Una ciudad sobre una colina
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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John Winthrop, quien nació en enero de 1588 y murió en marzo de 1649, fue un dedicado abogado puritano en Inglaterra. Podemos echarle una ojeada a su carácter de una declaración que escribió a la edad de veinticuatro años, y que decía: “He resuelto primero entregarme a mí mismo - mi vida, mi inteligencia, mi salud, mi riqueza - al servicio de mi Dios y Salvador, quien se dio a sí mismo por mí y para mí, y quien merece todo lo que sea o pueda ser, para hacer conforme a su voluntad y para su gloria”.
Winthrop había sido elegido gobernador de la Compañía Bay Massachussetts, antes de partir para Inglaterra a bordo del Arabella, con unos setecientos colonos. Dos años antes, sesenta y seis de ellos guiados por John Endecott se habían establecido en Salem, Massachusetts, y el año siguiente doscientos más les habían seguido.
El 12 de junio de 1630, John Winthrop estaba parado junto a la baranda del Arabella mientras entraba en el puerto de Salem. Había estado por setenta y dos días en alta mar, y ahora que finalmente llegaba a Nueva Inglaterra, rebosaba de anticipación por lo que Dios iba a hacer en estas playas.
Conforme se aproximaban, la visión que saludó a Winthrop lo dejó perplejo. ¿Dónde estaba Salem? Todo lo que tenía ante sus ojos era una colección de chozas y refugios de lona. Caminando sobre la playa al salir del primer bote, advirtió para su gran desilusión que esta patética colonia era realmente Salem.
John Endecott, quien actuaba como gobernador, le informó que de los primeros dos grupos de colonos, sólo ochenta y ocho permanecían. Más de ochenta habían muerto, y el resto había regresado a Inglaterra. Y muchos de los que se quedaron, planeaban hacer lo mismo.
Conforme Winthrop inspeccionaba esta vista descorazonadora, pensaba de las palabras que había escrito el día antes al trazar sus metas para la nueva colonia, lo cual había titulado “Un Modelo de Caridad Cristiana”, y decía: “De esta manera se pone en vigencia la causa entre Dios y nosotros: estamos entrando en un pacto con Él para esta labor... Ahora la única forma... para proveer para la posteridad, es seguir el consejo de Miqueas, hacer justamente, amar la misericordia, caminar humildemente con nuestro Dios... para este fin, debemos trabajar unidos en esta obra como un solo hombre... Debemos mantener un comercio familiar unidos en toda sumisión, gentileza, paciencia y liberalidad. Debemos regocijarnos los unos en los otros, hacer la condición del otro la propia, gozarnos juntos, lamentarnos juntos y sufrir unidos, siempre teniendo ante nuestros ojos nuestra Comisión y trabajo comunitario, como miembros del mismo cuerpo. Así mantendremos la unidad del Espíritu en el vínculo de paz...’
“Así descubriremos que el Dios de Israel está entre nosotros, cuando diez seamos capaces de resistir a mil de nuestros enemigos, cuando Él nos convierta en tal alabanza y gloria, que hombres de plantaciones prósperas digan: ‘El Señor nos haga como Nueva Inglaterra’. Porque nosotros debemos considerar que seremos como una Ciudad sobre una Colina”.
Sintiéndose animado al recordar su visión, John Winthrop comenzó a servir como gobernador de Massachusetts casi continuamente hasta su muerte ocurrida en 1649. Fue un instrumento en convertir a Massachusetts en una comunidad cristiana, lo cual tuvo un efecto profundo en el resto de la nación en desarrollo.
Reflexión
John Winthrop fue capaz de vencer su desilusión inicial en Salem, porque Dios le había dado una visión del futuro. ¿Qué visión le ha dado a usted para vencer su desesperanza? Cuando nos enfocamos sólo en lo que tenemos enfrente de nosotros, es fácil no captar el cuadro total. La perspectiva del Señor incluye el hoy, al igual que el futuro, todo como parte de su plan maestro.
“La esperanza que se demora es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido” (Proverbios 13:12).