¿Y qué en cuanto a la Biblia? (III)
- Fecha de publicación: Sábado, 19 Marzo 2022, 20:18 horas
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Sigamos con algunas comparaciones de la biblia
• Es como el espejo que refleja cómo somos: “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural” (Stg. 1:23).
• Es como la espada que nos protege: “Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Ef. 6:17). “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He. 4:12).
• Es como el oro que es muy deseable y de mucho valor: “Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado” (Sal. 19:10a).
• Es como la miel que es dulce y sana: “…Y dulces más que miel, y que la que destila del panal” (Sal. 19:10b).
• Es como una semilla que hay que cultivar: “Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios” (Lc. 8:11). “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (Sal. 126:6).
• Es como la leche que nutre a los más débiles: “Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía… ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño?” (1 Co. 3:2; 9:7). “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño” (He. 5:12, 13). “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 P. 2:2).
• Es como la luz que ilumina y evidencia las cosas: “Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen” (Pr. 6:23).
Hay que tener cuidado con estas actitudes que los hombres pueden tener contra la Palabra de Dios:
Blasfemar contra ella: “A ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Ti. 2:5).
Aumentarla o disminuirla: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene” (Dt. 4:2).
La pueden torcer: “Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 P. 3:16).
Se la puede tergiversar: “Porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden” (Lc. 4:10).
La pueden rechazar: “Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá” (Jn. 12:48).
Pueden endurecer contra ella el corazón: “Otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (He. 4:7).
Se la puede desechar: “Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos” (He. 12:25).
La pueden pervertir: “No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo” (Gá. 1:7).
Pueden interpretarla privadamente: “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2 P. 1:20).
Se la puede desobedecer: “Pero no obedeció él ni sus siervos ni el pueblo de la tierra a las palabras de Jehová, las cuales dijo por el profeta Jeremías” (Je. 37:2).
Se puede cuestionarla: “Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 P. 3:15).
Y usarla para las ganancias deshonestas: “A los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene” (Tito 1:11).
Guarde su vida de abusar de la palabra de Dios en cualquiera de estas maneras. Recuerde, la muerte prematura está a la puerta para quienes siendo cristianos tergiversan la Palabra.
En base a todo lo que vimos, esta es nuestra declaración de fe en cuanto a la Biblia, la palabra de Dios.
1. SU REVELACIÓN:
• Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios, una de las formas más visibles y directas en la que Dios se ha revelado a toda la humanidad hasta el día de hoy. Por lo tanto, la Biblia constituye la base principal para establecer y permanecer en relación íntima con Dios: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P. 1:23).
La Biblia ha sido revelada por Dios, y ahora la Biblia revela a Dios y Su voluntad.
2. SU INSPIRACIÓN:
• Creemos que la Biblia fue escrita por hombres que fueron llamados y usados por Dios, pero inspirada por el Espíritu Santo.
• Creemos que la Biblia, siendo palabra de Dios, es perfecta y sin contradicciones. La Biblia no es un simple dictado, sino más bien un aliento, impulso y guía, que los hombres de Dios experimentaron para escribir sin error: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P. 1:19-21).
• Dios usó las facultades y capacidades personales de cada escritor para escribir Su Palabra sin alterar la personalidad de estos: “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti. 3:15-17).
3. SU AUTORIDAD: Creemos que la Biblia, como Palabra de Dios, revela el plan y la voluntad de Dios de una manera clara y definida. Por lo tanto, la Biblia es nuestra única regla de fe (todo lo que creemos) y práctica (todo lo que estamos dispuestos a vivir). No hay mayor autoridad que la Palabra de Dios para la Iglesia, ni siquiera la autoridad de un Pastor, ni la mayoría de votos en una congregación, son superiores a la autoridad de la Biblia: “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad… Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad” (1 Ti. 3:14, 15; 6:3).