Un predicador anciano se puso de pie para predicar y leyó este texto en Mateo 4:24: “... y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó” (Mat. 4:24).
El pastor siguió diciendo: “Hoy en día los médicos pueden hacerles exámenes exhaustivos, les pueden mandar a hacer todo tipo de pruebas de laboratorios y algunas veces curar sus dolencias, pero si sufre de la enfermedad de los buzos, entonces sólo Dios puede curarlo. Y permítanme decirles hermanos, hay una epidemia regular de la enfermedad de los buzos entre nosotros”.
“Algunos bucean en busca de la puerta el domingo apenas se acaba la escuela dominical. Están los que bucean por el televisor después de la iglesia. Quienes bucean en busca de una lista de excusas para no trabajar para el Señor. Otros que bucean por el carro y toman un viajecito el fin de semana. Otros bucean buscando sus monedas de cinco y de a diez, para ponerlos en la ofrenda, en lugar de pagar el diezmo. Otros bucean por la puerta tan pronto como el ministro hace el llamado para orar ante el altar. Sí, se necesita al Señor y a su amor para que la iglesia pueda curarse de la ‘Enfermedad de los Buzos’”.