David Brainerd
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
- Publicado en Tema del día /
- Visitado 11636 veces /
- Imprimir /
David Brainerd fue el sexto de los diez hijos de Hezekiah Brainerd, un legislador puritano de Haddam, Connecticut. Su infancia no fue fácil, estuvo colmada de tristeza. Cuando sólo tenía nueve años, su padre murió y al cumplir los trece su madre.
Después del fallecimiento de su madre, David continuó viviendo en su hogar, ahora dirigido por su hermano mayor, Hezekiah Junior, y su esposa. Un año más tarde, cuando su hermana Jerusha se casó con un granjero en el este de Haddam, se mudó con ellos.
David había heredado una granja de su padre a unos diecisiete kilómetros de Haddam. Cuando cumplió los diecinueve años, decidió comenzar a trabajar en la agricultura, sin embargo, pronto descubrió que no estaba destinado a ser un agricultor. En lugar de eso hizo un compromiso con Dios de que se convertiría en ministro. Admiraba en gran manera a uno de sus hermanos mayores, a Nehemiah, quien se había convertido en pastor después de graduarse de Yale, y anhelaba seguir sus pasos.
Aunque quería ser un ministro, regresó a Haddam para vivir y estudiar con su pastor, Phineas Fiske, en preparación para atender Yale. Después de seis meses Fiske murió, y Brainerd continuó sus estudios bajo la supervisión de su hermano Nathaniel.
A pesar de sus planes para el ministerio todavía no era miembro de la iglesia. Para unirse necesitaba tener la seguridad de que era salvo, y Brainerd no la tenía.
En un viernes por la mañana en julio de 1739, mientras caminaba en el bosque, se advirtió de que estaba espiritualmente perdido. Vio que todos sus esfuerzos religiosos en ninguna forma obligaban a Dios para que le otorgara su gracia.
El momento decisivo en su vida tuvo lugar dos días después el 12 de julio de 1739, y escribió así en su diario: “Cuando estaba caminando nuevamente en el mismo lugar solitario... una gloria inexplicable pareció abrirse ante mis ojos y desapareció la aprensión que había en mi alma. No me refiero a ningún brillo externo, porque no vi tal cosa... Fue una nueva forma que me permitió ver que tenía a Dios, tal como nunca lo había tenido antes; nada que tuviera el más mínimo parecido de lo anterior’.
“Me sentía en un nuevo mundo... En este momento el camino de salvación se abrió ante mí con tan infinita sabiduría, compatibilidad y excelencia, que me preguntaba cómo pude pensar en alguna otra forma de salvación, estaba asombrado que no hubiera desistido de mis propias invenciones antes, para aceptar esta bella, bendita y excelente forma. Que hubiera podido pensar que podía ser salvo por mis propias obras, o por cualquier otra forma que hubiera concebido antes, algo que toda mi alma rechazaba ahora. Me preguntaba por qué todo el mundo no lo veía así y aceptaba esta forma de salvación, enteramente por la justicia de Cristo”.
Dos meses después de haber escrito esto en su diario, David Brainerd ingresó a Yale para convertirse en misionero para los indígenas de Massachusetts, New Jersey y Pensilvania. Murió en el hogar de Jonathan Edwards a la edad de veintinueve años. Su diario se convirtió en un devocional clásico, influenciando a cientos para seguir el servicio misionero.
Después de la muerte de Brainerd, cuando Jonathan Edwards editó su diario, escribió en la parte superior de la página para este día. “Julio 12 de 1739, día del Señor, sería recordado para siempre por David Brainerd”.
Reflexión
¿Puede usted identificarse con alguno de los detalles de la conversión de David Brainerd? ¿Se ha encontrado argumentando con Dios o tratando de merecer su gracia por medio de sus propios méritos? ¡Que salvación tan maravillosa es esta, que no puede ser ganada sino sólo recibida por medio de la fe!
“Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá” (Gálatas 3:11).