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El gran Gillespie

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

  George Gillespie nació en Escocia el 21 de enero de 1613, atendió a la Universidad de Saint Andrews.  Se hizo muy conocido en 1637 cuando publicó anónimamente un documento titulado Una disputa contra las ceremonias inglesas papistas, impuestas a la fuerza sobre la iglesia de Escocia, en el cual criticaba las innovaciones episcopales impuestas por el rey Carlos Primero sobre la iglesia de Escocia, la cual era presbiteriana. 

En el año 1643, sólo un año después de convertirse en pastor de la Iglesia Grayfairs en Edimburgo, Gillespie era el más joven de los cuatro ministros escoceses, escogidos para atender la Asamblea Westminister, considerada por muchos como la más grande asamblea de teólogos de todos los tiempos, designada por el Parlamento Inglés Puritano para aconsejar y guiar en la promoción de la Reforma.

         En su día, se le mencionaba a menudo como el “Gran Gillespie”.  Fue el defensor más capaz del gobierno de la iglesia presbiteriana en la asamblea, y proveyó el material para muchas historias - algunas verdaderas y otras exageradas.  No obstante, las leyendas ilustran el carácter piadoso de las reuniones y el papel de Gillespie en ellas.  Una de tales cuenta, que cuando la asamblea estaba debatiendo la pregunta “¿Quién es Dios?”.  A George se le pidió que orara por guía para la asamblea, y las palabras de su oración “Oh Dios, tú que eres un espíritu, infinito, eterno e incambiable, en quien mora la sabiduría, poder santidad, justicia, misericordia y verdad...”, proveyeron la respuesta para el Catecismo Westminster.

         Otra historia narra la habilidad de Gillespie como orador y pensador.  Durante un debate sobre si la iglesia o el estado tenían la autoridad para excomulgar a Samuel Rutheford, su colega mayor, le llamaron para que respondiera, y le dijeron:  “¡Levántate George, levántate hombre, y defiende el derecho del Señor Jesucristo a gobernar por sus propias leyes!”.  Gillespie comenzó resumiendo el discurso de su oponente, y luego fue rebatiendo uno a uno todos sus argumentos.  Tan convincente fue su razonamiento y oración, que el oponente de Gillespie exclamó, “Este joven, con una sola disertación ha barrido con el aprendizaje y labor de diez años de mi vida”.

         Tal vez el cuento más confiable, es la historia del cuaderno de Gillespie.  Se dice que mientras escuchaba a un oponente y se preparaba para responder, parecía que Gillespie estaba tomando notas detalladas.  Después que George presentó su respuesta persuasiva, los hombres sentados a su lado, no encontraron nada en la libreta respecto al discurso, en lugar de eso había escrito notas en latín como estas: “¡Señor, envía luz!”, “¡Señor, asístelos!” y “¡Señor defiende tu causa!”.

         Al regresar a su hogar desde Londres en 1647, Gillespie fue elegido para servir en la Iglesia High de Edimburgo y fue designado como moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia en Edimburgo, en el verano de 1648.

         Poco tiempo después de eso, Gillespie enfermó gravemente de tuberculosis a la edad de 36 años.  Durante sus últimos días recibió una carta de su viejo amigo y colega Samuel Rutheford, quien le escribió desde Saint Andrews, con estas palabras: “No te sientas apesarado; fuiste llamado para vivir una vida de fe; lo que hiciste nunca te fue reconocido; si bien Cristo en ti y por ti, ha hecho más que con veinte, sí, hasta con cien pastores canosos y piadosos.  Lo último que tienes que hacer ahora es creer.  Mira a esas palabras en Gálatas 2:20".

         En 1661, doce años después de la muerte de Gillespie, el rey Carlos Primero impuso por la fuerza el gobierno de la Iglesia Episcopal, sobre la Iglesia Presbiteriana de Escocia.  Para dramatizar este evento, el Parlamento removió la lápida de la tumba de Gillespie y la hizo pedazos públicamente.

         Esta lápida ya no existe más, pero los documentos de la Asamblea de Westminster permanecen como un monumento conmemorativo a George Gillespie y los otros que le designaron.

Reflexión

         Cuando una persona dotada muere a una edad temprana, el mundo a menudo se lamenta y dice: “¡Oh, si sólo hubiera vivido un poco más!”.  Ninguno de nosotros sabe cuántos son los días que Dios nos dará, no obstante sabemos que esos días serán suficientes para hacer lo que Él ha planeado para nosotros. ¿Cómo está usted usando el tiempo que Dios le ha otorgado?

         “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.  Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:15-17).

Modificado por última vez enMiércoles, 14 Abril 2010 21:46
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