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El sacrificio

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

En los años 1600, los reyes ingleses insistían en imponer la iglesia anglicana sobre los presbiterianos de Escocia.  Como protesta, aproximadamente tres mil escoceses firmaron el Pacto Nacional en 1638, comprometiéndose a defender la iglesia presbiteriana del control del gobierno.  Esto marcó el principio de cincuenta años de amarga lucha entre los Firmantes del Pacto y la iglesia de Inglaterra.

  Cuarenta y un años después, en 1679, el joven John Dick recién graduado de la Universidad de Edimburgo, escapó de ser capturado después de pelear junto a los Firmantes del Pacto en el puente Bothwell, pero más tarde fue traicionado en Edimburgo por una pobre mujer que necesitaba la recompensa.  Fue puesto en prisión durante el otoño de 1683, sentenciado a muerte por alta traición y encerrado con otros veinticuatro Firmantes del Pacto en dos grandes celdas.  Los prisioneros planearon un atrevido escape, mientras sus amigos oraban por el éxito.

         Estaban en dos celdas, una encima de la otra, y en preparación para su escape, los prisioneros en la celda inferior hicieron un agujero a través de las barras de hierro de la ventana, mientras esos arriba concibieron una forma para bajar por medio de un agujero en el suelo.  Mientras estaban haciendo el agujero en la ventana, una barra de hierro cayó a la calle, pero milagrosamente el centinela que estaba abajo no la vio.  La mañana siguiente un visitante compasivo que simpatizaba con la causa de ellos, se las ingenió para traerles la barra, para que pudieran ponerla nuevamente en el marco de la ventana y así no pudieran notar que estaban tramando la huida.  Cuando llegó el día designado todos veinticuatro escaparon.
John Dick fue el único que fue vuelto a capturar, pero durante sus seis meses de libertad, usó su educación universitaria y estudios teológicos para bien, al escribir un libro corto, con un título largo, al que llamó Testimonio para la doctrina, adoración, disciplina y gobierno de la Iglesia de Escocia y la obra de pacto de la Reforma en los tres reinos, que fuera publicado después de su muerte.

         A principios del mes de marzo de 1684, John Dick fue arrestado, llevado a juicio nuevamente, y se ordenó que fuera ahorcado en Grassmarket, Edimburgo, el 5 de marzo de 1684.  La noche antes de su ejecución le escribió una carta a su padre, en la que le decía:

“Querido Señor:

         Ésta ha sido una de las noches más placenteras que he tenido en toda mi vida; la competencia es sólo entre esto y lo que recibí hace once años... cuando el Señor firmemente puso el cimiento de gracia en mi corazón, al hacer que mi entera alma estuviera muy cerca de la Suya, de acuerdo con sus propios términos... para que pudiera entregarme enteramente y sin reserva, en alma, cuerpo, corazón, afecto, con las enteras facultades de mi alma, y poderes de mi cuerpo, para que Él dispusiera de mí a su entero placer, para el progreso de su gloria...’

         “Tu afectuoso hijo, y prisionero de Cristo, John Dick’.
         “PD: Espero, que cuanto esté en Casa, pueda verte nuevamente.  No permitas que nadie vea esto, hasta que no esté en mi tumba.  El Señor me dio a ti libremente, de la misma manera te suplico, que con sinceridad me entregues a Él nuevamente...”

         En el día señalado, mientras la multitud contemplaba y los tambores sonaban John Dick proclamó desde el patíbulo: “He llegado aquí este día, y no cambiaría mi porción con lo más grandioso en el mundo.  Entrego mi vida voluntaria y gozosamente para Cristo y su causa, y de todo corazón perdono a todos mis enemigos.  Perdono a todos los que me sentenciaron, y a esos que fueron la causa principal de mi captura, y perdono al que está detrás de mí, el verdugo.  Les aconsejo a ustedes, los que son el pueblo del Señor, que sean sinceros en su forma de piedad, y a los otros que saben muy poco o nada del poder de eso, que se acerquen a Él y confíen en Dios.  No los decepcionará. Yo les digo, confíen en el Señor, y Él los ayudará y fortalecerá en cualquier problema o aflicción en que puedan encontrarse.  Recuerdo cuando Abraham estaba próximo a sacrificar a su hijo, e Isaac, dijo: ‘He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?’”.

         Él miró arriba a la horca, luego a la multitud, y continuó: “Ahora bendito sea el Señor, aquí está el sacrificio y la ofrenda voluntaria.  Adiós a todos mis amigos”.

Reflexión

         ¿Cómo cree que fue la actitud de John Dick para enfrentar la muerte? ¿Cómo respondería usted en una situación similar? ¿Cómo le gustaría responder?

         “Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío...” (Génesis 22:8).

Modificado por última vez enMartes, 17 Agosto 2010 04:39
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