La vida

siempre permanecer unido a la vid.

Odessa es una hermosa ciudad localizada en las playas del mar Negro en la parte sur de Ucrania. Cuando llegué por primera vez allí, me sentí muy impresionado por los numerosos y grandes árboles que se alineaban en las calles. Odessa era diferente a cualquier otra ciudad que hubiera visitado en la antigua Unión Soviética. Asimismo la gente con que me encontré parecía muy amigable y cortés. Fue una sorpresa placentera visitar esta ciudad de 1.300.000 habitantes que antiguamente había estado bajo la opresión del gobierno comunista.

Mientras estuve en Odessa, recibí una lección objetiva que causó una profunda impresión en mi pensamiento. Sucedió mientras estaba caminando a lo largo de las calles. Lo que observé nunca lo había visto antes en ninguna parte del mundo. Plantas grandes de parra, de uva, crecían en las aceras a cada seis o nueve metros de distancia. Obviamente estas vides habían estado creciendo allí por varios años. Los dueños de los apartamentos o los arrendatarios las habían sembrado en las grietas que había en las aceras a fin de que las plantas trepadoras crecieran alrededor de sus ventanas. Algunas de esas plantas habían llegado hasta los pisos cuarto y quinto.

Noté cómo las personas habían protegido las plantas, al nivel de la acera construyendo escudos protectores de barras de hierro alrededor de la base de la planta. Claro está, esto era muy importante. Las cientos de ramas que estaban alrededor de la base de las plantas de uva, de las vides, recibían alimento de las raíces que estaban debajo de la acera. Si algo le ocurría a la base de las vides, todas las plantas morirían.

No volví a pensar en eso, hasta que me encontré con una vid que había sido cortada por alguien al nivel de la calle. Los restos de las ramas muertas estaban todavía pegadas al edificio y alrededor de las ventanas. No pude evitar entristecerme por las personas que habían cuidado la vid, especialmente esos que vivían en el segundo, tercero y cuarto pisos. Todos esos años que había necesitado la hermosa planta para crecer y ahora era sólo basura. Pensaba todo eso porque alguien descuidado cortó la vid al nivel de la calle.

Fue en ese momento que mi mente se llenó con un pensamiento y aplicación que se basaba en las palabras de Jesús tal como están registradas en el capítulo 15 de Juan. Jesús dijo: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí” (Jn. 15:4). Nosotros, los pámpanos también necesitamos siempre estar unidos a la vid, el Señor Jesucristo. Ore para que Dios nos proteja de las artimañas de Satanás que están claramente designadas para convertirnos en ramas secas que no pueden dar fruto.