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Nunca se debe fijar fecha para el rapto

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

En 1988 Edgar Whisenant, quien nació en 1932 y falleció en mayo de 2001, un ingeniero retirado de la NASA que vivía en Little Rock, Arkansas, de la noche a la mañana se convirtió en un escritor exitoso.  Publicó dos libros que estaban vinculados el uno con el otro: El rapto Rosh HashAna y 1988 y 88 Razones por qué el rapto ocurrirá en 1988. En ellos, Whisenant hizo la increíble predicción que el Señor Jesucristo regresaría para llevarse a los cristianos al cielo, entre la puesta del sol del 11 de septiembre y la puesta del sol del 13 de septiembre de 1988.

Este evento, conocido como el rapto de la Iglesia, es descrito así en 1 de Tesalonicenses 4:16 y 17: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.  Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

Cuando llegó el 11 de septiembre se habían vendido más de cuatro millones y medio de copias, y se habían enviado otras trescientas mil gratuitamente a los pastores de América.  Las librerías cristianas no se daban abasto y difícilmente podían mantener una copia en sus repisas.  El efecto del libro fue dramático.  Los medios noticiosos informaron que las familias estaban llevando sus mascotas a los veterinarios y les hacían aplicar inyecciones para quitarles la vida, vendían sus propiedades y se iban a las cimas de los montes para esperar el rapto.

Algunos individuos con iniciativa promovieron una gira a la Tierra Santa que ofrecía la posibilidad de ser arrebatado desde allí.  Parte de la atractiva propaganda decía: “Nos hospedaremos en el Hotel Intercontinental ubicado exactamente en el monte de los Olivos desde donde tendrá una hermosa vista de la Puerta Oriental y el Monte del Templo.  Y si este año regresa el Señor, tal como anticipamos, usted podrá ascender a gloria a sólo unos pocos metros de distancia desde donde ascendió el Señor Jesucristo”. Se decía que el precio para el viaje era sólo mil novecientos setenta y cinco dólares, desde Los Ángeles o New York, y regreso si acaso fuere necesario.

La cadena de televisión Trinity Broadcasting alteró las trasmisiones de sus programas televisados entre el 11 al 13 de septiembre.  Los presentadores del canal cancelaron sus programas regulares en vivo y en lugar de eso comenzaron a presentar video casetes sobre el rapto, instruyendo a los incrédulos sobre qué hacer si descubrían que sus familiares y amigos cristianos habían desaparecido.

Aparentemente muchos creyentes razonaron que si Whisenant conocía ochenta y ocho razones por qué el Señor Jesucristo regresaría entre el 11 al 13 de septiembre de 1988, debía estar correcto por lo menos en una de ellas.  Desafortunadamente no fue así.

Pero... ¿Qué pasó cuando el Señor no regresó tal como creía Whisenant?  En lugar de aprender de sus errores, continuó y fijó otra fecha: el 3 de octubre de 1988.  Cuando una vez más nada ocurrió y Cristo no apareció, decidió que debía dejar de hacer cálculos para ese año y escribió otro libro, El llamado final Informe sobre el Rapto 1989, 1990, 1991, 1992, 1993. En él explicaba su error matemático y predecía que la fecha más probable para el rapto era el primero de septiembre de 1989, un día más o un día menos.  Y una vez más estaba equivocado.

Aunque el señor Whisenant citó muchos versículos de la Escritura en sus escritos, no prestó atención a las palabras del Señor Jesucristo en Mateo 24:36, cuando dijo: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”.

Reflexión

Alguna vez se ha preguntado: “¿Estamos viviendo en los últimos días?”. ¿Cómo debemos responder a esa pregunta?  Es importante recordar la declaración de Jesús en Mateo 24:36, de que nadie sabe la fecha de su segunda venida.  Sin embargo, al mismo tiempo, los cristianos de cada edad deben vivir a la expectativa, esperando su retorno.

“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 25:13).

Modificado por última vez enMartes, 16 Agosto 2011 00:32
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