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Testificando en el Areópago

  • Fecha de publicación: Jueves, 01 Marzo 2012, 00:23 horas

La historia, la arqueología y la Biblia revelan que el pueblo de Atenas antigua, era muy religioso. Sus vidas estaban consumidas por la adoración de alguien o algo. El Areópago, localizado en el camino hacia el Partenón era uno de los lugares favoritos en donde se reunían los intelectuales para discutir sus creencias.

Pablo proclamó el evangelio en el Areópago, en este medio. ¿Hay algo que podamos aprender de este ejemplo?

La Colina de Marte en Atenas es un lugar muy interesante, en la Biblia se le llama el Areópago, esta palabra griega describe precisamente la clase de adoración que tenía lugar allí. El vocablo Aareos significa «placer sensual» y pagus se relaciona con la hechicería y la brujería. Un día, Pablo fue a este lugar a testificarle a las personas que se encontraban congregadas allí. Los dioses representados por ídolos que adoraban los atenienses se encontraban en todas partes. Los atenienses estaban obsesionados con adorar al dios correcto para el propósito correcto y tenían miedo de olvidar inadvertidamente uno. Con esto en mente, ellos habían erigido un ídolo adicional al cual apodaron “al Dios no conocido”.

La Biblia refleja la sabiduría de Pablo cuando comentó sobre la propensión espiritual de los atenienses: “Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas” (Hch. 17:22-24).

Es interesante observar cómo Pablo presentó el evangelio en esta situación. Continuando su cruzada en el Areópago, procedió a señalarle a los atenienses el Creador: “...Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra...” (Hch. 17:25b, 26a). Enfatizando la realidad del Creador, Pablo prosiguió, diciendo: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos” (Hch. 17:28).

Después de recurrir a la comprensión de ellos sobre la existencia del Creador, Pablo entonces pronunció una palabra de advertencia y reto para que se pusieran a bien con Dios: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hch. 17:30, 31). El mensaje de Pablo que se arrepintieran o enfrentaran el juicio de Dios fue entonces balanceado con un mensaje hermoso de esperanza. Pasó a decirles a los atenienses acerca del misericordioso plan de salvación, que había sido logrado por medio de la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo.

La Biblia indica que el mensaje de Pablo fue recibido en tres formas diferentes: “Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. Y así Pablo salió de en medio de ellos” (Hch. 17:32, 33). ¿Alguna vez ha tratado esta clase de evangelismo? Es una forma de presentar el evangelio lógicamente y está en conformidad con la Escritura.

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