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Una mente para los tiempos

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
El niño a menudo estaba tarde para la comida e invariablemente costaba trabajo encontrarlo.  Cuando finalmente sus padres lo hallaron sentado debajo de un árbol de manzana, le estaba enseñando lecciones de la  Biblia a una congregación extasiada de nativos de Nueva Inglaterra,

         “¿En donde está Timothy? - su padre y su madre se preguntaban una vez más.

         El niño a menudo estaba tarde para la comida e invariablemente costaba trabajo encontrarlo.  Cuando finalmente sus padres lo hallaron sentado debajo de un árbol de manzana, le estaba enseñando lecciones de la  Biblia a una congregación extasiada de nativos de Nueva Inglaterra, a quienes había encontrado en la calle y los había invitado a discutir la religión cristiana.  Completamente absorto en su esfuerzo, Timothy Dwight había olvidado la hora.  El evento particular, aunque no fuera de carácter para el pequeño, era altamente fuera de lo común para alguien de su edad - ya que el niño sólo tenía cuatro años de edad.

         Nacido en 1752, Timothy Dwight, el nieto del gran predicador Jonathan Edwards, era un niño prodigio.  Entre la edad de cuatro a once años, asistía a clases de literatura clásica, se dedicó a aprender solo el latín y estudiaba geografía, gramática, historia bíblica e historia de Inglaterra, Roma, y Grecia antigua.  A los once años tenía un tutor para latín y griego, y a los trece ingresó en la Universidad de Yale.  Se graduó a los diecisiete años, continuó un posgrado y fue contratado como tutor en la universidad.

         Su historia personal era asombrosa - pero con efectos secundarios muy dolorosos.  El niño de cuatro años, que prefería enseñar la Biblia que cenar, se convirtió en un adulto esclavizado por sus logros intelectuales.  Dejó de hacer ejercicio físico, y redujo las horas de comer y dormir, para tener más tiempo para estudiar.  Después de ignorar su cuerpo por el bien de su mente, estuvo enfermo por meses y a punto de morir.  Casi quedó ciego y nunca más pudo leer sin terribles dolores de cabeza, o escribir sin la ayuda de alguien que registrara lo que dictaba.

         Pero Dwight servía a un Dios que saca lo bueno de todas las cosas.  Como ya no podía leer, salía afuera en donde podía hablarle a las personas.  En lugar de aprender de los viejos y empolvados libros de teología, aprendió del hombre en la calle.  El fruto del prolongado sufrimiento personal de Dwight, repercutió en un aumento en su comprensión de la vida y labor del hombre común.

         Cuando comenzó la revolución americana, Dwight se unió al Ejército Continental como capellán.  Prestaba servicios de consejero, y oraba y exhortaba a los hombres a tener fe y valor a pesar del temor y la muerte.  En medio de la tribulación de la guerra, nació su vocación como pastor.

         En 1783 aceptó el pastorado de la iglesia en Greenfield, Conneccticut, en donde pastoreaba su congregación y enseñaba en una academia.  Como todavía seguía siendo un intelectual, comenzó a hablar y a escribir contra el deísmo francés.  En 1794 publicó Un discurso sobre la legitimidad y autenticidad del Nuevo Testamento, una defensa en contra las filosofías francesas antibíblicas que estaban echando raíces en el nivel universitario a través del recién colonizado Estados Unidos.

         En 1795, Dios llamó a Timothy Dwight para un nuevo capítulo en su vida.  Se convirtió en presidente de su “alma máter” - la Universidad de Yale, la que se había convertido en un creciente semillero de deísmo.  Dwight se encontró una vez más en medio de la guerra, pero era una guerra para la que estaba hecho.  Piadosamente y con confianza desenvainó la espada del Espíritu y se incorporó en la pelea.

         Para el año 1802, después de siete años de sólida predicación bíblica de Dwight, los corazones se fueron ablandando, la columna del deísmo fue malamente quebrantada, y un despertar espiritual se desató en la universidad.  Un tercio de los 225 estudiantes de Yale recibieron a Cristo como Señor y Salvador por su predicación, y muchos se convirtieron en instrumentos de un despertar espiritual mayor que se propagó a través de Nueva Inglaterra, hacia la parte norte del estado de Nueva York, y más allá de la frontera occidental.  Fue el principio del segundo gran despertar espiritual de la nación.

         Cuando Timothy Dwight pasó finalmente de esta vida a la otra, el 11 de enero de 1817, dejó tras de sí un legado de erudición bíblica y despertar espiritual evangélico.

Reflexión

         ¿De qué forma obró Dios su propósito por medio de la pérdida casi total de la visión de Timothy Dwight? ¿De qué manera habría sido su vida diferente si no hubiera tenido el problema con sus ojos? ¿Fue esto positivo o negativo para su vida y ministerio?

         “Porque el Señor al que ama, disciplina...” (Hebreos 12:6a).

Modificado por última vez enViernes, 26 Marzo 2010 22:24
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