Cuánto creen los que creen
- Fecha de publicación: Sábado, 21 Mayo 2022, 16:45 horas
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Hace muchos años un hermano, quien cultivaba de todo, especialmente tomates, un día le fue bastante mal y de paso fue a la casa de otro hermano para hablar por unos minutos. Comenzó a quejarse de que intentó vender los tomates, pero… qué nadie quería comprar. Entonces el hermano intervino diciendo… «Tenga fe, hermano, tenga fe». A esto, el desilusionado hermano contestó «aunque tenga “dos” fe, si no quiere no quiere…» Es aquí, en la fe, donde la mayoría de los cristianos fallan.
Esta vez procuraremos entender cómo debe ser una iglesia verdaderamente bíblica. Si no es bíblica, tampoco es cristiana. Siga todo cuanto lea en adelante y podrá entender qué significa la verdadera fe.
Comencemos con la misma BIBLIA, aunque no examinaremos la cuestión Biblias falsas, que las hay muchas.
En este caso la verdadera fe nos lleva a creer que la Biblia, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamentos, fueron inspirados por el Espíritu Santo y registrados por directa inspiración Divina, siendo posteriormente traducidos a nuestro idioma de los textos originales infalibles.
“Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mt. 5:18).
“Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Co. 2:13).
“Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 P. 3:16).
“Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P. 1:21).
Creemos en Dios
Creemos en un Dios que existe eternamente, que se reveló al hombre en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, conservando cada uno la misma naturaleza, atributos y perfección. Además, los tres son dignos de la misma adoración y confianza.
“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt. 3:16, 17).
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt. 28:19).
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad… Yo y el Padre uno somos” (Jn. 1:1, 2, 14, 10:30).
“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Jn. 14:15-17).
“Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él” (1 Co. 8:6).
“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén” (2 Co. 13:14).
Creemos en Dios como Creador absoluto y único sustentador del universo. Que su creación es el resultado de su mandato Divino. Que todo se originó de la nada, que no fue producto de la evolución a través de un largo proceso.
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho… En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció” (Jn. 1:3, 10).
“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hch. 17:24, 25).
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1).
Creemos que Dios en Su soberanía escogió salvar a todo pecador que se acerca a Él arrepentido y recibe a su Hijo Jesucristo como su Salvador personal y todo suficiente.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16).
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Jn. 5:24).
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Ti. 1:15).
“Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo” (1 Jn. 4:14).
Una interrogante
¿Soy lo que soy y tengo lo que tengo porque creo o es porque Él me lo promete?
Si Él no me prometiera, la salvación, si no me la ofreciera, ni me la tuviera disponible; ¿de todos modos yo sería salvo? NO. Yo no sabría qué creer, en quién creer, qué recibir, de quién recibir.
Por último, si usted es cristiano, recuerde que su única relación con María, la madre del Salvador, es que ella es su hermana, porque ella también recibió y creyó a Jesús como su Dios, su Señor y su Salvador: “Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor. Entonces María dijo: engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lc. 1:45-47). Ella fue bienaventurada (dichosa), lo mismo se puede decir de todos los salvos. Todos cuantos recibieron a Jesús como su Dios, su Señor y su Salvador, son dichosos hasta hoy. Si alguien le dijo que María, la madre de Jesús no tuvo pecado, dígale cómo interpretar las palabras de ella misma cuando dice que Dios ha mirado su bajeza. ¿A qué se refirió con este calificativo? ¿Por qué ella reconoció tener bajeza? Se refirió a que, así como nosotros ella también era pecadora. Haga así como ella, reconozca que es pecador/a y reciba a Jesucristo como su Salvador.