Menu

Escuche Radio América

Las epístolas de Pablo a los tesalonicenses

  • Fecha de publicación: Sábado, 20 Mayo 2023, 19:49 horas

Durante las últimas cinco o seis décadas, las fuerzas que restringían la civilización occidental se han ido desmoronando rápidamente.  La moderación en la sociedad, tanto en el aspecto social como el financiero, han dado paso a la lujuria, a la autocomplacencia, exactamente como anticipa la Biblia.  Estas fueron las palabras de Pablo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.  Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Ti. 3:1-4).

Tal como hemos observado desde la década de 1980, Pablo sugiere que el mundo de los últimos días estaría caracterizado por una especie de locura social.  Cuando contemplamos el espiral descendente implacable de la sociedad global, forzosamente tenemos que admitir que la profecía bíblica dice exactamente esto mismo.   Declara que los últimos días estarían marcados por un colapso de la fe, la moralidad y la ética.  Y la pregunta que ahora nos estamos haciendo es bien simple: ¿Será posible que hayamos ido ya, más allá del punto de no retorno, o existe la posibilidad de que tenga lugar un despertar espiritual?

La realidad es, que nadie puede responder a esta pregunta con certeza absoluta, porque los planes de Dios son suyos.  Sin embargo, a la luz de la profecía bíblica, nuestra percepción clara es que ya hemos entrado en los últimos días.  Israel está de regreso en la Tierra Santa, involucrado en una serie de conflictos internacionales que coinciden con precisión con un gran número de profecías bíblicas.  En todas partes, los escenarios ocultistas y demoníacos han aumentado en prominencia.  Habiendo abandonado a Dios como Creador, la humanidad se ha involucrado con la diabólica experimentación genética con plantas, animales y seres humanos. 

La moralidad ha sido sobrepasada por la conducta desvergonzada de las personas.  A lo largo de los años, este ministerio al igual que muchos otros escritores cristianos, nos hemos dedicado a exponer incansablemente la decadencia de la sociedad, de la moralidad y la conducta humana.

El apóstol Pablo advirtió que esto iba a ocurrir, que “una gran apostasía” precedería la aparición del Anticristo.  Dijo: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Ts. 2:3).  Y volvemos a preguntarnos: «¿Habremos llegado ya a ese punto?»

Conforme examinamos el significado de esta frase de Pablo, lo primero que notamos es que parece describir un gran colapso espiritual en los últimos días.  Unos pocos meses después de haber enviado su primera carta a los Tesalonicenses, Pablo redactó una segunda, que fue como una especie de actualización, de clarificación de su primera epístola, en la cual expuso cuidadosamente la doctrina sobre el rapto de la Iglesia.  Aclaró una mala interpretación específica y engañosa que había sido propagada por falsos maestros en ese periodo intermedio.

Ciertos “maestros” habían entrado en las congregaciones y estaban enseñando que la persecución romana en curso, contra judíos y cristianos, junto con la revolución en desarrollo que estaba sucediéndose, era proféticamente significativa: Que los últimos días profetizados por el Señor Jesucristo habían llegado. 

Ellos estaban persuadiendo a los creyentes que la tribulación ya había comenzado y que se encontraban en medio de ella.

Pablo rechazó de manera vigorosa esta idea errónea, mientras apoyaba su declaración inicial original, de que el rapto tendría lugar antes del Día del Señor.  Nosotros, al igual que muchos otros cristianos fundamentalistas, creemos que este “día” consistirá de siete años horrorosos de catástrofes, que serán el juicio de Dios. 

Al igual que Pablo y sus primeros seguidores, nosotros también vivimos en un mundo cada vez más tumultuoso. El torrente incontenible y constante de nuevos y dramáticos acontecimientos anticristianos, es una realidad cotidiana.  El estado de Israel ha sentado ya las bases para que tenga lugar una procesión de cumplimientos proféticos. 

La anticipación de los cristianos bíblicos de nuestra época ha llegado a un punto culminante.  Durante décadas hemos estado examinando incansablemente las Escrituras, con la convicción de que, por medio de ellas, el Señor nos está hablando con palabras de confianza, consuelo y esperanza, en medio de un mundo que está fuera de control.

Sin embargo, tal como ocurriera en los días de Pablo, ahora estamos siendo testigos de un trasfondo creciente de enseñanza negativa, en la que algunos expositores de la Biblia están sugiriendo que el día del Señor vendrá mientras los cristianos todavía nos encontremos en la Tierra.  De hecho, muchos están presentando lo que interpretan como “evidencia” de este hecho. 

En otras palabras, el mismo problema de interpretación que plagó a los primeros cristianos se encuentra bien activo y vigente en este día.

Los creyentes que creemos que el rapto tendrá lugar antes de la tribulación, también vivimos en una expectativa de momento a momento: de que nuestra “esperanza bienaventurada” podría tener cumplimiento en el curso de nuestras vidas. 

Nos referimos claro está, a la promesa de nuestro Señor de que vendrá personalmente para acompañarnos a nuestro hogar, cuando tenga lugar el rapto y resurrección.

¡El tiempo de cumplimiento de este maravilloso evento será una sorpresa total!  Esta es la doctrina del retorno inminente de Cristo, que enseñó con gran claridad el Apóstol Pablo.

Él creía y les enseñaba a las congregaciones de su día, a vivir a la luz de esta esperanza bienaventurada... aguardando la llegada del Señor... Lo cual, todos creían que podía ocurrir en cualquier momento: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Ts. 4:16, 17).

Estas palabras fueron seguidas por la declaración inequívoca de Pablo, de que los cristianos no experimentarán el juicio de Dios que le sobrevendrá al planeta Tierra.

“Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Ts. 5:9).

La ira de Dios, su juicio sobre el planeta Tierra, es un evento específico para juzgar a los no salvos, no al cuerpo de Cristo, los salvos.

Continuará...

volver arriba