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Un mensajero con un mensaje no deseado

  • Fecha de publicación: Miércoles, 18 Enero 2017, 14:08 horas

En la Biblia el término vigilante describe a una persona cuyo deber es la tarea específica de proporcionarle seguridad a los demás. Desde el punto de vista del Antiguo Testamento, el atalaya era el que permanecía de pie en el muro que rodeaba la ciudad, y que sonaba la alarma cuando se aproximaba el peligro.  ¿Llama Dios hoy, a hombres y mujeres para que sean sus vigilantes?

Desde un contexto bíblico, el vigilante era llamado por Dios para identificar el peligro espiritual y advertirle al pueblo lo que les esperaba a lo largo del camino, si continuaban desobedeciendo al Señor.  Esto era necesario, cuando los líderes espirituales no estaban haciendo su trabajo como pastores y protegiendo a las ovejas.  En lugar de eso, se habían comprometido con el enemigo e incluso abrazado sus creencias paganas heréticas.  Ya no estaban siguiendo a Dios ni a las advertencias que habían recibido en su Palabra.

Vemos que este patrón se repite a lo largo de la Escritura.  Por ejemplo, Dios le prometió bendiciones al pueblo de Israel si le seguían, pero también fueron advertidos de las serias consecuencias si no lo hacían.  Leemos en Deuteronomio: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.  Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella” (Deuteronomio 30:15–18).

Además, la Escritura explica exactamente lo que les sucedió a los hijos de Israel. Al rebelarse y desafiar a Dios, ellos decidieron seguir su propio camino y terminaron siguiendo a los dioses paganos de las naciones que los rodeaban.  Leemos en el Libro de Jueces: “Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales.  Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira a Jehová” (Jueces 2:11–12).

Dios usó a los profetas quienes actuaban como los vigilantes de su día, para que le trasmitieran al pueblo sus mensajes audibles y que así las personas pudieran oírlos. Estos mensajeros inspirados por Dios, hablaban con claridad, sinceridad y urgencia. Mientras sus mensajes eran para que los escucharan todos los judíos, los profetas señalaban a los líderes espirituales quienes deberían haber estado guiando a los rebaños y protegiéndolos de la herejía.

Entonces, ¿qué podemos aprender de estas dos porciones de la Biblia?  Sabemos que la historia se repite.  ¿Hemos rechazado las claras advertencias de Dios acerca de la apostasía en nuestros días?  ¿Vamos por el camino en dirección al juicio?  ¿Es hora de despertarnos y reconocer las consecuencias de seguir a lobos vestidos con piel de ovejas quienes pretenden ser pastores?

Soy Roger Oakland.  Ésta ha sido una perspectiva bíblica para ayudarle a Entender los Tiempos.

(Traducción: Judith Arias DeRojas)

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