"Cómo experimentar el gozo cristiano"
- Fecha de publicación: Sábado, 15 Octubre 2022, 18:15 horas
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Todo hijo de Dios se verá enfrentado, muchas veces, a diversos sufrimientos mientras viva en la tierra. Los propósitos, para lo que Dios permite que pasemos por todos ellos, son muchos. Pero la Biblia declara que es posible vivir gozoso aún en medio de pruebas o aflicciones “...como entristecidos, mas siempre gozosos…” (2 Co. 6:10).
Y no sólo esto, sino que, en la Biblia, Dios nos manda a estar siempre gozosos. Tal y como lo podemos ver en:
• Santiago 1:2: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas…”
• 2 Corintios 13:11: “Por lo demás, hermanos, tened gozo…”
• 1 Tesalonicenses 5:16: “Estad siempre gozosos”.
• Romanos 12:12: “Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”.
¿Se ha preguntado alguna vez cómo hacer para tener siempre el gozo cristiano? ¿Cómo vivir victorioso sobre las aflicciones? Veremos cómo avivar el gozo cristiano:
1. Su primer amor debe ser Cristo.
Lo primero es lo primero. Si Cristo no reina en su corazón y en cada área de su vida, por mucho que haga no gozará de la vida abundante que él le ofrece. La felicidad que pueda vivir sólo será temporal. El gozo que viene de Cristo es eterno y estará dentro nuestro donde quiera que estemos: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Co. 12:10). “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!… Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:4, 13).
Cuando Pablo expresó “todo lo puedo en Cristo…” se refería a que él podía mantener su gozo cualquiera sea su situación, en abundancia o en escasez, él estaría gozoso porque Cristo le fortalecía. Esto se logra amando a Cristo más que a uno mismo, más que a las cosas de este mundo y más que a los demás.
Este gozo profundo y permanente es el de Cristo, sólo podremos experimentarlo teniéndole a Él. En Hechos 8:8 leemos que: “hubo gran gozo en aquella ciudad”. ¿Por qué? El versículo 5 nos lo dice: “Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo”. Y el versículo 35 también: “Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús”. Para tener su gozo hemos de tenerle a Él: “Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos” (Jn. 17:13).
2. Tenga valor para enfrentar el sufrimiento y no huir cuando se debe enfrentar la situación.
Hay cosas de las que definitivamente debemos huir en cuanto las sintamos: “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (1 Ti. 6:11). “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Ti. 2:22), pero las aflicciones no son una de estas. Si no acepta el sufrimiento siempre estará derrotado por este. Cristo jamás prometió que si usted venía a él le iba a quitar todos sus sufrimientos, pero sí que estaría con usted en medio de toda aflicción: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33).
Tomemos el ejemplo de Pablo que al aceptar el sufrimiento vivió victorioso sobre este: “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia” (Col. 1:24). También tomemos el consejo de Santiago: “Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta. Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Stg. 5:9-11). La forma en la que Santiago termina su consejo nos hace pensar que nuestros ojos no deben situarse en personas, como Pablo o Job, sino en Aquel que sostuvo a esas personas.
3. Ore, pero ore para interceder.
Si dijera «practique la oración» sería algo muy general, pero al decirle «ore para interceder» es algo más específico. Interceder también es orar, pero es orar o pedir por otros: “Siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros” (Fil. 1:4). Cuando Pablo expresó su intercesión por los hermanos filipenses, estaba pasando muchos sufrimientos como el ser encarcelado injustamente, el abandono de algunos hermanos amados, la enfermedad, el ataque de los enemigos de Cristo o la contienda de los predicadores envidiosos. Sin embargo, en toda su carta demuestra estar realmente gozoso. Una de las claves era que su oración radicaba siempre en pedir por los demás, sin acepciones, sin prejuicios ni egoísmo.
Los cristianos de ahora, en su mayoría, al pasar por pruebas y aflicciones piden rápido por sí mismos y por lo que están pasando, para que obtengan la solución. En lugar de esto, deberían buscar inmediatamente los propósitos de Dios y orar por otros. Esto demuestra plena confianza en el Señor, que quizá permite que pasemos pruebas para que, por medio de éstas, muchos salgan edificados y bendecidos. Pero es necesario despojarse del “yo” para lograr ello.
4. Sea un ferviente evangelista.
El evangelismo es un ingrediente que para muchos ha dejado de ser un secreto eficaz para estar siempre gozoso. No importa cuán grande sea el problema, siempre que compartimos nuestra fe en Cristo a otras personas, el gozo del Espíritu Santo estará en nuestra vida: “Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre” (Lc. 10:17). “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (Sal. 126:6).
¿Quiere experimentar el verdadero gozo? Pues no hay mayor alegría que ver a una persona pasar de muerte a vida, por medio del nuevo nacimiento cuando anunciamos el evangelio.
5. Dependa de la guía del Espíritu Santo.
La fortaleza de la vida cristiana se encuentra en una esfera espiritual, es por eso que no podrá mejorarla o vivirla a plenitud con ayudas externas como el ejercicio, las cosas materiales, el entretenimiento, las personas, etc. Su fortaleza tiene que venir del interior: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Ro. 14:17). “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe” (Gá. 5:22). Depender del Espíritu Santo es sencillamente dejar que él esté a cargo de todas las áreas de nuestras vidas. Esto se logra con obediencia a la Palabra de Dios, renunciando a nuestros deseos pecaminosos, y orando fervientemente para ser fortalecidos interiormente: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gá. 5:16).
Continuará...