Dios de Jacob, Dios de Israel - P2
- Fecha de publicación: Sábado, 13 Julio 2024, 20:38 horas
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Cristo está diciendo que si Abraham, Isaac y Jacob no vivieran eternamente por medio de la resurrección, entonces sería una burla identificarse con ellos eternamente. Estaría identificándose a sí mismo con seres de existencia limitada, casi como un eco en la eternidad. Ser el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, si ellos ya no existieran, sería degradarlo.
Si la nación de Israel está muerta, o ha sido reemplazada por la Iglesia y no tiene un futuro eterno, entonces el término “Dios de Israel” no glorificaría al Creador, sino que difamaría su carácter, ya que Él prometió muchas veces que Israel nunca cesaría de existir. Sin embargo, esa es la posición que toman esos que dicen que Israel ha sido reemplazado por la Iglesia. En la página 88 del libro El último discípulo, de Hank Hanegraaff, dice, que «El pacto entre Dios e Israel quedó roto con el rechazo a su Hijo».
El señor Hanegraaff no ofrece ninguna explicación, de cómo se puede quebrantar un “pacto perpetuo”, ni cómo el rechazo a Cristo por Israel podía romper un pacto que no era condicional, ni dependía de que ellos lo aceptaran, para el que no había ninguna condición que Israel tuviera que observar, y el cual Dios aseguró que se cumplirá en los últimos días.
En efecto, al mismo tiempo que Dios promete bendiciones eternas para Israel en una restauración plena en los últimos días, también les recuerda su infidelidad para con Él sin sugerir que los muchos pecados de Israel y del pueblo judío harán que finalmente cambie de opinión respecto al cumplimiento final de todas sus promesas a Abraham, Isaac y Jacob. Dicen por ejemplo estas profecías:
1. “Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la tierra que Jehová juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, que les daría a ellos y a su descendencia después de ellos” (Dt. 1:8).
2. “Os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre” (Jer. 7:7).
3. “Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado, y serán multiplicados y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien que en vuestros principios; y sabréis que yo soy Jehová... Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado... Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne... No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel... Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo Jehová he hablado, y lo haré” (Ez. 36:11, 22, 26, 32, 36.
Vemos entonces claramente por estos pasajes de la Escritura, al igual que por otros, que no hay condiciones de parte de Dios para cumplir sus promesas a Israel, sino que Dios lo hará por la integridad de su nombre. Que cumplirá cada promesa a pesar de la rebelión de Israel en contra de Él. Además, los profetas anticiparon que el Mesías sería rechazado por Israel y crucificado, pero en todas esas profecías ni siquiera se sugiere que debido a este rechazo, Dios quebrantaría su pacto perpetuo con Israel. El pacto fue hecho personalmente con Abraham, Isaac y Jacob, no con sus descendientes, sin embargo, estos descendientes sí serían receptores de las promesas, porque es un pacto perpetuo:
1. “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:1-3).
2. “Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra... En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates; la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos” (Gn. 15:7, 18-21).
3. “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos... Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él... Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene... En el mismo día fueron circuncidados Abraham e Ismael su hijo... Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia” (Gn. 17:7, 8, 19, 21, 26; 28:13).
4. “Jehová, él es nuestro Dios; sus juicios están en toda la tierra. Él hace memoria de su pacto perpetuamente, y de la palabra que él mandó para mil generaciones; del pacto que concertó con Abraham, y de su juramento a Isaac; el cual confirmó a Jacob por estatuto, y a Israel por pacto sempiterno, diciendo: A ti daré la tierra de Canaán, porción de tu heredad” (1 Cr. 16:14-18).
Estas promesas nunca estuvieron condicionadas a la obediencia de sus descendientes y por consiguiente no es posible quebrantarlas por cualquier cosa que ellos hubieran hecho o hagan. ¡Es una bofetada en el rostro del Señor decir que Israel ha sido reemplazado!
Continuará...