Promesas Incondicionales y Condicionales a Israel
- Fecha de publicación: Sábado, 27 Julio 2024, 18:49 horas
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Dios hizo varios pactos con Israel. Un pacto es un acuerdo legal entre dos participantes, los que se comprometen a cumplir con los términos del contrato estipulado. Por otra parte, cuando se hace una promesa incondicional, quien promete se compromete a otorgarle al otro participante las promesas, sin tener en cuenta su comportamiento. Dios hizo por lo menos tres pactos incondicionales con Israel, basados en su gracia soberana.
El primer pacto incondicional, fue el que hizo con Abraham y se conoce como el Pacto Abrahámico, por medio del cual le hizo tres promesas a Abraham:
Primero, promesas personales a Abraham
1. Prometió bendecirlo y hacer de él una gran nación: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré...” (Gn. 12:2a).
2. Engrandecer su nombre: “... Y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Gn. 12:2b).
3. Darle muchos descendientes físicos: “Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada” (Gn. 13:16).
4. “Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia” (Gn. 15:5).
5. “Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti” (Gn. 17:6).
6. Darle el territorio de Canaán como una heredad eterna: Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre” (Gn. 13:14, 15).
7. “Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré” (Gn. 13:17).
8. “Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra” (Gn. 15:7).
9. “Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos” (Gn. 17:8).
10. Por medio de él bendecir a todos los habitantes de la tierra: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:3).
Segundo, le hizo promesas a Israel como nación
1. Dios hizo promesas nacionales concernientes a Israel. Prometió hacer una gran nación de los descendientes físicos de Abraham. “Y haré de ti una nación grande...” (Gn. 12:2a).
2. Entregarles para siempre la tierra de Canaán desde el río de Egipto hasta el Éufrates: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates; la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos” (Gn. 15:18-21).
3. “Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos” (Gn. 17:8).
4. También hizo un pacto perpetuo con los descendientes de Abraham: “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti... Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él” (Gn. 17:7, 19).
Este pasaje indica que Dios continuaría su pacto a través de Isaac, el hijo biológico de Abraham y sus descendientes físicos. Prometiendo entregarle a Israel el territorio de Canaán para siempre, como heredad perpetua. Y como se trata de un pacto perpetuo exige que Israel nunca desaparezca como pueblo.
Tercero, Dios hizo promesas universales
1. Estas promesas afectarían a todas las personas del mundo. Prometió que todas las familias de la tierra serían bendecidas por los descendientes físicos de Abraham. “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:3).
2. “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Gn. 22:18).
3. “Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente” (Gn. 28:14).
4. “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12: 1-3).
Además, lea y examine lo que dijo el Señor Jesucristo en Mateo 25:31-46. Este pasaje indica que cuando Dios prometió bendecir a esos que bendigan a Abraham y maldecir a quienes lo maldigan, implicó que era aplicable, no sólo a Abraham, sino también a Israel. En otras palabras, las bendiciones o maldiciones de Dios para el mundo, estarían determinadas en gran parte por la forma cómo tratan al pueblo judío.
En estos versículos el Señor promete bendecir a los gentiles salvos que los ayuden durante el futuro período de la tribulación y juzgar a los gentiles no salvos que no lo hagan. Especialmente estos versículos que dicen: “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis” (Mt. 25: 40-45).
Continuará...