Menu

Escuche Radio América

Un Nuevo Testemento para los Tzeltables

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

Marianna Slocum, nació en Filadelfia en 1917, era la hija de Stephen Slocum, un profesor universitario.  El suyo fue un hogar piadoso.  Y escribió: “No puedo recordar un solo momento en que no hubieran creído en Cristo como mi Salvador.  Éramos una familia que asistía a la iglesia... Mi padre pedía la bendición para los alimentos antes de cada comida, y cada noche celebrábamos la adoración familiar”.

Durante sus primeros años en la universidad, Marianna sintió el llamado de Dios para ser traductora bíblica misionera.  Después de completar su educación comenzó entrenamiento lingüístico en 1940 en el Instituto Lingüístico de Verano y se unió a los Traductores Wycliffe de la Biblia.

En el instituto conoció a Bill Bentley, un traductor que había estado trabajando entre los indígenas tzeltales de México desde 1938.  Era graduado de la universidad e inicialmente había planeado ir a la escuela médica, pero en lugar de eso asistió al Instituto Bíblico Moody.  Allí se enteró de lo que expresó el misionero  L. L. Legters, quien describió la necesidad de que ciertas tribus que aún no habían sido contactadas, tuvieran una Biblia en su propia lengua nativa.  Respondiendo a esta necesidad se unió a Wycliffe y fue hasta donde los tzeltales.   Marianna sintió que estaba enamorándose de él, pero tal parecía que Bill no le prestaba ninguna atención especial.

Ella y su compañera de trabajo fueron asignadas a la tribu Chol e instalaron su residencia en una plantación de café, justo a un día de camino de la sede de Bill Bentley entre los tzeltales.  Como el chol era un dialecto maya similar al tzeltal, Bill realizaba frecuentemente la jornada de un día para ayudar a las dos mujeres con su traducción.

En un viaje, Bill llevó un gran caja de galletas para las jóvenes y en el fondo de la caja estaba una galleta con la forma de un gran corazón para Marianna. ¡El amor era mutuo!

En febrero de 1941 Bill le propuso matrimonio y Marianna aceptó.  Ellos fijaron la fecha de su boda para el 30 de agosto y planearon su celebración en el hogar de los Slocum en Filadelfia.

Ese verano Bill y Marianna regresaron a Estados Unidos para la semana final de la celebración de su boda.  El 22 de agosto de 1941 viajaron desde Filadelfia hasta la sede del ministerio America’s Keswick cerca del río Tom en New Jersey, en donde Bill predicó en el servicio vespertino.  La mañana siguiente fueron hasta la ciudad de Nueva York, en donde disfrutaron de un día turístico tomados de la mano.  La noche de su viaje de regreso a Filadelfia, ambos estaban extenuados pero gozosos en espíritu, mientras hablaban de su boda a celebrarse en una semana.

La mañana siguiente en la casa de los Scolum, Bill estuvo tarde para el desayuno.  El padre de Marianna fue a llamarlo, pero regresó solo.  Bill había muerto durante la noche debido a una enfermedad congénita del corazón no diagnosticada.  Tenía veintisiete años.

Los padres de Marianna de inmediato llamaron a Cameron Townsend, el director de Wycliffe.  Aturdida Marianna preguntó si podía hablar con él.  Con voz baja, casi inaudible, le preguntó: “¿Podría regresar con los tzeltales en lugar de Bill?”.  La respuesta fue un sí resonante.
Bill fue sepultado en Topeka y Marianna viajó sola al Instituto Lingüístico de Verano llegando el 30 de agosto, la fecha en que ella y Bill iban a casarse.  El versículo que la sostuvo fue Salmos 16:11: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”.  Regresó a México sola.

Marianna y sus compañeros de trabajo completaron la traducción del primer Nuevo Testamento en tzeltal en 1956 y el Antiguo en 1965.  Una de las principales revistas mexicanas escribió “Que ella había levantado una entera nación indígena del barbarismo a la civilización”. Marianna sólo pudo decir: “¡Gracias Señor!”.

Reflexión

¿Cómo responde usted a la tragedia?  A pesar del dolor increíble en su corazón Marianna Slocum fue capaz de continuar asida de Dios.  Jesús era su Salvador y el Espíritu Santo su Consolador.  Ellos están allí para todos los que creen.

“Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor” (Jeremías 31:13).

(* ¡Esta Hermana todavía esta viva, y a pesar de que ya es una anciana ha hecho cosas increíbles para el Señor!

Modificado por última vez enMartes, 07 Junio 2011 03:51
volver arriba