Un hombre de influencia
- Fecha de publicación: Jueves, 01 Diciembre 2011, 04:58 horas
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Su nombre fue Martín Lutero y nació el 10 de noviembre de 1483, en una familia de campesinos en la población de Eisleben en Prusia, Sajonia. Al siguiente día de su nacimiento fue bautizado con el nombre de Martín, el santo para ese día. Mientras crecía le enseñaron a rezarle a Dios, a los santos y a honrar la iglesia y sus sacerdotes. Con el tiempo se convirtió en un adorador devoto de la Virgen María.
Se inscribió en la Universidad de Erfurt en 1501, recibiendo un título en artes en 1502 y una maestría en artes en 1505.
Ese mismo año, mientras regresaba a Erfurt de una visita a sus padres, fue alcanzado por una violenta tormenta. Aterrado, cayó a tierra y clamó: “¡Santa Ana, sálvame, si lo haces, me convertiré en monje!”. Al cabo de quince días cumplió su voto y entró al monasterio de los Ermitaños de San Agustín en Erfurt. Dos años después fue ordenado sacerdote.
El año siguiente, fue transferido a la Universidad de Wittenberg, en donde obtuvo el título de doctor en teología en 1512. Recibió un nombramiento permanente como profesor de teología en la universidad, una posición que le asignaron de por vida.
Lutero probablemente habría vivido toda su existencia como un profesor universitario de teología poco conocido, sino hubiera sido por la siguiente experiencia que contó así con sus propias palabras:
“Me había sentido poseído por un deseo ardiente y extraordinario por entender a Pablo en su epístola a los Romanos. No obstante, a pesar del ardor de mi corazón, fui obstaculizado por esta frase única en el primer capítulo: ‘La justicia de Dios...’ Odiaba esa frase ‘la justicia de Dios’, porque de acuerdo con el uso y costumbre de los doctores, me habían enseñado a entender su significado filosóficamente, tal como ellos lo ponían, la justicia formal y activa de acuerdo con la cual Dios es justo, y castiga a los pecadores y a los injustos’.
“Como monje vivía una vida irreprochable. No obstante, sentía que era un pecador delante de Dios... No sólo no la amaba, sino que de hecho odiaba esa justicia Divina que castigaba a los pecadores...’
“Día y noche trataba de meditar en el significado de estas palabras: ‘Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá’. Entonces, finalmente, Dios tuvo misericordia de mí, y comencé a entender que la justicia de Dios es ese regalo del Creador por medio del cual vive un hombre justo, es decir la fe, y que esta frase ‘Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela’ - es pasiva, indicando que la misericordia de Dios nos justifica por fe, ‘como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá’. Ahora sentía como si hubiera renacido y al mismo tiempo entrado en el Paraíso...’
“De la misma forma como había odiado la expresión ‘la justicia de Dios’ ahora amorosamente alababa esta palabra tan placentera. Este pasaje de Pablo se convirtió para mí en la propia puerta hacia el Paraíso”.
Después de haber experimentado el nuevo nacimiento, Dios usó a Martín Lutero para dirigir la Reforma, fundar la Iglesia Luterana y el propio protestantismo.
Reflexión
¿Entiende lo que significa ser justificado por fe? Quiere decir que como el Señor Jesucristo pagó el castigo que merecíamos por nuestros pecados sobre la cruz, Dios nos declara justos en base a nuestro fe en Él como Señor y Salvador. ¡Es entonces cuando somos justificados!
“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17).