“Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo” (Ezequiel 37:10). Este versículo nos informa que Israel, luego de surgir de un destino aparentemente sin esperanzas, integrará “un ejército grande en extremo”. Se convertirán de víctimas en victoriosos, de destruidos a destructores, y de perseguidos a cazadores. Hoy somos testigos de que las puertas de la Tierra Santa, las cuales hace unos dos mil años les dieron una despedida hostil, ahora se han vuelto a abrir. Uno por uno, los judíos están regresando a Israel. Con el holocausto detrás y sus enemigos antiguos al frente, ellos han llegado con un ojo sobre el arado y el otro en el fusil.