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Los acertijos de los reyes profetas

  • Fecha de publicación: Sábado, 31 Agosto 2024, 18:59 horas

Israel disfrutó de su era dorada durante el reinado de Salomón.  Hasta que el hijo de David ascendiera al trono, la nación había estado sumida en guerras.  El rey Saúl estuvo en guerra constante contra los filisteos y los amalecitas, además de estar persiguiendo a David a causa de sus celos.  Durante sus 40 años de reinado, David libró batallas en contra de los filisteos, amonitas y sirios.  Sus propios hijos le causaron gran pesar.  Amnón, deshonró a su hermana Tamar, luego fue asesinado por su hermano Absalón.  Más tarde Absalón se rebeló y trató de apoderarse del trono de David, para ser asesinado un poco más tarde en batalla.

Incluso cuando David estaba a punto de morir, Adonías otro de sus hijos trató de reclamar el trono.  David le había dicho a Betsabé que Salomón sería su sucesor, sin embargo, Adonías se autoproclamó rey.  En esto le apoyaban el general Joab, el sacerdote Abiatar y muchos del pueblo.  Mientras Adonías y sus partidarios hacían una fiesta, el profeta Natán y Betsabé, madre de Salomón, recibieron noticias de la rebelión.  Así que se presentaron ante el anciano rey David y le recordaron su promesa de dar el reino a Salomón.

Al enterarse de lo que estaba ocurriendo por boca de Betsabé y Natán el profeta, David les dijo al sacerdote Sadoc, a Natán y a Benaía el hijo de Joiada: “... Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, y montad a Salomón mi hijo en mi mula, y llevadlo a Gihón; y allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel, y tocaréis trompeta, diciendo: ¡Viva el rey Salomón!  Después iréis vosotros detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará por mí; porque a él he escogido para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá” (1 R. 1:33-35).  Cuando los invitados de Adonías se enteraron que Salomón había sido coronado rey, tuvieron miedo y abandonaron la celebración.

Salomón sólo tenía 20 años de edad cuando fue coronado rey, pero dio los pasos inmediatos para asegurar su posición y ser reconocido como el heredero legítimo al trono.  Fue entonces cuando comenzó la era dorada de Israel de bendiciones divinas y prosperidad.

Según Mattis Kantor, autor del libro: “La enciclopedia judía de la línea del tiempo”, David murió un sábado por la tarde, mientras se observaba Pentecostés.  Asegura que David nació en Pentecostés y que murió cuando cumplió los 70 años.

Mientras Salomón era rey, la nación estuvo en paz con sus vecinos.  Ningún ejército filisteo o amalecita tenía deseos de atacar al sabio y rico gobernante de Israel.  Hiram rey de Tiro, en particular, quien había amado a David, se regocijaba ante la oportunidad de ayudar a Salomón a construir un templo grandioso una de las siete maravillas del mundo antiguo.  Se dice que durante el reinado de Salomón, la plata y el oro abundaba, porque “... acumuló el rey plata y oro en Jerusalén como piedras...” (2 Cr. 1:15a).

Un hombre conforme al corazón de Dios.

Retrocediendo por un momento, nos volvemos a David, cuya vida no había sido fácil, a pesar de todo Dios extendió su gracia y estableció el pacto Davídico el séptimo pacto con la humanidad prometiendo que el Mesías sería un descendiente de David.

David no fue una idea tardía de parte de Dios.  Desde el principio de la creación, Dios lo había escogido junto con su linaje, para que de su descendencia naciera el Rey de reyes. ¿Recuerda cuando Judá cometió el pecado escarlata con su nuera Tamar?  Cuando esto ocurrió, Dios declaró: “No entrará bastardo en la congregación de Jehová; ni hasta la décima generación no entrarán en la congregación de Jehová” (Dt. 23:2).  Bueno, David era esa décima generación.  Y aunque a David no se le permitió edificar el templo por haber sido un hombre de guerra, él preparó los planos y recolectó todos los materiales.

Salomón nunca habría establecido un reino tan grandioso, si no hubiera sido porque David le preparó el camino.  Por consiguiente, ambos fueron hombres divinamente ordenados para ser únicos “Reyes profetas”.

Los reyes profetas

David y Salomón no sólo fueron los hombres más venerados en la historia de Israel, sino que también fueron profetas.  Inscrito en sus personas estaba el plan de Dios para la futura grandeza de Israel.  Salomón fue una semblanza profética del Mesías Rey, quien establecerá un reino mundial de paz y prosperidad que durará mil años.

Es claro ver que el reino de Salomón era un tipo profético del reino Mesiánico.  Por consiguiente, parece que el reino de David es una vista anticipada de la dispensación de la gracia.  Similar al reinado de David, la edad de la Iglesia ha estado colmada de problemas desde el principio.  La nación judía no pudo aceptar el mesianazgo de un hombre al que crucificaron.  Por eso persiguió a los seguidores de Jesús e incurrió en la ira de Dios.  El templo fue destruido en el año 70 de la era cristiana, cien mil judíos fueron asesinados, mientras que miles fueron llevados cautivos a Roma y exilados a tierras distantes.  En el año 135, Adriano derrocó a Bar Kochba y deportó a la población judía enviándola a los mercados de esclavos del mundo.  Los romanos araron las ruinas de Jerusalén y arrojaron sal en sus surcos.  Cambiaron su nombre a Alia Capitolina y el de Israel a Palestina.  Roma emprendió una viciosa persecución en contra de los seguidores de Jesús y declaró fuera de la ley esta nueva religión que tenía sus raíces en un Mesías judío, hasta el siglo IV cuando Constantino expidió “el edicto de tolerancia”.

Después que los ministros cristianos se vieron a salvo de la persecución romana, comenzaron a devorarse unos a otros.  Como el reino de David, cada generación experimentó varios problemas la edad del oscurantismo, las cruzadas y la inquisición.  Cuando llegó la Reforma tuvo lugar más fragmentación.  A comienzos del año 1700, emergió una nueva teología liberal en medio de Alemania, que hoy parece cuestionar cada una de las doctrinas que nosotros amamos. A despecho de todo, vivimos en un mundo colmado de oportunidades.  Tal parece que David fue un tipo profético de la dispensación de la gracia.  Nosotros somos personas conforme al corazón de Dios.  Somos amados.  Se nos ofrece la salvación por gracia sin ataduras de ninguna clase.  El precio fue pagado en el madero de la cruz.  Ya no estamos más bajo la Ley Mosaica, sino bajo un nuevo pacto del cual tomó nombre el Nuevo Testamento.
                        Continuará...

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