En un pajar
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Las organizaciones de las Misiones Foráneas son comunes en América hoy, pero a principios de 1800 no había una sola junta de misiones extranjeras en Estados Unidos. Sin embargo, Dios iba a comenzar el movimiento de evangelización en el exterior en un lugar muy extraño - ¡un pajar!
El Williams College en Williamstown, Massachusetts, sólo tenía doce años de estar funcionando en 1805 cuando el segundo gran despertar espiritual llegó hasta allí. En la primavera de 1806 Samuel Mills, el hijo de un ministro congregacional, se unió al primer año de escuela superior con una gran pasión por propagar el Evangelio alrededor del mundo. Comenzó dirigiendo un grupo de oración con otros cuatro estudiantes que habían sido tocados igualmente por la campaña evangelística. Se reunían tres tardes a la semana en un bosque de arces en la cercanías de la pradera Sloan.
Un día bochornoso de agosto de 1806, una tormenta violenta interrumpió el tiempo de oración de ellos, y se refugiaron en el lado cubierto de un gran pajar. Allí en este curioso santuario, Mills dirigió sus oraciones sobre su propia obligación personal misionera. Dios les habló mientras ellos oraban y cuatro de los cinco se comprometieron a servirle en el exterior si así los dirigía. La reunión de oración en el pajar no sólo fue el principio de la primera sociedad misionera estudiantil, sino también el comienzo del propio movimiento misionero foráneo. En dos años el grupo de oración tomó el nombre de Sociedad de los Hermanos, con el lema “Podemos hacerlo”.
Dos años más tarde muchos del grupo se enrolaron en el Seminario Andover, en Andover, Massachusetts, en donde se les unió Adoniram Judson y otros interesados en las misiones en el exterior. Allí continuaron creyendo que Dios los estaba llamando al campo misionero, pero no había junta misionera en América para que los enviara.
Los estudiantes llevaron su problema a la facultad del seminario y a pastores en el área. En respuesta, los maestros y pastores se reunieron en el hogar de Moses Stuart, uno de los miembros de la facultad de Andover. El consejo de ellos fue que los estudiantes sometieran su caso a para consideración a la Asociación General, un cuerpo integrado por las iglesias congregacionales de Massachusetts, el cual se reunió en Bradford, Massachusetts, comenzando el día siguiente.
Actuando movidos por este consejo, los estudiantes escribieron una carta explicando su situación difícil y solicitando la ayuda de la asociación. La carta fue firmada por Adoniram Judson, Samuel Mills y otros dos. Originalmente Luther Rice y James Richards también firmaron la carta, pero removieron sus nombres para que el número de candidatos a misioneros potenciales que necesitaban ayuda, no asustara a la asociación.
Dos días después el 29 de junio de 1810, la asociación respondió a su petición integrando la Junta Directiva de Comisarios para Misiones Foráneas, la primera junta misionera en América. Un año más tarde enviaron a Adoniram Judson y tres otros hombres con sus familias como los primeros misioneros.
Desde su humilde principio la fuerza misionera extranjera de los Estados Unidos ha crecido a más de sesenta mil misioneros enviados por cientos de juntas directivas.
Reflexión
El plan de Dios para esta edad es “id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19a). ¿Qué considera usted como un modelo en el cumplimiento de la gran comisión? Los estudiantes en la reunión de oración del pajar, oraron fielmente por la oportunidad de poder ser misioneros en el exterior. Ellos no permitieron que la falta de junta misionera en América para que los enviara, fuera un impedimento en su camino. Podemos aprender mucho de su fidelidad. No todos pueden ir, pero todos podemos orar y colaborar económicamente.
“Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca han oído de él, entenderán” (Romanos 15:20 y 21).