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¿Cómo entender el Padre nuestro?

  • Fecha de publicación: Sábado, 14 Septiembre 2024, 20:19 horas

Hay quienes dicen que el PADRE NUESTRO es la Oración del Señor.  Pero esto no es cierto, porque la Oración del Señor está en Juan 17.

Lo correcto es que el “Padre Nuestro” es el contenido de una verdadera oración.  Debemos notar que el “Padre Nuestro” es la respuesta al pedido de uno de sus discípulos, quien solicitó que el Señor les enseñara a orar: “Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos” (Lc. 11:1).

Cómo  es  la  verdadera  Oración

1. Todo cristiano puede con confianza hablarle a Dios Padre.  Nadie es hijo de Dios sólo por ser creado por Él.  Somos hijos, de Dios cuando nacemos de nuevo, mediante el Espíritu de Dios.  En Juan 3:3-6, dice: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.

2. “Que estás en los cielos...”  Aunque la Biblia nos enseña que Dios es trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y que Él habita en nuestro corazón, Jesús es claro al decirnos que debemos recordar que Dios, nuestro Padre, está en los cielos.  No oramos a Dios diciéndole... «que estás en mi corazón».  En Eclesiastés 5:1, 2 nos dice: “Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras”.

3. “Santificado sea tu nombre...”  Ésta, sin lugar a dudas es la parte de esta oración, o lección sobre la oración, menos entendida.  ¿Cómo se entiende eso de... “santificado sea tu nombre”?

Es como si el cristiano dijera... «Únicamente tú serás mi Dios».  Santificar significa apartar.  Es como si en oración dijéramos... «Nada ni nadie ocupará tu lugar en mi vida, porque yo me he apartado de toda otra cosa y/o persona, de manera que únicamente tú recibirás adoración y alabanza.  Únicamente a ti oraré.  No invocaré el nombre de María, ni de Pedro, ni Santiago, ningún otro santo o “dios”, porque para mí no existe otro Dios fuera de ti».

Hay otro caso que ilustra esto en Efesios 5:25-27: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”.

Cuando oramos “santificado sea tu nombre”, le estamos diciendo a Dios que Él es el único que recibirá adoración de nuestra parte en todos los días de nuestra vida.  Él nos separó (nos santificó) de la condenación eterna y nosotros santificamos Su nombre al pertenecer únicamente a Él.

4. “Venga tu Reino...”  Esto no es nada difícil.  Porque ya Juan el Bautista había anunciado que, puesto que el Rey ya estaba presente, el reino de los cielos se había acercado.  Es como decir, el reino celestial está a la mano: “En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:1, 2).  Que no nos quepa la menor duda de que se trata del reino milenial.  Todavía no ha llegado, porque el Rey fue rechazado, pero ese... rechazo, permitió que nosotros los gentiles fuésemos salvos para participar de Su reino.

5. “Hágase tu voluntad...” (v. 10) “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt. 6:10).  Se trata de la continuación de la venida de Su reino, porque entonces sí, la voluntad de Dios será hecha en la tierra como lo es en el cielo.  ¿Será que el milenio nos servirá como “aclimatamiento” para la eternidad con Él?

6. “El pan nuestro de cada día...” (v. 11) “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mt. 6:11).  La enseñanza es para que no tratemos de vivir mañana lo que corresponde para hoy.  ¡Qué bien nos viene aquí la enseñanza de Jesús cuando nos dice qué debe ser nuestra ocupación! cuando leemos Lucas 12:22-31.

7. “Perdónanos...”  Para que el perdón sea “como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, esto significa que, así como nosotros ofendemos a nuestros semejantes y nos ofenden otros a nosotros, también ofendemos a Dios.  Si estamos siempre dispuestos a perdonar, Él también hará lo mismo con nosotros.

¿Quiere saber cómo y cuánto le perdona Dios?  Exactamente como usted lo hace con aquellos que le ofenden.

¿De todo corazón?  ¿Olvida usted las ofensas que le hicieron?  ¿Todo pasó al olvido o... “perdono, pero no me olvido?”

“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia” (Mi. 7:18).

“Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jer. 31:34).

8. “Y no nos metas en tentación...” (v. 13) “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén” (Mt. 6:13).  Esta petición es la más difícil de explicar, porque parecería que Dios se complace en meternos en tentación.  Pero es probable que la traducción correcta sea... «No permitas que caiga en la tentación, o, dame fuerzas para no caer cuando soy tentado».  Debemos considerar algunos textos sobre las tentaciones y cómo salir victoriosos.

Nunca olvidemos que Satanás es quien nos tienta, pero él no puede ir más allá.  Nosotros decidimos obedecerle a él o echaremos mano de las provisiones divinas para no llevar a cabo lo que Satanás (tentándonos) nos está sugiriendo.

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Co. 10:13).

“Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (He. 2:18).

“Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 P. 2:9).

¿Cómo enfrentó Jesús las tentaciones? Lea en Mateo 4:1-11.   Notemos aquí un detalle: Satanás no tiene ni temor ni vergüenza, de modo que aun cuando es derrotado con la ayuda de lo que... “escrito está”, él sólo nos deja “por un tiempo”, para volver luego con nuevas tentaciones: “Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo” (Lc. 4:13).  Notemos bien las tres últimas palabras... “por un tiempo”.

9. El reconocimiento del cristiano del completo dominio divino en su vida y la confirmación, su seguridad de que Dios llevará a cabo Su plan hasta el final, cuando finalmente y en todo el universo, se impondrá Su reino, Su poder y Su gloria (v. 13b) “...porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén” (Mt. 6:13b).

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