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Efraín y Manasés - (P II)

  • Fecha de publicación: Sábado, 18 Enero 2025, 10:08 horas

Manasés fue grande en el sentido que sus descendientes ocuparon el territorio más extenso otorgado a cualquier tribu, de hecho, se establecieron a ambos lados del Jordán, con una rama oriental y occidental.  Sin embargo, Efraín produjo grandes individuos, tal como Josué el sucesor de Moisés.  La prominencia de Efraín está ilustrada por el hecho de que el reino del norte, a menudo fue llamado sólo por ese nombre por los profetas:

1. “Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba” (Os. 11:3).
2. “Efraín se apacienta de viento, y sigue al solano; mentira y destrucción aumenta continuamente; porque hicieron pacto con los asirios, y el aceite se lleva a Egipto” (Os. 12:1).
3. “Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito...  ¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿no es niño en quien me deleito? Pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová” (Jr. 31:9, 20).

Después de meditar en la vida fiel y fructífera de José, emerge una lección final.  José es un ejemplo convincente de la verdad declarada en 1 Pedro 5:6: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo”.  Hablando humanamente, debe haber sido extremadamente difícil esperar por el tiempo de Dios, después de haber sido vendido injustamente como esclavo, puesto sin causa en prisión por permanecer puro, y ser olvidado por alguien a quien ayudó.  La mayoría de nosotros habríamos dicho: «¿Por qué yo?»  No obstante, José esperó en Dios durante sus pruebas sin tratar de vengarse ni de sacar provecho.  Finalmente, en su tiempo, Dios exaltó a su siervo fiel y lo elevó a un lugar de honor en donde podía ser una bendición para otros.

La bendición a Efraín y Manasés

“Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón” (He. 11:21).

Para poder entender apropiadamente el significado de las bendiciones que Jacob les otorgó a los dos hijos de José, Efraín y Manasés, debemos ir al libro de Génesis.  Este libro contiene la secuencia exacta de los eventos que Dios deseaba que los hombres supieran, respecto a la vida y tiempo de estas personas.  Aparte de esta secuencia de eventos es imposible interpretar correctamente el texto en Hebreos.

La base para una comprensión correcta de la revelación del Nuevo Testamento, siempre descansa en la comprensión de lo que dice al respecto el Antiguo Testamento.  Las enseñanzas trazadas de la estructura de los eventos que rodean las bendiciones de Jacob otorgadas sobre Efraín y Manasés, están construidas alrededor de tres puntos claves:

1. El tiempo del nacimiento de Efraín y Manasés, que fue antes de la hambruna.
2. El tiempo cuando Efraín y Manasés recibieron sus bendiciones, después de la hambruna.
3. El hecho de que Efraín, el más joven, recibió la bendición reservada para el primogénito.

El breve análisis que vamos a realizar, de acuerdo con las distinciones y divisiones apropiadas de la Escritura, concerniente al plan y propósito de Dios tanto para Israel como para la Iglesia, se centrará alrededor de estos tres puntos.

Antes de la hambruna

El nacimiento de los dos hijos de José está registrado en Génesis 41:50: Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On”.
Los dos hijos de José nacieron en Egipto, antes del periodo de hambre, una hambruna que se extendió sobre toda la tierra.  José previamente le había revelado a Faraón que habría un periodo de abundancia que sería seguido por otro de hambre.  Cada ciclo tendría siete años de duración, significando con esto dos etapas completas de tiempo.  Esos dos periodos enteros, señalan al tiempo presente en el cual vivimos y al tiempo de problemas, el de la tribulación, el cual tendrá lugar a la conclusión de la edad presente, antecediendo a la Era Mesiánica.

Manasés, el hijo mayor de José, estaba asociado con la casa del padre, como dice Génesis 41:51: “Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre”.  Mientras que Efraín, el hijo menor, estaba asociado con la fecundidad de la tierra: “Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción” (Gn. 41:52).  Consecuentemente, Manasés tiene una relación particular con Israel el mayor en la casa del Padre, y Efraín con la Iglesia, el más joven, produciendo fruto.

La bendición futura de la Iglesia como semblanza del primogénito, tipificada por la bendición que recibió Efraín que le pertenecía al primogénito, se deriva del hecho, de que cuando Israel tuvo la oportunidad, falló y no dio fruto.  Debido al fracaso de Israel, el reino prometido, el reino de los cielos, le fue quitado cuando el Señor Jesucristo vino por primera vez, quedando así la casa desolada.  Así lo anticipó el propio Jesús: “Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera... Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él... He aquí vuestra casa os es dejada desierta” (Mt. 21:18, 19, 43; 23:38).

El reino de los cielos fue ofrecido a una nación capaz de dar frutos, a la Iglesia, tipificada por Efraín.  Los cristianos, debido a su posición en Cristo, constituyen un grupo único de personas “la nación santa” capaz de dar frutos.  Como dice la Escritura:

1. “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 P. 2:9).
2. “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús” (He. 3:1).

Israel fue puesto a un lado durante un tiempo designado, es decir, en nuestra era presente, a fin de que los cristianos dieran fruto.  Este hecho también está tipificado en otra faceta de la vida de José.  Durante el tiempo de abundancia, que precedió a la carestía, los hermanos de José fueron removidos de la escena.  Esto tipifica el hecho, que durante la era presente, antes de la gran hambruna de la tribulación, los hermanos del Señor Jesucristo, el pueblo judío, han sido puestos a un lado.
Continuará...

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