corazón de la temporada de Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo, sin embargo, tenemos que admitir que los años 2020 y 2021 han sido diferentes a cualquier otro de los períodos de la historia por los que hayamos pasado antes, debido a la pandemia del Covid-19 y a los cambios radicales que trajo consigo. Aunque aparentemente y según los gobiernos del mundo las cosas están mejor, realmente no es así, sino que creemos que debemos estar preparados para testificar y hablar a todos del evento más importante de la humanidad: ¡El Rapto de la Iglesia!
Estamos viendo todas las señales que indican que el final de esta era está muy cerca, justo en la puerta. Esto puede ser muy inquietante para todos los que no conocen a Jesús como su Señor y Salvador, pero quienes sabemos que Él es nuestra razón absoluta de la esperanza que tenemos, realmente no nos importa demasiado lo que sucede a nuestro alrededor.
Tal como dice en 1 Pedro 3:15, 16: “Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo”. El Señor Jesús sabía que justo antes de que Él viniera por Su Iglesia, por todos los creyentes verdaderos, habría un alejamiento de la Palabra de Dios. De acuerdo con las últimas encuestas llevadas a cabo por agencias que se dedican exclusivamente a esto, hoy sólo un promedio del 10% de la población mundial total cree en Jesús como Señor y Salvador. Mientras que entre sus elegidos: los judíos, el total es aproximadamente del 1% al 2%.
En el mundo actual, todo lo que tenga que ver con Jesús o el cristianismo provoca “odio y repudio” entre la gran mayoría de las personas. Pero como creyentes debemos amar a todos tal como lo ordenó el Señor: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mt. 22:37-40). “Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Mr. 12:29-31). “Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc.10:27).
Aunque no nos guste lo que hacen, no debemos odiar a nadie, porque el Señor amó incluso a los que le dieron muerte, aunque les advirtió que, si seguían en sus caminos, esto los llevaría al fuego eterno con Satanás y sus ángeles. Depende totalmente de cada persona que se arrepienta y acepte a Jesucristo como Señor y Salvador.
Son muchos los textos bíblicos que nos dan detalles respecto a lo que está por venir. Habrá tribulación en esta tierra durante siete años como nunca antes. Es cierto que sí, han habido momentos terribles en el pasado, pero nada se comparará con el tiempo que está por venir, cuando Satanás se revele al mundo entero. El Anticristo y el Falso Profeta causarán profunda miseria a cualquiera que no les prometa lealtad; y el resultado para todos los que hagan esto será el Lago de Fuego.
Quienes reciban y acepten el regalo que nuestro Salvador pagó en su totalidad por nosotros, no tendrán que preocuparse por pasar por ese momento. En 2 Tesalonicenses 2:1-12, se habla de una “rebelión” venidera cuando se revelará el “hombre de pecado”, el Anticristo, el último sirviente malvado de Satanás. “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Ts. 2:7-10).
Los falsos profetas y anticristos son cada vez más evidentes y están al descubierto todos los días. Han estado aquí desde el tiempo que Jesús estuvo en la tierra, pero nunca hasta el punto que vemos ahora. Incluso hay muchos “pastores” famosos en Estados Unidos que dicen ser “evangélicos”, quienes están hablando de muchos caminos al cielo sin Jesús, asegurando que “Dios es el único que puede juzgar lo que hay en el corazón de cada ser humano, y que por seguro en el cielo habrá personas de diferentes credos y religiones, porque Él no puede ser injusto con esos que, aunque no aceptaron a Jesús como a Dios, se comportaron correctamente”.
El “engaño” profetizado en 2 Tesalonicenses 2:9-12 parece haber comenzado ya: “Inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”. Aquellos que tienen el deseo de adorar a Satanás creerán que es correcto, y Dios les enviará una fuerte ilusión para que esto les parezca correcto. También es lo que los condenará al Juicio del Gran Trono Blanco. Este engaño estará en plena vigencia después que nos vayamos y la Tribulación esté en progreso.
Pero hoy, todavía tenemos la oportunidad de invocar el nombre de Jesús y ser salvos de ese tiempo terrible. Esta es la razón principal por la que todos los creyentes debemos dar gracias a Dios, quien prometió que seremos perdonados de todos nuestros pecados y no los recordará nunca más. Esto no significa que dejaremos de pecar automáticamente, ya que todos tenemos la naturaleza pecaminosa dentro de nosotros.
Sin embargo, cuando Jesús es nuestro Señor y Salvador, y nos deslizamos y pecamos, Él ha prometido eximirnos de culpa si confesamos lo que hemos hecho y le pedimos perdón: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Jn. 1:8-10).
Esta no es una licencia para continuar en el pecado habitual, pero significa que el Padre conoce y comprende nuestras debilidades, y quiere que todos los que se arrepientan y reciban al Señor Jesús como Salvador, estén con Él para siempre: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3:9).
Una vez que seamos sacados de este mundo malvado, tendremos cuerpos nuevos, inmortales e imperecederos con una mentalidad que no estará sujeta a la tentación y el pecado nunca más. Nuestro Dios no miente, y Su pacto de vida eterna en el Cielo para todos los que han recibido y aceptado el regalo de Jesús es absoluto. Asimismo, todos los que le rechacen pasarán la eternidad en el infierno con Satanás. No hay otra opción, es “una u otra”, y depende totalmente de lo que cada persona elija.
Nuestra oración es que se una con nosotros cada día a los pies de nuestro Jesús, expresándole todo el agradecimiento, alabanza y gloria que tanto se merece. Después de todo, Él vino amorosamente para recibir el castigo que merecíamos por nuestros pecados, pero si en su misericordia detuviera el juicio sobre la humanidad, de todas maneras no es demasiado temprano para llamarlo, porque algo que sí es seguro es que vendrá por Su Iglesia un día que no sabemos.
Nuestra oración es que siempre tenga presente todas las bendiciones que recibe de Dios y que mantenga un corazón agradecido.