Efraín y Manasés
- Fecha de publicación: Sábado, 11 Enero 2025, 20:46 horas
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¡Qué historia más maravillosa es la vida de José, y de qué forma se asemeja su experiencia a la de nuestro Señor! La Biblia está colmada de tipos y semblanzas, al igual que de profecías directas de Cristo.
Cuando el anciano Jacob en su lecho de muerte, pronunció las bendiciones sobre los hijos que tuvo de Lea, Bilha y Zilpa, debió mirar con gran anticipación a lo que Dios tenía reservado para sus dos hijos menores José y Benjamín, los hijos de su primer amor, su amada Raquel, la esposa por quien trabajó tanto tiempo.
Raquel había sido estéril por muchos años, mientras que su hermana y rival, Lea, ¡tenía seis hijos de Jacob! Su sierva Bilha, conforme a la costumbre de esos días, le había dado dos hijos a Jacob: “Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella. Así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella. Y concibió Bilha, y dio a luz un hijo a Jacob. Dijo entonces Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por tanto llamó su nombre Dan. Concibió otra vez Bilha la sierva de Raquel, y dio a luz un segundo hijo a Jacob. Y dijo Raquel: Con luchas de Dios he contendido con mi hermana, y he vencido. Y llamó su nombre Neftalí” (Gn. 30:3-8).
Pese a todo, Raquel anhelaba tener hijos propios, de su carne y sangre. En su desesperación clamó a Jacob con estas palabras: “Dame hijos, o si no, me muero” (Gn. 30:1b). En tierna misericordia, Dios respondió a su clamor y anhelo: “Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos” (Gn. 30:22). El nombre de José es bien significativo. En el momento de su nacimiento, Raquel dijo: “Dios ha quitado mi afrenta; y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo” (Gn. 30:23, 24).
La palabra hebrea para «quitado» es «asaph» y el vocablo para «añádame» es «Yoseph». Yoseph expresa un deseo, pero además fue una profecía, porque Dios le dio otro hijo, Benjamín. En otras palabras, mientras Raquel estaba feliz por su hijo, deseaba por lo menos otro más y Dios también le otorgó esta petición cuando dio a luz a Benjamín antes de morir.
Las palabras iniciales de Jacob golpean la nota clave de este entero oráculo, el cual es el más largo en la maravillosa serie de profecías: “Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro. Le causaron amargura, le asaetearon, y le aborrecieron los arqueros; mas su arco se mantuvo poderoso, y los brazos de sus manos se fortalecieron por las manos del Fuerte de Jacob (por el nombre del Pastor, la Roca de Israel), por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre. Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos serán sobre la cabeza de José, y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos” (Gn. 49:22-26).
La referencia a José como “rama fructífera”, nos recuerda el comentario de José en Génesis 41:52: “Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción”. A pesar de los numerosos obstáculos colocados en su camino, José fue fiel y fructífero en vencerlos.
El resto de la profecía de Jacob mira hacia el futuro, a las bendiciones que experimentará la tribu de José: “Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos serán sobre la cabeza de José, y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos” (Gn. 49:26).
Las palabras “bendecirá” y “bendiciones” aparecen seis veces en los versículos 25 y 26. Estas bendiciones son colocadas firmemente “sobre la cabeza de José, y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos”. La expresión «apartado» es «nazir» en hebreo, la cual se usa más tarde para describir a uno que toma un voto de nazareo, quedando apartado del vino, de los cuerpos muertos, además de no poder cortarse el cabello.
Sin embargo, el uso del vocablo aquí, recuerda el largo periodo durante el cual, Dios apartó a José de sus hermanos y lo colocó en una posición de prominencia sobre ellos.
Es obvio que la bendición patriarcal, normalmente reservada para el primogénito, en este caso fue impartida a José. Rubén, debido al incesto que cometió con Bilha, perdió legalmente su papel como líder, el que le correspondió a Judá y la bendición doble de su padre, que recibió José.
Así está claramente declarado en 1 Crónicas 5:1, 2: “Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito; bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José)”.
Además, según Deuteronomio 21:17, el privilegio del primogénito era recibir una porción doble de la heredad, que la de sus hermanos: “Mas al hijo de la aborrecida reconocerá como primogénito, para darle el doble de lo que correspondiere a cada uno de los demás; porque él es el principio de su vigor, y suyo es el derecho de la primogenitura” (Dt. 21:17). Como a José le fue otorgada la bendición del primogénito en lugar de Rubén, ¿qué efecto tendría esto en sus descendientes? Al establecerse en Egipto, José y su esposa Asenat tuvieron dos hijos: Manasés y Efraín. Cuando Jacob había permanecido en Egipto por 17 años, José y sus dos hijos le visitaron mientras él yacía en su lecho de enfermo.
En la conmovedora escena registrada en Génesis 48:1-22, Jacob de hecho adoptó a Efraín y Manasés como propios, elevándolos a la posición de sus otros hijos. Le dijo a José: “Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos” (Gn. 48:5). Por consiguiente, la bendición doble sobre José significa que, en lugar de producir una tribu, serían dos.
A partir de ese momento, las listas de las tribus normalmente mencionan a Efraín y Manasés, en lugar de José. Para ser más exactos, la lista de las tribus aparece 16 veces en la Biblia después de Génesis, y José sólo se menciona tres veces, su lugar está usualmente ocupado por Manasés y Efraín.
La fecundidad de esta tribu se halla ilustrada en los dos conteos mayores llevados a cabo al principio y fin del peregrinaje en el desierto. En el capítulo 1 de Números, el total de la población de Efraín y Manasés de la tribu de José es de 75.900, comparados con los 74.600 de la tribu más numerosa, la de Judá. En el capítulo 26 de Números, el total de miembros de José era 85.200, mientras Judá 76.500. Jacob profetizó que las tribus de Efraín y Manasés se multiplicarían “en gran manera en medio de la tierra” (Gn. 48:16).
Él incluso colocó a propósito su mano derecha sobre el más joven y profetizó que Efraín sería mayor que su hermano Manasés, siguiendo un patrón practicado anteriormente: “Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza. Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones” (Gn. 48:17-19).
Continuará...