Sólo escaparon pocos
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Peter Waldo fue un acaudalado comerciante del siglo doce de Lyons, Francia, un importante centro de la industria de la seda, quien decidió tomar literalmente las palabras de Marcos 10:21: “Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz” (Marcos 10:21). Eso fue precisamente lo que él hizo.