Menu

Escuche Radio América

Boletin dominical - 24/01/10

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

3.    «Nunca más confesaré temor»: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Ti. 1:7).

¿Todo temor es dañino?: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza (Pr. 1:7).

No hay nada de malo en temer a Dios y amarlo al mismo tiempo.  Siguiendo la interpretación de este panfleto, Dios no podría taparle la boca a Satanás al referirse al gran gigante espiritual Job: Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:8).  Lo único que destaca en ese hombre, no son sus bienes materiales, su familia, etc.  Dijo que era “varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”.  Es justamente el temor de Dios que nos aparta de todo mal.  Uno de esos males que Job evitó, es la ausencia del temor de Dios.  Cuando esto ocurre, la persona no siente remordimiento alguno, incluso cuando ridiculiza y tergiversa las Escrituras, entresacando algún texto fuera de su contexto para sus antojos carnales, egoístas y sensuales.

Un paquete de mentiras (II)

3.    «Nunca más confesaré temor»: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Ti. 1:7).

¿Todo temor es dañino?: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza (Pr. 1:7).

No hay nada de malo en temer a Dios y amarlo al mismo tiempo.  Siguiendo la interpretación de este panfleto, Dios no podría taparle la boca a Satanás al referirse al gran gigante espiritual Job: Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:8).  Lo único que destaca en ese hombre, no son sus bienes materiales, su familia, etc.  Dijo que era “varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”.  Es justamente el temor de Dios que nos aparta de todo mal.  Uno de esos males que Job evitó, es la ausencia del temor de Dios.  Cuando esto ocurre, la persona no siente remordimiento alguno, incluso cuando ridiculiza y tergiversa las Escrituras, entresacando algún texto fuera de su contexto para sus antojos carnales, egoístas y sensuales.

4.    «Nunca más confesaré duda y falta de fe».

Es difícil saber a qué se refiere al citar Romanos 12:3: Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.

Pablo responde aquí a cuantos enseñan hoy que supuestamente tenemos muy baja estima de nosotros mismos.  Él nos dice que es lo contrario.  Quien pretende que “no dudar” está manifestando su condición de humildad, es todo lo contrario, ya que las dudas son un recurso muy útil y necesario.  Tanto es así que Pablo dice que “...el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado (Ro. 14:23).

La ausencia de las dudas se debe a que el cristiano cree en la innerrancia de las Escrituras y lo cree, actúa, acepta o rechaza en base a lo que afirma la Biblia.  Las dudas son bienvenidas si han de servir para evitar que hagamos algo incorrecto.  En Romanos 12:3 el apóstol urge a que no tengamos más alto concepto de nosotros mismos.  El día que suponemos no tener dudas en toda circunstancia, estamos en muy serio peligro.  No debemos dudar de las Escrituras.  Vivir uno pensando que no tiene suficiente fe no es ningún pecado.  Todas las veces que la Biblia es específica en cualquier tema, no debemos dudar.  Por ejemplo se nos dice que tenemos vida eterna, pero... ¿Nos sentimos siempre seguros de esta afirmación?  No, pero seguimos creyendo, seguimos teniendo fe.  Esto no ocurre si yo pretendo que... «tengo fe que me sanaré de mi enfermedad».  Como usted no tiene una promesa divina para ese su problema, no importa cuanto se asegure, repitiéndose que... «me sanaré, me sanaré, me sanaré».  Su condición continuará igual o empeorando.

5.    «Nunca más confesaré debilidad», porque «Jehová es la fortaleza de mi vida».

¡Que arrogancia!  Pablo les escribió a los romanos, hablándoles de esa... “vuestra humana debilidad”: Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia (Ro. 6:19).  Luego dice que “...el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad...” (Ro. 8:26).

Pablo escribe a los corintios que había estado entre ellos “con debilidad”: Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor (1 Co. 2:3).  Y en 1 Corintios15:43 dice que “...se siembra en debilidad...”.  En 2 Corintios 11:30, dice: “...Me gloriaré en lo que es de mi debilidad”.  También dice: “...Porque mi poder (el de Dios) se perfecciona en la debilidad”.  Así que “...me gloriaré más bien en mis debilidades... por amor a Cristo me gozo en las debilidades...” (2 Co. 12:9, 10).

Como broche de todo esto, note Hebreos 4:15: Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.

La debilidad del cristiano no la podemos esconder ni negarla.  Reconocerla es todo cuanto nos queda.

6.    «Nunca más confesaré que Satanás gobierna mi vida»: Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn. 4:4).

Ciertamente esta herejía proviene de cuantos gritan a voz en cuello que el cristiano ya no peca más.  Si la verdad es que peca, ¿quién lo gobierna cuando es arrastrado por algún pecado?  La Biblia está cargada de recursos para el cristiano que llega a pecar: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.  Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.  Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros (1 Jn. 1:8-10).

Ciertamente es como dice Juan, “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”.  No está hablando del cristiano, sino del Señor que está, mediante el Espíritu Santo, habitando en cada cristiano.  ¿Significa esto que ya no pecamos más?  ¿Cómo se explica 1 Jn. 2:1, 2?: Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.  Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.

J. A. Holowaty, Pastor

volver arriba