La plegaria de Edmundo Allenb
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Cuando Martín Lutero emprendió la obra que estremeció al mundo, su amigo Miconio expresó simpatía, y dijo, “Pero... Puedo ayudarte mejor en donde estoy. Permaneceré orando mientras tú trabajas duro”. Miconio oró día por día, pero conforme oraba comenzaba a sentirse incómodo.
Cuando joven, Dwight Lyman Moody el gran evangelista, predicador y escritor norteamericano del siglo XIX, fue llamado de súbito para predicar en un funeral. Él comenzó a escudriñar los evangelios tratando de encontrar algún sermón pronunciado por Cristo durante un funeral, pero buscó en vano.
Cierto duque de Milán era tan odiado por su insoportable crueldad que todos oraban día y noche para que le ocurriera algo malo. Alguien notó que cada día a la salida del sol, una anciana decrépita entraba a la iglesia y le imploraba a Dios para que le concediera al duque, salud y larga vida. El duque, al oír esto y sabiendo muy bien que no lo merecía por sus virtudes, envió a buscar a la anciana y le preguntó por qué rogaba a Dios por él diariamente.
Hay una hermosa y pintoresca leyenda relacionada con el apóstol Juan. Cuenta que Juan tenía una perdiz domesticada la cual quería mucho y que se entretenía alimentándola y cuidándola.
Un cierto día un cazador que pasaba con su arco y flechas, se quedó asombrado al ver al gran apóstol, tan venerable por su edad y santidad, ocupado en tal clase de entretenimiento.
El apóstol le preguntó si acaso él mantenía siempre su arco tenso a lo que el cazador respondió que si hacía eso el arco terminaría por no servir para nada. "Sí" - replicó Juan, "tú no tensionas el arco todo el tiempo para prevenir que se dañe, así también yo relajo la mente por esa misma razón".
Sería muy conveniente que usted siga el ejemplo de Juan y relaje su mente de cuando en cuando.
Prairie Overcomer
Después que el gran predicador Spurgeon le hablara a un grupo de 23.654 personas en el Palacio de Cristal, regresó a su hogar. Uno de sus biógrafos cuenta:
Hay una historia de un soldado en el ejército de Alejandro el Grande que fue llevado ante el gran conquistador para una corte marcial. Cuando el emperador hubo escuchado los cargos y la evidencia, se volvió al soldado que esperaba la condena y le dijo:
"¿Cuál es tu nombre?". "Alejandro", fue la respuesta.
Werren W. Wiersbe, un pastor norte americano, maestro de la Biblia, conferencista y escritor prolífico de literatura cristiana y obras teológicas, cuenta que un piadoso miembro de la iglesia, quien pensaba de sí mismo como de un gran cristiano, visitó el departamento de párvulos de la Escuela Dominical. El Superintendente le pidió que le dijera unas pocas palabras a los niños allí reunidos. Él se puso de pie pomposamente delante de ellos y preguntó: "¿Por qué creen ustedes que las personas me llaman cristiano?".