¿Qué significa “…antes bien sed llenos del Espíritu?” (Ef. 5:18b)?
- Fecha de publicación: Sábado, 12 Noviembre 2022, 18:26 horas
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Son muchos los cristianos que tienen serios problemas para entender esta declaración del apóstol.
Cuando escuchamos las diversas interpretaciones que se dan a estas palabras, notamos que el problema radica en la falta muy común de tomar un texto sin tener en cuenta su contexto. Debemos hablar un poco acerca del Espíritu Santo y descubrir qué dice la Biblia sobre este tema, cómo y cuándo el cristiano lo obtiene y cuál es el significado de las palabras que nos ocupan:
1. Nunca olvidemos que el Espíritu Santo es un don. En otras palabras, no lo recibimos por obras, ni gimiendo ni llorando ni orando. Es un don. Solamente lo recibimos, tal como ocurre con la salvación. Cuando el pecador oye el evangelio y por la fe recibe a Cristo, creyendo en él, en ese momento también recibe el Espíritu Santo: “Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gá. 3:2).
2. ¿Cuál es la prueba de que el cristiano recibió el Espíritu Santo? La prueba es que el que acaba de recibir a Cristo, comienza a hablar a otros del mismo Salvador: “Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:7, 8).
¡Esto es lo que hicieron los que recibieron el Espíritu en Pentecostés! Notemos cómo Pedro lanzó su poderoso sermón con el resultado de tres mil que fueron salvos: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hch. 2:36-42). Incluso el milagro de haber hablado ellos en idiomas que nunca estudiaron, todo fue en beneficio de la proclamación del evangelio.
3. ¿En qué momento el cristiano recibe el Espíritu Santo? Lo recibe al entregarse por la fe, arrepentido de sus pecados, al Señor Jesucristo: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Ef. 1:13, 14). No podría ser de otra manera, porque es mediante el Espíritu Santo que el Señor habita en nuestro ser.
4. ¿Debe el cristiano pedir el Espíritu Santo? No. El Señor es quien lo dio, tal como leemos en Juan 14:15-17: “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”.
5. ¿Debe el cristiano pedir “la plenitud del Espíritu”, o como algunos llaman “la llenura del Espíritu?” No, porque Dios no nos lo da por medida. En el momento de recibir a Jesucristo, el pecador perdonado recibe la plenitud del Espíritu: “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida” (Jn. 3:34).
6. Todas las veces los que recibieron a Cristo como Salvador personal, fueron llenos del Espíritu: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo…” (Hch. 2:4a); “Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo…” (Hch. 4:8a); “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría…” (Hch. 6:3); “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo…” (Hch. 7:55a); “Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo” (Hch. 9:17); “Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe…” (Hch. 11:24); “Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo…” (Hch. 13:9).
Todos los cristianos SON Y TIENEN QUE SER LLENOS DEL ESPÍRITU SANTO. ¿Cómo se entiende esto? Si se leen con cuidado todos estos textos sobre la plenitud del Espíritu Santo en cada creyente, notaremos que, de parte de Dios, nosotros tenemos la plenitud. Lo que nos corresponde es entender por qué existen órdenes tales como... “sed llenos del Espíritu”. No se necesita mucho estudio para darnos cuenta cuál es el significado de esta orden divina. Lo que debemos hacer, NO es pedir más del Espíritu, sino VIVIR conforme al Espíritu: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gá. 5:16). En los versículos siguientes el apóstol ofrece una lista de las características del fruto de este... andar. Pero en varios otros pasajes tenemos más cuando se nos dice qué sí y qué no. En el Pentecostés todos recibieron la plenitud del Espíritu, tal como dice la Biblia: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo”. Pero luego al escoger a los diáconos se anuncia: “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” (Hch. 6: 3). ¡Aquí tenemos la respuesta! Podríamos parafrasear esta solicitud así: «Busquen entre ustedes a hombres ya regenerados (salvos) que tengan buen testimonio». Cuando dice “llenos del Espíritu Santo”, esto de ninguna manera significa que los que no estaban “llenos” debían pedir más y más, sino que debían pedir, sí, pero que el Señor les ayude a contar con ese “buen testimonio”. Este mismo principio lo vemos en muchos otros textos donde se habla de... “llenos del Espíritu”.
Toda persona salva está llena del Espíritu, pero no todos los cristianos tienen buen testimonio. En otras palabras, no viven según las normas del Espíritu. En tal caso, lo que el cristiano debe pedir es que el Señor le ayude a ser un testimonio para Su gloria en su vida diaria.