El profesor Manuel Trajtemberg, titular de la Comisión para el Cambio Socio-Económico, hizo referencia al comienzo de las sesiones y aseguró que esperan "que este trabajo pueda crear un nuevo modelo de diálogo, de atención mutua y de cooperación entre la sociedad israelí y las diversas organizaciones gubernamentales.
El argentino-israelí Manuel Trajtenberg tiene sobre sus hombros una tarea ingente: elaborar para el Gobierno de Israel propuestas de reformas económicas que respondan a las protestas multitudinarias que exigen "justicia social".
Este profesor, de 61 años y nacido en Córdoba, dirige el comité formado por el primer ministro Benjamín Netanyahu para hacer frente al clamor popular que denuncia el alto coste de la vida y la vivienda en Israel, que ha logrado movilizar la mayor protesta social de la historia del país.
En sus primeros días al frente del panel de expertos que deberá ofrecer soluciones al conflicto en el plazo de un mes, Trajtenberg ha dejado claro que la experiencia vital en su país natal le servirá como modelo de lo que no se debe hacer.
"Yo he crecido en Argentina, con la inagotable realidad de protestas, en una economía fracasada: tenéis mucha suerte de no estar en esa situación", dijo en una visita sorpresa al campamento de los indignados, que han instalado cientos de carpas en uno de los principales bulevares de Tel Aviv.
En mangas de camisa y tono informal, mantuvo una charla con los jóvenes que exigen justicia social y piden cambios en la economía del país, que en los últimos años ha hecho cada vez más difícil para las familias de clase media, especialmente para las jóvenes, llegar a fin de mes.
Trajtenberg está licenciado en Economía y Sociología por la Universidad Hebrea de Jerusalén y doctorado en Economía por la prestigiosa Harvard.
A lo largo de su carrera se ha especializado en innovación, patentes, organización industrial e investigación y desarrollo, materias sobre las que ha publicado dos libros y multitud de artículos.
Abandonó Argentina a los dieciséis años, edad en la que se trasladó a Israel, y todavía conserva el acento argentino cuando habla en hebreo, según señalan sus allegados, que le describen como una persona "agradable, divertida y con la que es fácil relacionarse".
Él se define como "un sionista ferviente, un patriota israelí con alma suramericana y un doctorado de economía en Harvard", según el diario "Haaretz".
Su elección por parte de Netanyahu fue una sorpresa, puesto que en el año 2008 fue el primer alto cargo de la Administración Pública que abandonó su puesto -entonces era jefe del Consejo Económico Nacional de la Oficina del Primer Ministro de Israel- por diferencias de opinión con el jefe del Gobierno.
Esos desacuerdos son los que le hicieron hacerse de rogar y no aceptar el cargo hasta que el jefe del Gabinete le prometió públicamente "un cambio genuino en el orden de prioridades del Gobierno, un cambio que alivie la carga económica de los israelíes".
El profesor, además, había participado en las marchas multitudinarias que exigían al Gobierno cambios para aliviar la situación financiera de las familias, para las que cada vez es más difícil acceder a una vivienda y mantener su nivel de vida.
Cuando anunció su elección, el primer ministro definió a su antiguo asesor como "una excepcional combinación de economista con hombre con sensibilidad social", que ha logrado "solucionar la profunda crisis de la educación superior de forma ejemplar" desde la dirección del Sistema Nacional de Educación de Israel.
Precisamente en ese cargo, el argentino ha mantenido en los últimos años duras negociaciones con los representantes de los estudiantes, algunos de los cuales están ahora al frente de las protestas por la carestía de la vida.
Trajtenberg ve la presente crisis como "una gran oportunidad para mejorar la sociedad israelí", un logro que dependerá de la habilidad de su equipo para "traducir los sentimientos genuinos del lenguaje de la protesta al lenguaje de un entendimiento profesional más profundo y, eventualmente, un lenguaje de acción, política e implementación".
Asegura haber aceptado la tarea con "sentimientos encontrados: gran emoción por la rara oportunidad de llevar un cambio genuino al país", por un lado, y preocupación por "la gran responsabilidad, dadas las esperanzas y los riesgos" que supone la difícil tarea de acabar con las crecientes desigualdades sociales en Israel.