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David y Goliat como semblanzas proféticas (V)

  • Fecha de publicación: Sábado, 19 Agosto 2023, 18:03 horas

El escudero

Dice la Palabra de Dios en 1 Samuel 17:7, 41: “... Y iba su escudero delante de él... Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él”.  Goliat y su escudero trabajaban mano a mano.  Según la palabra profética, sabemos que la iglesia apóstata, de donde saldrá el falso profeta, trabajará mano a mano con el Anticristo.  Esta otra bestia mencionada en Apocalipsis 13:11, la cual viera Juan en visión, precederá a la primera, al Anticristo, como una especie de escudero, y preparará el camino para él: “Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón” (Ap. 13:11).

Es asombroso ver lo que está ocurriendo en este momento a este respecto y cómo el hierro, la Roma religiosa, está acercándose al pueblo de Dios, a Israel en Jerusalén.  No podemos dejar de preguntarnos: ¿Con qué propósito?  En la sexta Conferencia Mundial de Religiones para la Paz, la cual fue inaugurada en presencia del Papa Juan Pablo II, se condenó en su apelación final, todas las formas de totalitarismo religioso.  En la declaración publicada en Riva en Lake Garda, que fuera aprobada por cristianos, judíos, musulmanes, budistas e hindúes, se les pidió a todas las religiones que rechazaran toda forma de fundamentalismo religioso.  Concluyeron, que el fundamentalismo causa además conflicto y divisiones entre los hombres y que por consiguiente debe ser rechazado.

Los fundamentalistas ante los ojos del Vaticano son particularmente dignos de condenación, como fueran los cristianos que creían en la Biblia, quienes confrontaron las falsas doctrinas de Roma y a su Papa “infalible”, tal como hicieran en un tiempo los reformadores con las palabras, “Está escrito... [y una vez más] ¡está escrito!”.  En esta Conferencia se logró un compañerismo pleno con todos los cristianos, excepto cristianos bíblicos fundamentalistas, y la colaboración con judíos, musulmanes, budistas e hindúes.  Allí vemos al cristianismo apóstata, “la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas” (Ap. 17:1b), unida con el anticristiano imperio mundial e incluso preparándole el camino.  Juan vio a esta mujer en su visión profética, “ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús...” (Ap. 17:6).  Éstos son los fundamentalistas. Es interesante notar cómo lo siguiente está teniendo lugar paralelo lo uno con lo otro:

1. Por una parte “los diez cuernos” o “diez reyes” que le darán al Anticristo su poder y se convertirán en una potencia mundial, mediante una unión económica.

2. Por otra parte, en la esfera religiosa todo está avanzando directamente hacia la unidad religiosa y una iglesia mundial.
La Escritura dice que “los reyes de la tierra”, es decir, el poder político, ha cometido fornicación con “la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas” (Ap. 17:1, 2; 18:3).  La gran meta del enemigo detrás de esto es Israel, y más directamente Jerusalén.

La batalla de Goliat hoy

La batalla de Goliat era contra Israel.  Esto lo podemos deducir por 1 Samuel 17:8, 9: “Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis”.

Goliat puso sobre sí mismo “la piedra pesada”, Jerusalén (Zac. 12:3).  El Anticristo, como líder de todas las naciones, también tratará de hacer esto mismo, porque Israel, pero específicamente Jerusalén, será la piedra pesada y copa que hará temblar a todas las naciones, tal como dijera Dios por medio del profeta, en Zacarías 12:2, 3: “He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella”.

Estamos viendo su aproximación hoy.  Cuando esto ocurra verdaderamente, Israel se encontrará a sí mismo en un desesperado compromiso en medio de los ejércitos de las naciones.  Será como cuando el ejército de los filisteos con su líder Goliat oprimían al pueblo de Dios al máximo: “Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo” (1 S. 17:10, 11).  Esa será la situación de Israel en la gran batalla final de las naciones, el Armagedón, el “tiempo de angustia para Jacob” (Jer. 30:7).  Sin embargo, es maravilloso saber que el Señor ha prometido, “pero de ella será librado”.

La intervención de David

David llegó en el nombre del Señor, el Dios de Israel.  Llegó ante el desanimado ejército de Israel en el momento justo.  El pastor ya había sido ungido por Samuel para ser rey, pero fue despreciado por sus hermanos y no reconocido por Israel.  Ésta es una maravillosa semblanza profética del retorno del Señor Jesucristo en gran poder y gloria: “Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo” (1 S. 17:40).  En este punto una pregunta: «¿Por qué David tomó cinco piedras lisas del arroyo si sólo necesitaba una para darle muerte a Goliat?»  Lo que tuvo lugar aquí es una de las semblanzas espirituales más hermosas en la Escritura, una especie de parábola de lo que Dios hizo y está haciendo por medio de Jesús.

Jesucristo vino a este mundo y ascendió al cielo.  En la cruz del Calvario, redimió a la Iglesia para sí mismo, “de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Ap. 5:9).  Mientras que David “escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril”.  En nuestro mundo hay cinco continentes: América, Asia, África, Europa y Australia.  En medio de estos cinco continentes, el Señor Jesucristo, el David celestial, escogió para sí mismo una Iglesia integrada por personas de todas las tribus, lenguas y naciones y las puso en su saco pastoril como “piedras vivas” (1 P. 2:5).  ¡Él es el Buen Pastor!  En la Biblia el número cinco denota misericordia y gracia.  Vemos, por ejemplo, que...

1. El Señor Jesucristo recibió cinco heridas en su crucifixión, las cuales proveyeron salvación y gracia a la humanidad.  “Horadaron mis manos y mis pies” (Sal. 22:16).  “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza...” (Jn. 19:34).

2. “Betesda”: nombre que significa “casa de misericordia”, “tiene cinco pórticos” (Jn. 5:2).

3. Cinco vírgenes prudentes recibieron la plenitud de su gracia: “Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas” (Mt. 25:4).

4. Cinco panes fueron suficientes para que Jesús alimentara a 5.000 personas: “Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. El les dijo: Traédmelos acá. Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños” (Mt. 14:17-21).

5. La expresión “Dios de paz” aparece cinco veces en la Biblia.

6. David tomó cinco piedras del arroyo, sobre las cuales habían fluido corrientes de agua viva.  Y el Señor no sólo nos ha escogido por medio de su sangre y su gracia, sino que también nos ha dado el nuevo nacimiento a través del lavamiento del agua por la palabra: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P. 1:23). “Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra” (Ef. 5:26).

7. ¿Acaso no dijo Jesús, “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Jn. 7:38)?

8. ¿Y acaso no escribió Pablo: “Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús” (1 Ti. 1:14)?

Estas cinco piedras que David colocó en su saco pastoril, estaban dirigidas contra Goliat y los enemigos de Israel.  En la misma forma, la hueste redimida en medio de las naciones de los cinco continentes, la Iglesia de Jesucristo, tiene enemistad con el Anticristo venidero, contra su espíritu que está ya activo, y contra los enemigos de Israel.
                           Continuará...

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