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Matrimonios desastrosos

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

         En el año 458 antes de Cristo, Esdras llegó a Jerusalén desde Persia con un grupo numeroso de exilados uniéndose a esos que habían retornado previamente desde el cautiverio en Babilonia.  Esdras era un sacerdote judío, y muy probablemente ocupaba una oficina en el gobierno persa, equivalente a lo que hoy podríamos llamar comisionado de los asuntos judíos.  Fue responsable de poner en vigor la observancia de la ley de Moisés.  Todo esto se encuentra registrado en Esdras 7:1-8:36.

         Leemos en la Biblia, que dijo Esdras: “Acabadas estas cosas, los príncipes vinieron a mí, diciendo: El pueblo de Israel y los sacerdotes y levitas no se han separado de los pueblos de las tierras, de los cananeos, heteos, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos, y hacen conforme a sus abominaciones.  Porque han tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de los gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado” (Esdras 9:1 y 2).

         Los matrimonios con personas de otras razas eran catastróficos para los judíos, ya que las esposas extranjeras comprometidas con los dioses de sus propias naciones, influenciaban a sus hijos y amenazaban así la supervivencia de la fe judía.  En el mejor de los casos resultaba en una mezcla con una religión idólatra que ciertamente Dios terminaba juzgando.

         Cuando Esdras se enteró de esto, expresó su angustia tal cómo se acostumbraba en ese tiempo: rompió sus vestiduras y se arrancó el cabello de la cabeza y de la barba, y permaneció sentado angustiado perplejo, para terminar diciendo: “Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo...  ¿Hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara remanente ni quien escape?” (Esdras 9:6,14).

         Conforme Esdras oraba con esta plegaria de confesión, una gran multitud de personas se congregaron a su alrededor y lloraron.  Entonces uno de los líderes de Israel le dijo: “... Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; mas a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel.  Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios; y hágase conforme a la ley” (Esdras 10:2b y 3).

         “Entonces se levantó Esdras y juramentó a los príncipes de los sacerdotes y de los levitas, y a todo Israel, que harían conforme a esto; y ellos juraron. Se levantó luego Esdras de delante de la casa de Dios, y se fue a la cámara de Johanán hijo de Eliasib; e ido allá, no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los del cautiverio.  E hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén que todos los hijos del cautiverio se reuniesen en Jerusalén; y que el que no viniera dentro de tres días, conforme al acuerdo de los príncipes y de los ancianos, perdiese toda su hacienda, y el tal fuese excluido de la congregación de los del cautiverio” (Esdras 10:5-8).

         A los tres días todos se habían reunido en la plaza del templo de Jerusalén, aterrados de muerte.  “Y se levantó el sacerdote Esdras y les dijo: Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así sobre el pecado de Israel.  Ahora, pues, dad gloria a Jehová Dios de vuestros padres, y haced su voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras, y de las mujeres extranjeras” (Esdras 10:10 y 11).

         Para el 27 de marzo del año 457 antes de Cristo, sus líderes verificaron que todos los hombres que se habían casado con mujeres paganas se hubieran divorciado de ellas.  “Y terminaron el juicio de todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras...” (Esdras 10:17a).

Reflexión

         ¿Cuál sería su reacción al requerimiento de Esdras a los hombres judíos que se divorciaran de sus esposas paganas?  Sin este paso drástico, la siguiente generación de judíos habría sido enseñada a adorar a dioses paganos por sus madres.

         “Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios; o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas” (Éxodo 34:15 y 16).

Modificado por última vez enSábado, 13 Noviembre 2010 18:55
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